Esta semana he leído dos artículos en dos periódicos de distinto signo. Uno sobre el día de la liberación fiscal y otro sobre la debida coordinación entre fabricantes de automóviles y Administración para potenciar la llegada masiva del vehículo eléctrico. No diré los medios, pero el avezado lector se dará cuenta en seguida del signo de los periódicos y, si no, para eso está San Google.
El caso es que los dos artículos me han tocado los kinder. Como eran de distinto signo, unos por un lado y otros, por el otro. Vamos, que me los han tocado por todas partes. Como los tontos esféricos, que son tontos los mires por donde los mires.
Empiezo por la liberación, que la sexual, ha llegado o no, pero la fiscal no ha llegado ni llegará. El 27 de junio se conoce como el día de la liberación fiscal, porque es el primer día del año en el que empezamos a trabajar para nosotros. Ya saben que los 178 anteriores lo hacemos para Hacienda. Brutal. Justo después de hacer la declaración de la renta, uno tiene un poco más presente el asunto. Me preguntó mi hijo que qué era Hacienda. Me comí la mitad de su tarta y todavía no se le ha quitado la cara de tonto.
El 27 de junio se conoce como el día de la liberación fiscal, porque es el primer día del año en el que empezamos a trabajar para nosotros
Estoy de acuerdo con el mensaje que se lanza avisando del exceso de impuestos, pero hay un matiz que no cuadra. Las malditas medias. Que uno se ha comido un pollo y otro ninguno y la estadística dice que han comido medio cada uno.

Es difícil encontrar un sector más castigado que la automoción con los impuestos: IVA, matriculación, circulación, el numerito dichoso, transmisiones… La pegatina de emisiones ya es la bomba. Después de tener todos los coches identificados por matrícula, obligamos a poner una pegatina (que no hay quien despegue sin arrancar el papel donde viene pegada), que no aporta nada de control adicional, pero sí que cuesta cinco euritos, por 15 millones de coches que no lo han recibido… 75 kilitos, que no los pillaremos ni con la operación bikini.
Me temo que la liberación fiscal en automoción estará más bien cerca de septiembre que en julio.
Un amigo andorrano me decía que no es que Andorra fuese un paraíso fiscal, es que España era un infierno…
Empecé a leer con ilusión el artículo editorial sobre la estrategia para el automóvil, pensando que habría alguna respuesta. Pero no, me encontré con la gran falacia de la equidistancia: la culpa de que no haya más coches eléctricos, parece que es porque los fabricantes no han hecho los deberes y deberían coordinarse —repugnante palabra para repartir culpas— con las Administraciones para que el vehículo eléctrico fuese más popular.
Un amigo andorrano me decía que no es que Andorra fuese un paraíso fiscal, es que España era un infierno…
No soy sospechoso de defender a este sector por encima de la razón. Hay mucho chapuza, ejecutivos muy malos y mucha mierda. Pero hombre, invertir, lo que se dice invertir… Los fabricantes invierten como si no hubiese un mañana. Al final, los fabricantes van hacia donde le llevan los impuestos, como los ríos al mar. Mientras tanto, las Administraciones, dando palos de ciego, cambiando de criterio, y sin incentivos claros y sostenibles. Las multas de la UE son por CO2, así que necesitas vender diésel (además de eléctricos, claro). Y los Ayuntamientos, mientras, demonizan al diésel. La solución siempre pasa por gravar y por penalizar. Cuando debería ser al revés.

Hay una famosa conversación entre dos políticos tendentes a subir los impuestos, uno del norte de Europa y otro del sur. Y este último decía: Estamos, pero ya, a punto de acabar con los ricos. Y el del norte respondía: Qué curioso, nosotros estamos intentando acabar con los pobres…
Pues con los coches, lo mismo. No es que noruegos, suecos y demás países nórdicos sean muy ecológicos, es que los impuestos son CERO para los coches eléctricos. ¡Ni IVA! Los coches de combustión cuestan el doble que los eléctricos, bajando al eléctrico, no subiendo a todos los demás. Bueno, también lo hacen, que hay que recaudar, pero el resultado es que el eléctrico cuesta la mitad. Los fabricantes son los mismos en Noruega que en España, pero las Administraciones, no.
Norbert Reithofer, ex presidente mundial de BMW, afirmó cuando lanzó BMWi que la implantación del vehículo eléctrico no era una cuestión de mentalidad, que era una cuestión de normativa. En ese momento, BMWi vendía el 99% de sus eléctricos en California (Estados Unidos).
No es tecnología, no es falta de inversión de los fabricantes, no es mentalidad. No es subir impuestos. Es subvencionar las infraestructuras y permitir su instalación en suelo público.
Pero, sobre todo, es bajar los impuestos al coche en general y al eléctrico, en particular.