El segundo conglomerado mundial del lujo por volumen de negocio, Kering, propietario de firmas como Gucci, Saint Laurent, Brioni, Balenciaga y Bottega Venetta, entre otros, se ha hecho con el control del perfumero británico Creed, que debe gran parte de su fama a su creación y perfume más vendido, Aventus, lanzado en 2010 con un característico y diferente aroma a piña que rápidamente encandiló a los ‘coonoiseurs’ de fragancias globales.
Con un tique medio por un frasco de cien mililitros que se sitúa entre 250 y 300 euros, Creed dispone de un portfolio de aguas de perfume corto y clásico que ha ampliado en los últimos años con adiciones a sus productos estrella de colonias (con menor concentración de aceites esenciales y, por tanto, más baratos) para incrementar su número de clientes y elevar sus ventas.
En la actualidad, y hasta su traspaso a Kering, Creed estaba en manos de un grupo de fondos de inversión liderado por BlackRock y del español Javier Ferrán, presidente de Creed, que se han desprendido de una compañía que genera 250 millones de euros anuales en ingresos por una suma superior a 3.800 millones dólares, más de 3.500 millones de euros.
Hay que señalar que Kering creó a comienzos de año una división de negocio específica denominada Kering Beauté para impulsar sus áreas de belleza y cosmética.
Kering vende varios de sus productos de perfumería con un acuerdo de licencia de distribución comercial con el gigante Coty, que coloca en el mercado las fragancias de firmas como Gucci, Davidoff, Escada, Joop!, Tiffany, Burberry o Lacoste, entre otras muchas, así como decenas de firmas de colonias dirigidas al gran público.
A lo largo de la última década, los fabricantes de fragancias consideradas como de nicho y en manos de propietarios privados se han ido incorporando de modo progresivo a las grandes enseñas del lujo global, ávidas por aprovechar su tirón entre los aficionados a la alta perfumería para aumentar su gama de productos con más productos complementarios con los que generar más ingresos.
Firmas como la francesa Fréderic Malle, en manos del artesano perfumista del mismo nombre y autora de ya perfumes icónicos como Vetiver Extraordinaire o Monsieur han pasado a manos de fondos de inversión o de grandes firmas del lujo a cambio de importantes sumas de dinero.
El año pasado, la firma de aguas de perfume Byredo, fundada en 2006 por Ben Gorham, fue adquirida por la española Puig por una cantidad desconocida. Otros grandes del sector como Francis Kurkdjian, creador de Baccarat Rouge, pasaron a manos de gigantes como LVMH en 2017.
Precisamente, Louis Vuitton Moett Hennessy es propietaria de Acqua di Parma y también dirige los designios de los perfumes de Christian Dior, Givenchy, Loewe, Guerlain y Kenzo.
Tanto Louis Vuitton Moet Hennessy (LVMH) como Kering son los dueños absolutos del mercado de lujo global, con el permiso de Richemont, que tiene el control en el negocio de la perfumería de las marcas Cartier, Dunhill, Montblanc y Van Cleef & Arpels.