En 1990, la firma especializada en electrónica Sennheiser dio a luz un proyecto que pretendía culminar con la creación de los mejores auriculares para escuchar música de la historia. Los denominó Orpheus y costaban la friolera de 15.000 euros el par. Eran tan buenos como limitada su producción, y hoy sólo se pueden conseguir de segunda mano en internet por el doble de lo que costaban al adquirirse nuevos. Hace un par de meses, la casa alemana ha dado otro golpe de mano con la nueva generación de su icono por excelencia, al que ha puesto un precio de salida alucinante para un gadget de estas características: 50.000 euros la unidad. Confeccionados completamente a mano, desde la primera a la última pieza, los Orpheus no son unos auriculares convencionales. Es decir, sirven, junto con su base amplificadora, para ser utilizados desde un lugar fijo en cualquier estancia de su hogar. Esa base, por ejemplo, está fabricada de mármol de Carrara. Sennheiser asegura que el sonido que emiten los Orpheus les colocan, directamente, como los mejores auriculares de sonido del mundo. También afirman que los acústicos, la capacidad de inmersión y la calidad que emanan del aparato permite comparar y equiparar incluso su sonido con el de cualquier concierto de cámara. La empresa tecnológica ha empleado nada menos que 10 largos años para desarrollar al cien por cien el nuevo Orpheus, que cuenta con 6.000 componentes diferentes, entre los que figuran diafragmas de platino vaporizado o electrodos cerámicos de oro.