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España flirtea con los países en desarrollo en la carrera del coche eléctrico

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La carrera que han planteado los grandes países del mundo —especialmente, Europa— para descarbonizar el transporte ha llevado a los departamentos de flotas de las empresas a plantear múltiples escenarios en los que el coche eléctrico o electrificado (eléctrico puro, híbrido, híbrido enchufable y mild hybrid) se ha ubicado en el centro de todas las decisiones operativas.

Aun así, existen países en los que la tecnología eléctrica se ha desarrollado de un modo acelerado, otros en los que se mantiene una política de ten con ten y muchos en los que el concepto verde ni se plantea todavía.

Hay que puntualizar al respecto un dato relevante que lo explica todo y que parece pasar desapercibido en pos de la fiebre eléctrica. No todas las sociedades están preparadas aún para el cambio hacia este modelo, y no todos los países, ya sea por su geografía o por sus costumbres, de modo intrínseco, adoptarán la tecnología verde. O, al menos, lo harán rápido.

Este punto lo explicaba perfectamente el primer ejecutivo de Ayvens en España, Pedro Malla, en una entrevista concedida a Fleet People y que publicamos el pasado mes de noviembre de 2023.

“Tenemos que ser conscientes de los puntos de partida. Estamos presentes en 42 países y algunos son muy pequeños, donde no se puede ni hablar de coche eléctrico. Sin embargo, en otros países hablar de un vehículo diésel es imposible. Al final, nos adaptamos a la geografía, los mercados y a su propia madurez. Hay países en los que acceder a un coche eléctrico es más fácil que en otros. Y tengamos en cuenta que el coche electrificado o eléctrico es un vehículo que requiere de una inversión mucho más elevada. No todo el mundo puede afrontarlo. Que más quisiéramos todos tener un nivel de renta que nos permitiese alquilar o comprar un coche que suponga una inversión que requiere el doble en este momento. Hemos de ser conscientes de dónde vivimos y de que tenemos que dar servicio a toda la sociedad y puede ser un pequeño error que estamos cometiendo, pensar solo en la solución. También hay que pensar en la solución intermedia”.

Una reflexión por parte del ejecutivo de Ayvens pletórica de sentido común.

España flirtea con los países en desarrollo en la carrera del coche eléctrico
INFOGRAFÍA: BÁRBARA MARTÍNEZ ©FLEET PEOPLE TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Pero, ¿Dónde estamos?

El último informe publicado por la multinacional Ayvens sobre rapidez y profundidad de adopción del vehículo eléctrico en el mundo otorga a España la posición decimoséptima en el ranking global de adopción de vehículo eléctrico.

Esto quiere decir que no estamos situados, ni de lejos, en los puestos de cabeza —donde el norte de Europa lidera—, si bien tampoco se nos puede calificar como neófitos.

Nos ubicamos en una posición calificada como transitoria, de transición.

El lugar que ocupa España, no obstante, está más cerca del que ocupan los países en desarrollo que los países desarrollados.

Nuestra puntuación —45 sobre 100— está en línea con regiones como Hungría, Grecia o Tailandia, los últimos países calificados en transición hacia el vehículo eléctrico, y no tan lejos en muchos casos de las regiones que obtienen una calificación de menos de 40 puntos, es decir, las calificadas como ‘emergentes’ en la implantación del vehículo eléctrico y que incluye zonas como Algeria, Bulgaria, Croacia, Colombia, Chile, México, Letonia, Lituania o república Checa, aunque también podemos encontrar ilustres como Canadá, Estados Unidos y Brasil.

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Los 45 puntos que obtiene España se dividen en nueve puntos sobre un máximo de 25 en adopción de vehículo eléctrico (matriculaciones), un aspecto este último en el que todavía queda mucho camino por recorrer; ocho sobre 20 puntos posibles en infraestructura de carga, el otro gran talón de Aquiles de España; siete sobre 20 puntos en Impuestos y Regulación fiscal, lo que quiere decir que no se establecen desde lo Público las medidas necesarias para acelerar el cambio eléctrico; once puntos sobre 15 en oferta eléctrica, lo que nos sitúa bien en términos de vehículos ecológicos propuestos por los fabricantes; tres puntos sobre cinco en importancia del elemento sostenible, que refleja el grado de energías sostenibles e intensidad de emisiones de dióxido de carbono del país y, finalmente, la paridad  de TCO (Coste Total de Adquisición) del eléctrico respecto de la combustión, en la que contamos con siete sobre 15 puntos.

España flirtea con los países en desarrollo en la carrera del coche eléctrico
Punto de recarga eléctrico. FOTOGRAFÍA: SHUTTERSTOCK

Este último aspecto es muy interesante, porque se centra en la relación de costes que existe en el vehículo de empresa teniendo en cuenta si es eléctrico o si se mueve por tecnología fósil. El estudio de Ayvens se centra en un uso basado en vehículos que se han utilizado durante 48 meses con 120.000 kilómetros recorridos, el modelo típico de una fórmula de renting convencional.

La importancia del TCO

Así las cosas, en el caso de España, y de acuerdo con las mediciones de Ayvens, el TCO o coste por kilómetro de un eléctrico sale en término medio por 0,29 euros, en tanto que el de un vehículo que usa combustibles fósiles, 0,30 euros.

La diferencia es muy pequeña, lo que pone de manifiesto que hace falta un mayor impulso, ya sea en forma de incentivos de carácter público o de posicionamiento inferior en precio por pare de los fabricantes de vehículos, para que ese gap se amplíe más en favor del coche eléctrico.

¿Por qué nos referimos a ello? Nuestra vecina Portugal es el más claro ejemplo. El TCO de un vehículo eléctrico oficializa 0,36 euros por cada kilómetro recorrido para este tipo de tecnología, una cifra que es de 0,53 euros para las tecnologías convencionales.  Ese diferencial sí que explica el paulatino cambio que están realizando las empresas hacia modelos de movilidad más sostenibles, y la razón básica se encuentra en las potentes políticas de ayudas que el Gobierno luso ha aplicado para incentivar el mercado de los eléctricos.

Entre otras disposiciones legales, la supresión del IVA para los vehículos eléctricos que sean adquiridos por una empresa.

Independientemente del caso español, hay que reseñar que en ningún otro país europeo, con la excepción de Portugal, existen variaciones notables de coste de uso entre el eléctrico y el vehículo tradicional.

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INFOGRAFÍA: BÁRBARA MARTÍNEZ ©FLEET PEOPLE TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Regiones con una clara adopción del coche eléctrico como Noruega tienen una relación eléctrico/combustión de 0,39/0,42, en el caso de Dinamarca es de 0,42/0,46 y en Holanda está equiparado en 0,42 euros.

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También es similar en países como Alemania (0,43/0,44), Italia (0,39/0,40) y, aunque esté fuera del entorno europeo ya, Reino Unido, un país clave para las flotas de automóviles, con una idéntica equivalencia de TCO de 0,33/0,33.

A España todavía le queda un gran trecho que recorrer para alcanzar los 81 puntos de adopción eléctrica que maneja el país con un mayor índice de electrificación en su sistema de movilidad, Noruega, y también le queda una amplia trayectoria para acercarse siquiera a los denominados como países en desarrollo en este aspecto, con un corte de entrada fijado en 60 puntos por Reino Unido, Francia, Alemania, Dinamarca y Luxemburgo.

Mirar arriba, mirar abajo

La realidad es que mantener sistemas de adopción de energía eléctrica en el campo de movilidad al nivel de los países de cabeza —Noruega, Austria, Holanda, Bélgica, Suecia y Finlandia—, todos europeos y manejando un index de entre 62 y 81 puntos, parece complicado tal y como están las cosas hoy en día.

También puede observarse el ejemplo estadounidense, que no consigue que su adopción de vehículo eléctrico se convierta en masificado, a pesar de los enormes esfuerzos en términos económicos que ha aplicado la Administración de Joe Biden para favorecer al vehículo eléctrico, con inyecciones millonarias en forma de ayudas.

Su ratio de adopción de electrificación, de acuerdo con el estudio de Ayvens, se sitúa en este momento en 32 puntos cien posibles, por diversos motivos. En primer lugar, porque una gran cuota del mercado eléctrico se concentra únicamente en California, donde sí que existe una fiebre verde, pero que no se extiende al resto de un país enorme.

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Un espacio de estacionamiento para vehículos eléctricos. FOTOGRAFÍA: J.D.S.

En segundo lugar, porque un TCO de 0,22 euros en coste de kilómetro recorrido para el eléctrico y de 0,31 para el combustible fósil está demostrando la idoneidad de la tecnología sostenible, pero esta no se traslada al mercado.

En tercero, y cerrando el círculo de todo lo anterior, porque en la actualidad estados Unidos cuenta con una red de infraestructura de recarga en mínimos, formada por 47.838 estaciones de carga normales y 12.676 estaciones de carga ultrarrápida para vehículos eléctricos. Estas cifras le otorgan a la primera economía mundial una ratio de cuatro puntos sobre 20 en el índice establecido por Ayvens, un dato que le lleva a las posiciones de cola en cuanto a adopción de coche eléctrico.

El pasado febrero, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afirmó que mejoraría las condiciones del Plan de Moves III para eléctricos, pero poco o casi nada dijo acerca de la infraestructura de recarga a lo largo de la geografía, que aún cuenta con enormes vacíos y con un lastre endémico: la enorme dificultad que todavía requiere la autorización reglamentaria de un punto de carga, aunque ya esté instalado, según la CCAA donde se encuentre.

Si no se facilita este aspecto por la vía normativa, será difícil que España escale muchas posiciones en el index de adopción eléctrica en el futuro.

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