Las maquinillas desechables para afeitar la barba vienen en cómodas bolsas, son pequeñas, manejables y hasta a uno le parecen baratas. Y normalmente están situadas en los mostradores pegados a las cajas de pago en los supermercados, por lo que es fácil recurrir y a ellas y siempre lo hacemos, porque pensamos que nunca vienen mal.
Seguramente, nunca ha pensado que una desechable del estilo Bic es cara, ¿Verdad? Más bien, lo contrario. Qué poco me ha costado y qué bien me afeito. En lo que nunca ha reparado es en que, mucho antes que Nespresso llegara a nuestras vidas, ya existían fórmulas marquetinianas que nos impelen a consumir y reemplazar utensilios con un supuesto punto económico.
Y no es así.
No les vamos a negar que afeitarse en la ducha con una maquinilla desechable Bic, Gillette, o Wilkinson, que lo mismo me da que me da lo mismo, es seguramente uno de los actos de cuidado personal más rápidos —y menos placenteros, desde luego, en esas condiciones— que existen.
Pero piense también que una desechable cuesta 0,5 euros como término medio, un poco más, un poco menos según el Carrefour que se visite, que no nos vamos a poner estupendos.
Si echamos la vista atrás, recurramos a las maquinillas regulables o no de acero antiguas —hoy de zamak la mayoría—, aptas para cuchillas monofilo o de doble hoja, y pensemos también en las navajas, un arte que cada día está en más desuso y que solo unos pocos caballeros siguen utilizando.
Porque convendremos todos en que ‘eso’ que ustedes creen que es una navaja y que se prodiga por doquier en las ahora llamadas ‘barberías’, que no lo son, sino centros de belleza para hípsters, o peluquerías simple y llanamente con llamativas pegatinas exteriores en las que se ven señores con barba y gafas de pasta, no son navajas. Son shavettes, un símil de navaja que utiliza hojas de cuchilla desechables. Que tiene su razón lógica por tema sanitario y legal, sí, pero que no son navajas.
Volvamos al precio.
Si usted se compra maquinillas desechables a 0,5 euros, podrá terminar el año fácilmente con 30 ó 40 euros gastados a lo largo del año, aunque seguramente sean 50 euros. Eso, si no le da por las modernas desechables, esas de las que también están en los mostradores de los supermercados y de las que hay que comprar caros recambios.
Ya saben, prometen cabezales nuevos para la maquinilla, bandas suavizadas sobre las cuchillas, dobles, triples y cuádruples cuchillas en el cabezal y tonterías de ese estilo, cuando únicamente una hoja de cuchilla es más que suficiente para afeitarse la barba.
En este caso, el gasto crece considerablemente y seguramente se irá a los 75 euros anuales, y lo mejor de todo: sin darse cuenta. ¿Es usted consciente del dineral que se deja en cápsulas de Nespresso? Si hiciera cuentas, se marearía.
Evidentemente, este es un alegato a favor del afeitado tradicional. Pero no solo porque resulta ser más placentero desde todos los puntos de vista, sino porque es, sencillamente, más barato. Usted se puede hacer con una maquinilla de afeitar para cuchilla de doble hoja por unos 15 ó 16 euros, que normalmente viene con cinco cuchillas de doble hoja de regalo. Y las cuchillas le van a costar algo menos que una desechable Bic, unos 0,4 céntimos de euros la unidad.
Pero claro —y aquí está la diferencia—, la maquinilla de 16, 17 o 20 euros que acaba usted de adquirir alberga un pequeño detalle: le va a durar toda la vida sin necesidad de aplicarle cuidados más allá de limpiarla un poco.
Y las cuchillas de doble hoja pueden tener, cada una, no le vamos a decir usos infinitos, pero usándola correctamente le puede dar para 10 o 15 afeitados tranquilamente cada una. Tranquilamente.
Hagan ustedes sus cuentas, porque la realidad económica es solo una. Bueno, habría otra posibilidad, y no es otra que recurrir al elemento de afeitado más barato del mundo: la navaja que mencionábamos antes.
Por gastar, se puede gastar lo que quiera en una hecha a mano, ya sea por el maestro gallego Castro, ya sea por el maestro italiano Livi. No espere, eso sí, invertir menos de 250 euros en una navaja artesana de calidad, porque no la encontrará. Pero puede encontrar clásicos modelos de Dovo por 50 o 60 euros. Y no se va a gastar un duro más más allá de una pieza de cuero de doble cara para afilar y asentar el filo de la navaja, un proceso que es relativamente sencillo de practicar.
Todos estos consejos están encaminados a conseguir ahorros en lo económico. Porque la parte fundamental no la hemos abordado aún. El placer. ¿De verdad quiere seguir afeitándose en un minuto en la ducha pudiéndose proporcionar media hora de placer verdadero con una maquinilla de doble hoja o una navaja? Tenga en cuenta, muy en cuenta, que usar cualquiera de estas dos opciones, en realidad, no tiene precio.