lunes 9, diciembre, 2024

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Así funciona el nuevo e imparable apetito por las subastas de arte

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Juan Arús
Juan Arús
Periodista económico apasionado en transformar objetivos en resultados, Juan Arús (Madrid, 1975) ha trabajado para diversos medios de comunicación escritos de España, generalmente económicos y habitualmente en las secciones de Empresas y Automoción. Gran aficionado a la moda masculina, cuenta con un vasto repertorio de artículos de referencia publicados sobre vestuario clásico en diferentes medios. Edita y dirige Fleet People desde 2015.

No hace ni medio año que el mundo del arte vivió un nuevo récord espectacular: un inversor privado destinó más de 90 millones de dólares, unos 80 millones de euros, por el cuadro “Retrato de un Artista (Piscina con dos figuras)”. Supone el precio más alto jamás pagado por la obra artística de un autor vivo, en este caso el británico David Hockney.

Aunque en España siga habiendo ciertas reminiscencias sobre la grave crisis económica que soló el país hace una década ya, existen dos factores que explican por qué el mundo del arte y de las subastas de lujo, en general, mantiene una excelente salud de hierro.

En primer  lugar, porque lo que ocurrió en España no sucedió ni con la misma intensidad, ni durante tanto tiempo en el resto de economías maduras; en segundo lugar, y esta es una explicación más genérica, porque el lujo siempre se concibe —y es— como un universo aparte de todo. Un gran verso suelto.

El mercado del arte movió el ejercicio pasado 67.400 millones de dólares en el plantea, lo que representó un crecimiento del 6% en comparación con el año anterior, de acuerdo con el tradicional informe al respecto que elabora con carácter anual la firma UBS.

España contribuyó a esa cifra con entre el 0,7% y el 1%, un dato que puede ser considerado como bastante bajo, aunque también podría decirse que nuestro país aparece “en los papeles”, cosa que no pueden decir otros muchos. En este sentido, España supuso el porcentaje recién mencionado, en idéntica línea que Alemania, por ejemplo, donde existe una capacidad económica y unos ingresos per cápita bastante más abultados. Un 2% del montante total se correspondería con Suiza, un 6% con Francia, un 19% con China, el 21% aparece en Reino Unido y la mayoría, el 44%, se concentra en Estados Unidos.

 

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“El porcentaje que mueve España dentro del arte mundial recuerda al que en mi infancia se defendía para que el Estado destinase a la caridad”, expone Jacobo Fitz-James Stuart, director de la Galería de arte Espacio Valverde junto con su mujer, Asela Pérez Becerril, en declaraciones a Fleet People.

Si se baja del volumen global al plano europeo, España no avanza mucho más, aunque ya alcanza el 2% en cuota de mercado sobre el valor total de 2018 y teniendo en cuenta que el viejo continente supuso el ejercicio pasado, aproximadamente, el 48% del valor de esos casi 68.000 millones generados por el arte en 2018.

 

Cifras interesantes

Hay otro punto interesante, sin embargo, que refleja lo que bien podría significarse como una buen aposición de España dentro del concierto mundial de las subastas de arte. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el producto interior bruto doméstico medio en España fue de 35.862 dólares el año pasado.

Un dato que coloca a nuestro país como la economía número 20 en este apartado, por detrás de países como Bélgica, Austria, Canadá, Holanda o Corea, por ejemplo, lo que proporciona una idea sobre cómo, a pesar de ocupar una posición no destacada en esta clasificación, la tasa de inversión en arte, ese entre 0,7% y 1%, es una cifra intrínsecamente elevada. Siendo España un buen refugio para el arte, todavía queda lejos de las grandes economías en este particular. Los tres mercados top para el arte durante 2018 —Estados Unidos, Reino Unido y China— acapararon el 84% del total de transacciones. El primero de ellos generó 29.900 millones de dólares, un 2% más que en 2017, el segundo 13.900 millones, con un crecimiento del 8% y el tercero, China, sumó 12.900 millones, con un curioso retroceso del 3%, en contraposición con la pujante coyuntura del gigante asiático.

 

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Para mi. Bianca Jagger, pujando por unas imágenes de su entonces marido, en una subasta en Londres, en noviembre de 1970. // FOTOGRAFÍA: KEYSTONE / ALAMY

 

Hay dos datos interesantes sobre la evolución del arte en 2018.

El primero, que Estados Unidos ha superado su récord de volumen económico, lo que significa que las subastas de lujo mantienen una salud muy buena. El segundo punto reside en que el dato general del año pasado es el segundo más elevado de la última década y tan sólo superados por los 68.200 millones de dólares generados por el mundo del arte en 2014.

 

Cómo se divide el pastel

Pero… ¿En qué y cómo se divide el arte? Veamos. Del conjunto de subastas efectuadas el año pasado, un total de 29.100 millones de dólares se correspondieron con arte decorativo y antigüedades compradas en subastas públicas, un 3% más. Y de esta cantidad total, el 61% fueron obras de más de un millón de dólares.

Las Ferias de Arte, por su parte, acumularon 18.500 millones de euros en ventas, lo que supuso un 6% más, en tanto que las ventas a través de internet, un canal que cada vez crece y crece más, alcanzaron 6.000 millones de dólares en arte en 2018, con un alza del 11%. Por el momento, las ventas on-line del arte suponen un 9% sobre el total, aunque existe al respecto un dato más que significativo y que puede dar una gran pista acerca de cómo evolucionará el futuro.

El año pasado, y de acuerdo con una encuesta efectuada por UBS en los cinco mercados principales del arte, el 93% de los coleccionistas multimillonarios del rango de edad considerado como millenial —nacidos entre los años 1981 y 1999— afirmaron que compraron sus obras de arte a través, exclusivamente, de una plataforma de venta electrónica.

Como dato comparativo y más que significativo, la inmensa mayoría del target de multimillonarios coleccionistas de los baby-boomers —nacidos entre 1930 y 1948— reconocen que nunca compraron sus objetos y colecciones en internet.

Para aportarles una idea de cómo está evolucionando el sector on-line de las subasta de arte, baste señalar que la firma Christie’s cerró durante 2018 un total de 250 millones de dólares en subastas on-line, 35 millones más que en 2017. La entidad celebró 88 eventos específicos durante 88 días para subastar todo tipo de objetos y arte, con un valor promedio de cerca de 10.000 euros.

Y otro dato más que interesante: el número de postores on-line aumentó un 20% el año pasado, que a su vez representaron el 41% sobre el total de nuevos compradores que registró la conocida firma de subastas en el mundo.

 

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De lo físico a la red. Empresas como Sotheby’s gestionaron más de 200 millones de dólares en subastas ‘on-line’ el ejercicio pasado. Internet comienza a ser el centro de todo, y también para las subastas de arte. En la imagen, Henry Wyndham, presidente de Sotheby’s Europa, en una puja sobre arte impresionista y modernista, en 2014. // SOTHEBY’S

 

Otras compañías del sector como Sotheby’s cerraron con cifras similares, pero lo destacable —lo incuestionable, a fin de cuentas— es que la cuota electrónica representa ya una horquilla que nadie puede obviar.

Sólo en objetos y colecciones por valor de hasta 250.000 dólares, las transacciones a través de internet acapararon el 34% de las operaciones de todas las compañías de subastas del planeta, un dato que crece un 26% en comparación con 2017. El dato es también significativo en las operaciones de hasta un volumen de medio millón de dólares —el 23% del total— y decrece en función que aumenta la cantidad final.

 

¿Qué podemos inferir de ello?

El arte con mayúsculas, en volúmenes elevados en términos económicos, se sigue moviendo de mano en mano física, por así decirlo, en tanto que las opciones de menos cuantía cada vez quedan más a golpe de clic de ratón.

Y, aunque no lo parezca, cada vez hay personas en disposición de hacer frente a cualquier tipo de objeto de deseo en forma de expresión artística. El número de millonarios (definida como la fortuna personal de más de un millón de dólares, sumando activos en el banco más los no financieros, como una casa, pero restando las deudas) creció nada menos que un 10% el año pasado hasta totalizar 42,2 millones de personas en el mundo, con una fortuna estimada conjunta superior a 132 trillones de dólares.

Si se fijan, la cifra es casi estremecedora: en el año 2000 ‘apenas’ se contaban en el planeta 12,9 millones de millonarios. La mayoría de los nuevos ricos, cómo no, proceden de China, de acuerdo con el Índice de riqueza que efectúa la entidad financiera Credit Suisse, que además estima que el número de ricos mundiales superará los 55 millones dentro de cuatro años.

Y les hemos mencionado los millonarios, pero no los 2.208 milmillonarios que hay catalogados en el mundo, según Forbes, de las que sólo el 11% son mujeres, por cierto: 256.

 

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Centenario. Una empleada de la casa Drouot posa con dos martillos clásicos de puja y una túnica en miniatura subastados para conmemorar el centenario del mítico establecimiento parisino, ubicado en el hotel Drouot, en octubre de 1951. // FOTOGRAFÍA: KEYSTONE PICTURES / ALAMY

 

Independientemente del número de millonarios, de internet y de las localizaciones geográficas, la realidad que cubre el statu quo del arte hoy en día es que el mercado se está expandiendo, pero en pocas manos. El valor de las ventas mundiales ha crecido en la última década, pero el número de obras de arte se ha reducido en un 9%.

“Los modelos de negocio tradicionales están dejando de funcionar como lo hacían… El mercado está cambiando y tanto la gente como los puestos de trabajo y el entorno en el que trabajan en el mundo del arte son impredecibles hoy”, afirma Clare McAndrew, la autora del informe The Art Market 2019 de UBS.

Es curioso que la palabra ‘incertidumbre’ esté en boca del arte y de un negocio que sumó 67.000 millones de dólares el año pasado. Y, sin embargo, con el indudable auge del negocio electrónico, es el término más recurrente. Aunque no parece, ni mucho menos, que internet vaya a suponer un freno para la enorme bolsa económica que cada año generan las subastas de arte.

Más bien será lo contrario.

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