El sector del alquiler de vehículos será uno de los grandes beneficiados por las nuevas tendencias que han surgido en el sector del automóvil y al calor de un nuevo concepto de movilidad global. Dicho paradigma, en cierto modo, está cogiendo con el pie algo cambiado a la industria tradicional del motor, por una razón sencilla: está volcada en procesos industriales que concluyen en un bien de consumo duradero… y en propiedad.
Frente a ello, los grandes gigantes del rent a car, que manejan en la última década buenas cifras de crecimiento gracias, fundamentalmente, al auge de un turismo más accesible y al alcance de más personas, parten con cierta ventaja ante el nuevo reto de la multimovilidad: no fabrican coches, sino que los alquilan por espacios de tiempo determinados.
Eso les proporciona una situación envidiable, además, porque desde hace más tiempo que los fabricantes tradicionales han tomado posiciones accionariales en muchos de los nuevos actores de la movilidad del Siglo Veintiuno, especialmente en el negocio del carsharing —Hertz es propietaria de Zipcar, la primera firma de este tipo de negocio en el mundo, y Europcar de Ubeeqo, por ejemplo—.
También les ha permitido captar a la velocidad del rayo un interesante expertise sobre los usos y costumbres de los usuarios de la movilidad del presente pero, sobre todo, del futuro. Con un volumen de facturación anual de algo más de 100.000 millones de euros con carácter anual, se espera que el negocio del rent a car, controlado por un puñado de players (Avis, Hertz, Enterprise, Sixt, Europcar), registre alzas anuales de entre el 5% y el 7% en los próximos cinco ejercicios y hasta rozar la barrera de 120.000 millones de euros a partir de 2025.
Ser digital… O morir
Además de las nuevas oportunidades de negocio, el alquiler de vehículos mundial está evolucionando de un modo vertiginoso hacia un modelo basado de modo fundamental digital, en el que las aplicaciones móviles empiezan a desempeñar un rol fundamental.
La compañía europea Sixt, por ejemplo, lleva más de un año diseñando una app específica para móviles, que lanzó al mercado hace pocos meses, y que busca enganchar al cliente digital a través de una única opción de pantalla bajo la que se circunscriban decenas de opciones de movilidad; en concreto, todas las necesarias para cumplir con el cometido de transporte para el usuario.
En esa carrera están inmersas las compañías de alquiler, aglutinando empresas —normalmente start-ups— que ofrecen servicios que los grandes godzillas del sector pueden absorber e implementar rápidamente para ofrecer, especialmente a las generaciones ‘Y’ y ‘Z’, una respuesta inmediata a su interés por desplazarse en un momento determinado, de igual modo que piden un café para llevar en Starbucks, que descargan off line la última serie que siguen en Netflix, y de idéntica manera que escogen la opción Prime de Amazon para clicar hoy sobre unas zapatillas de deporte que recibirán mañana en su casa u oficina.
Así de simple y de rápido.
La respuesta a todas estas preguntas reside en conocer el grado real de inmersión digital y de nuevos sistemas de movilidad de un sector, el del alquiler, cuyas principales compañías al frente no suelen destacar por tomar decisiones rápidas. El dilema, para ellas, es reaccionar lo suficientemente rápido como para entender cómo las preferencias de los consumidores actuales, y muy especialmente las de los viajeros, están transformando la sociedad y el modelo de alquilar coches y servicios. Quien se adapte rápido, triunfará.
Quien no lo haga… Ya saben.
