De entre los profundos y diversos problemas que ha atravesado el sector financiero durante la crisis, uno de los que ha tenido una relación directa con la mala coyuntura económica de familias y empresas ha sido el impago de los créditos bancarios.
La caída del negocio para las empresas, con especial impacto entre las pymes, y el creciente paro, hicieron que para unos y otros cada vez fuese más complicado cumplir con sus obligaciones de pago.
En definitiva, los ingresos brillaban por su ausencia en un país que ha destruido más de tres millones de puestos de trabajo en España, el que más en Europa desde 2007, según Ernst & Young (EY).
Los datos del Banco de España dicen que a finales de 2006, el peso de los créditos de dudoso cobro otorgados por la banca y entidades de crédito era del 0,6% del total, y el ratio de morosidad, del 0,61%.
En 2009, de la cantidad total que bancos y entidades de crédito tenían repartidos entre sus clientes, 93.000 millones estaban catalogados como dudosos, un 5,5% del total. Y a finales de 2013, apenas cuatro años después, esa cifra se había elevado en más de 100.000 millones, hasta superar los 197.000, un 13% del total. Como no podía haber sido de otra manera, esta tendencia también afecto a la compra de automóviles, que en la gran mayoría de los casos, se financian, ya sea a través de la banca o, como cada vez más fabricantes han hecho, mediante sus propios mecanismos crediticios.
En aquel 2013, tomado por ser el que mayor cantidad de créditos de dudoso cobro acumuló, el porcentaje de los que correspondían a financiar compras de bienes duraderos, entre los que tienen un gran peso los automóviles, era del 7%.
Aunque el ratio de morosidad, entendido como el que establece el porcentaje de créditos no ya de dudosos cobro, sino impagados, fue creciendo de manera exponencial durante la crisis. Según datos de la Asociación Nacional de Establecimientos Financieros de Crédito, Asnef, en 2006, en plena cresta de la ola del mercado del automóvil, los impagados se reducían al 2,42%.
En 2007 ya habían ascendido al 3%, para en 2008 y 2009 dar el gran salto: al 8,7% y al 14,2%, respectivamente. El punto álgido llegó en 2010, alcanzando el 15,2%, y desde aquel año, el porcentaje se ha ido reduciendo de manera paulatina, hasta el 7,7% con el que se cerró el año pasado. Siempre, según esos mismos datos, por debajo de la tasa de morosidad en los créditos al consumo, que llegaron a alcanzar un 22,4% en 2009.
El caso del renting
Como no podía ser de otra manera, por su relación directa con la situación de las empresas y también como una manera más de financiación, el renting de automóviles también se ha visto afectado, aunque a una escala más reducida, por las dificultades de los clientes para pagar sus cuotas.
Los datos de la Asociación Española de Leasing y Renting, que no solo incluyen al automóvil, aunque sí es el sector con mayor peso, la morosidad era del 1,75% en el primer trimestre de este año, último con datos disponibles.
“Nuestro sector tiene una morosidad muy baja”, afirma Rocío Carrascosa, consejera delegada de Alphabet en España. “El año pasado fue solo del 1,5%, Si comparamos este dato con la tasa de morosidad de la banca, un 11,42% a mayo de este año, nos damos cuenta de que, efectivamente, en nuestro sector no existe una elevada morosidad”.
Alphabet es el único de los grandes operadores de renting de automóviles de nuestro país que ha dado luz a sus datos de morosidad, a petición de Fleet People. Casos contrarios han sido los de Arval, Lease Plan y ALD Automotive, aunque la estimación es que sus cifras sean muy aproximadas.
“En nuestra compañía”, afirma Carrascosa, “con datos a 30 de Junio, sólo el 1% de nuestros clientes tienen algún tipo de retraso o morosidad con Alphabet”, lo que le sitúa por debajo de la tasa media con la que cerró el pasado año.
“En nuestro sector, el nivel de deuda siempre ha sido muy bajo, rondando el 2%, y como en la mayor parte de los sectores, desde 2009 hasta mediados del año 2012 creció”, siguiendo, como hemos comprobado anteriormente, la misma tendencia que la tasa de morosidad en la compra de automóviles y en los créditos al consumo.
La crisis ha tenido consecuencias directas en la inversión en renting, así como en los tipos de contratos firmados.
En 2008 se produjo el primer descenso, del 10%, en compras de vehículos destinados a renting desde 1985, año en que se fundó la Asociación Española de Renting y primero con datos disponibles.
La caída se acentuó en 2009, con un recorte del 47% respecto al año anterior, y 1.739 millones de euros invertidos para este fin, el peor dato desde 2002.
En 2014 la cifra se había recuperado y alcanzó los 2.607 millones, aunque lejos de los 3.694 de 2007. Además, la duración de los contratos se ha ido incrementando, hasta alcanzar los 47 meses actuales, casi cuatro años, y entre 2010 y 2011 la tasa de mora rozó el 3%.
¿Cómo reaccionan las empresas ante posibles impagos de sus clientes?
“En líneas generales, en el momento en que algún cliente nos devuelve un recibo o llega el vencimiento de la factura y ésta no es abonada, nos ponemos en contacto con él e intentamos averiguar los motivos de la falta de pago. En este sentido, intentamos conocer y entender las circunstancias que originan el retraso en los pagos para alcanzar la mejor solución posible para ambas partes”, explica Rocío Carrascosa.
Por ello, establecer una comunicación más fluida, con el fin de conocer de primera mano los problemas del cliente, se ha convertido en algo fundamental: “Ha sido necesario estrechar aún más si cabe el canal de comunicación con nuestros clientes, y por eso les visitamos y escuchamos más. También apostamos por la máxima transparencia y promovemos que estén informados de todo lo relacionado con sus vehículos en todo momento. Para nosotros es una prioridad fundamental conocer de primera mano sus necesidades e incluso tratar de adelantarnos a ellas”, añade la ejecutiva.
Más ofertas y servicios
También se ha podido comprobar cómo los operadores han ampliado su gama de ofertas y de servicios, cada vez más flexibles a las necesidades de las empresas, quienes a su vez se preocupan más de gestionar de manera eficiente sus flotas de automóviles.
Como afirma Carrascosa, “en la actualidad vivimos un momento de cambio de paradigma en el sector del renting y los clientes se involucran cada vez más en encontrar la mejor forma de optimizar la gestión de su movilidad”.
Como dice el tópico, después de la tempestad llega la calma, y los datos hacen pensar que el sector del renting ya superó lo peor de la crisis. Crece la inversión, crecen las matriculaciones, crece la facturación y crece la confianza de los clientes.
“La recuperación de esa confianza es uno de los elementos clave para reactivar el consumo, y está permitiendo a las empresas la renovación de sus contratos de servicios de movilidad”, concluye Carrascosa.
La AER prevé cerrar el año con un 20% más de matriculaciones y un incremento de flota del 6%.
El miedo al impago ya es cosa del pasado.