El gigante automovilístico Volkswagen y el sindicato IG Metall han cerrado sin avances concretos una nueva ronda de negociaciones sobre la reducción de costes que debe afrontar la compañía para mantener sus ratios de competitividad en el mercado.
Las negociaciones, extremadamente intensas, se han prolongado durante más de 13 horas desde la jornada del lunes y hasta la madrugada del martes, con el compromiso por ambas partes de que continuarán dialogando a partir de mediodía, de acuerdo con una información publicada por Reuters.
El sindicato ha insistido en que no aceptará ninguna propuesta que contemple el cierre de factorías de vehículos en Alemania, una medida que Volkswagen continúa sin descartar.
Los sindicatos señalaban antes de que se iniciaran las conversaciones del lunes que sería deseable alcanzar un acuerdo sobre mínimos antes de la Navidad, y que ese acuerdo debería reflejar, al menos, el compromiso de Volkswagen de no cerrar plantas.
Durante la semana pasada se conoció que el Consejo de Supervisión de Volkswagen ha descartado, por el momento, el cierre de grandes plantas en el país teutón, de acuerdo con una información publicada por la revista Manager Magazin que no ha sido confirmada por la compañía automovilística.
Porsche podría reducir su posición en VW en 20.000 millones
Los cierres potenciales de factorías afectarían a la fábrica de Dresden, que emplea a unas 300 personas, y la venta de Osnabrück, donde trabajan 2.300 empleados.
IG Metall ha advertido que, de no alcanzarse una solución, podría convocar huelgas de gran magnitud a partir de enero, bajo un entorno en el que 100.000 empleados del grupo paralizaron su actividad la semana pasada en nueve plantas alemanas en señal de protesta.
Recientemente, y según apunta Reuters, Porsche SE, el principal accionista de Volkswagen, ha señalado la posibilidad de reducir hasta en 20.000 millones de euros el valor de su participación del 31,9% del capital en el fabricante.
La dirección de Volkswagen sostiene que las medidas de ajuste son clave, pero los sindicatos responsabilizan a la compañía por decisiones estratégicas erróneas como el retraso en la implementación de vehículos eléctricos asequibles, y las consecuencias del dieselgate.