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Si todos nos lo planteamos, no es tan complicado: Eduquemos en lo normal

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Juan Arús
Juan Arús
Periodista económico apasionado en transformar objetivos en resultados, Juan Arús (Madrid, 1975) ha trabajado para diversos medios de comunicación escritos de España, generalmente económicos y habitualmente en las secciones de Empresas y Automoción. Gran aficionado a la moda masculina, cuenta con un vasto repertorio de artículos de referencia publicados sobre vestuario clásico en diferentes medios. Edita y dirige Fleet People desde 2015.

Andamos enfrascados en la conversación sobre la imagen estereotipada que existe sobre el término ‘feminismo’. A quien escribe le parece que, aunque no tengan nada que ver, las palabras machismo y feminismo están cerca desde el punto de vista semántico. Que, al final, ahí están los términos macho y fémina. Y que la gente, en general, así lo interpreta.

Que a lo mejor habría que utilizar otra palabra en lugar de feminismo.

“No, Juan. Es que siempre se interpreta mal esta palabra. Y quizás no deberían ser dos términos semánticamente opuestos en una misma línea, vale. Pero el feminismo se tiene que llamar feminismo. El nombre es importante, es ése y no hay otra palabra que lo defina”, asegura con firmeza la editora y escritora Iria Marañón (Madrid, 1976), que lleva meses acaparando un enorme ruido mediático gracias a un fantástico libro, Educar en el Feminismo (Plataforma, 2017), en el que aborda la idea fundamental de la construcción de las personas y de cómo nos construyen los estereotipos de una sociedad básicamente estructurada desde un epicentro patriarcal.

“Eso es lo que pretendemos romper, para que las niñas no piensen que su lugar en el mundo es uno determinado. Que tanto niñas como niños sepan que tienen mil opciones y que no están limitados”, apunta Marañón.

Estereotipos. Los niños tienen que ser fuertes, no llorar y portarse como hombres. Y las niñas tienen que pensar en el amor, jugar con cocinitas y pintarse las uñas. Los niños son líderes, toman decisiones, corren aventuras fuera de casa… Y ellas siguen en su rol de solucionadoras, de arreglar conflictos. Se puede pensar que esto es cosa del pasado, pero no es así. Es algo muy de hoy. De plena actualidad. Eche un vistazo al televisor. A todo lo que le rodea cuando sale a la calle. A los anuncios. A las series infantiles. La vida misma.

 

Opresión e igualdad

“El problema es que educamos a las niñas para que sean unas analfabetas sexuales y a los niños para que sean unos analfabetos emocionales. Pero, si los niños no juegan hoy a casitas, ni en una cocina ni con muñecas, si no tienen ese modelo de conducta… ¿Cómo van a gestionar mañana a sus hijos? Así es normal que piensen, de mayores, que ése no es su papel y que no les corresponde. Es que nunca lo han hecho”, apostilla la autora.

Educar en el feminismo no es un libro de bandos. Habría que ser muy pacato para deducir algo así. Es un libro sobre personas. Sobre educación con mayúsculas. E incide en que la sociedad del patriarcado en la que vivimos nos está haciendo educar a niñas y niños de manera diferente, aunque no nos demos cuenta.

“Algunos piensan que las feministas quieren quitar al hombre de su lugar y ponerse por encima, y no es eso”, asevera Marañón, quien afirma que “muchos hombres se sienten atacados porque vivimos en un sistema patriarcal. En el momento en el que empieza a haber un poco de igualdad, hay muchos hombres que la sienten como opresión, porque están acostumbrados a unos privilegios que ven amenazados. Y no es opresión. Es, simple y llanamente, igualdad”, comenta. De acuerdo con Iria Marañón, apenas existen en la sociedad un 11,8% de puestos que conlleven poder en las mujeres.

Y este es un simple porcentaje en un océano de estadísticas similares. Todas discriminatorias con la mujer.

Pero… ¿Cómo es posible que siga produciéndose esto hoy, en 2018?

“Porque vivimos en un sistema donde las decisiones que crees que tomas libremente no lo son tanto. Un ejemplo: Kate Millett, una feminista, decía que todo lo personal es político. Yo, como mujer, tomo la decisión de tomar con mi pareja la decisión de reducir mi jornada laboral. Y creo que es una decisión libre, pero Millett y una parte importante del feminismo dicen: Qué coincidencia que una gran mayoría de las mujeres tomen esa misma decisión, ¿No? Esto es por algo, por un sistema patriarcal instaurado que nos construye como hombres y como mujeres y que nos señala y adjudica subliminalmente nuestros roles”, explica.

Dé una vuelta por ese parque que hay cerca de su casa a partir de las 16.00 horas. Hágalo cerca de un colegio. Si tiene hijos, sí, hágalo en el suyo. Más del 80% son madres. No falla. El argumento es contundente. Parece un porcentaje demasiado elevado, e incluso nos parece habernos quedado cortos.

Algo está pasando con la sociedad.

Libros como Educar en el Feminismo pueden ayudar muchísimo a que las nuevas generaciones aprendan y las actuales, se reeduquen.

Empezando por el que escribe.

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