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Nuevas tendencias: ¿Todo menos comprar un coche? Cosas de la movilidad

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DIGITAL » Los hábitos de consumo cambian y, en las nuevas generaciones, cada vez prevalece más la idea de acceder a bienes o servicios antes que poseerlos

¿Estamos ante una moda pasajera producto de la crisis o ante nuevos escenarios en los hábitos de consumo? Compartir un coche, que venga un chófer a recogerte a la puerta de casa o poder aparcar tu vehículo en el parking de otro propietario se han convertido en acciones cotidianas que están implantándose como iniciativas colaborativas en nuestros hábitos diarios.

Bien sea por un cambio de carácter social, por la precaria situación económica, o por una combinación de ambos, lo cierto es que nos encontramos ante un cambio de mentalidad basado en incrementar la colaboración y dejar atrás el consumo individual.

Lo llaman consumo colaborativo, se define como una interacción entre dos o más sujetos que satisface una necesidad real o potencial, a una o más personas, y está siendo una tendencia en alza.

La era tecnológica está haciendo de las suyas, y por eso el transporte tradicional está sufriendo una revolución constante. Atrás quedan aquellos años en los que el vehículo era un objeto de deseo y un símbolo de estatus social. Ahora, con el cambio de mentalidad de los consumidores y de la sociedad se pasa de una mentalidad de posesión a otra de acceso.

La gente quiere moverse, y necesita hacerlo de manera cómoda, rápida y, sobre todo, económica. Le da igual si es en su coche, en el del vecino o en el de un desconocido. La fuerza de Internet y las oportunidades de conexión entre usuarios que la red ofrece ha permitido que esto sea posible. Y así es como el auge de las startups de transporte, más que en una incógnita se han convertido en una realidad.

Aplicaciones como Blablacar, Amovens, Socialcar, Wesmartpark, Wazypark, Waze o Shipeer, en lugar de conectar empresas con clientes, conectan personas con personas.

Por eso, en ellas podemos encontrar todo tipo de opciones: particulares que alquilan su coche, otros que publican su viaje para ocupar las plazas de su vehículo, alquiler flexible de coches por horas o días o el parking de un particular donde poder estacionar tu vehículo.

En el caso de que sea un chófer o un taxista la persona encargada de ofrecerte los servicios de desplazamiento, entonces hablaríamos de aplicaciones como Cabify, Uber o Joinuptaxi. Las dos primeras pueden entenderse como empresas que proporcionan a sus clientes una red de transporte privado que conecta los pasajeros con los conductores de vehículos que ellos tienen registrados.

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Agudizando el ingenio

En el caso de Joinuptaxi, la idea es ahorrar compartiendo tu taxi con más gente, sin la necesidad de preguntar a otros si quieren subirse contigo y compartir gastos, incluyendo tu destino en la aplicación.

Está comprobado que la crisis agudiza el ingenio y también cambia los hábitos sociales. Puede que esos sean los motivos por los que Blablacar ni siquiera haya necesitado de importantes esfuerzos en publicidad para haber llegado al lugar en el que se encuentra. Para Jaime Rodríguez, country manager de Blablacar en España y Portugal, no se trata de un medio de transporte, sino de una red social que conecta a usuarios particulares que realizan un trayecto común y comparten gastos promoviendo una forma de moverse diferente, “un viaje social”.

“Creo que con nuestro objetivo y nuestra tecnología estamos respondiendo a nuevas necesidades de nuevos consumidores. Estamos viendo un cambio de mentalidad de consumo global, en el que cada vez se prima el poder acceder a bienes o servicios antes que a poseerlos”, afirma Rodríguez. No todo el mundo necesita tener un coche, sólo tener acceso a viajar en coche. Para estas empresas el objetivo es dar acceso a múltiples servicios de movilidad desde una misma plataforma.

“El objetivo es dar acceso a múltiples servicios de movilidad desde una misma plataforma. Es decir, los propietarios de coches pueden ahorrar costes mientras lo están utilizando con el coche compartido, pero a su vez, también pueden rentabilizar sus vehículos cuando estén parados con el alquiler de coches entre particulares”, asegura Diego Ochoa, marketing manager de Amovens. Además afirma que su empresa nace con una dimensión económicamente contracíclica, es decir, que pueda encontrar un contexto positivo en este periodo de grave crisis económica; al permitir reducir los costes de los desplazamientos cortos o largos, la conducción compartida representa una forma de ahorrar que atrae aún más en el periodo actual.

Socialcar es otra de las aplicaciones móviles que podemos encontrar en esta suculenta lista de alternativas de transporte y que según Mar Alarcón, fundadora de la empresa, no nace con la idea de crear nuevas flotas sino con el objetivo de dar uso a las que ya existen. “Nuestra filosofía es la de solucionar problemas. Les damos una solución de movilidad a nuestros clientes, ya sea mediante el alquiler de coches entre particulares, o conectando a propietarios del vehículo con conductores que desean alquilarlos. Somos el número uno en alquiler de vehículos particulares en España”.

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A esta moda se suma también Cabify, aunque con un servicio un tanto diferente. A través de esta aplicación, tú puedes reservar un coche y que un chófer particular te recoja donde desees para hacer trayectos urbanos puntuales. Hace unos años, esto podías hacerlo realizando una reserva con cierta antelación y suponía cierta inflexibilidad.

Ahora, con tu smartphone en mano, la reserva la realizas en dos minutos. Es un servicio que no se asemeja tanto al modelo de compartir y colaborar, ya que los usuarios son clientes y los conductores, proveedores con licencia que cobran por unos servicios prestados. Y si nos preguntamos si estos señores por obligación necesitan una licencia que cumpla los mismos requisitos que la de un taxi, la respuesta es no.

Aun así, tal y como menciona Juan Ignacio García, director general de Cabify en España, en la empresa se contratan profesionales del sector transporte. “Son la imagen de nuestra marca, deben ser personas con experiencia, con conocimientos de la ciudad, con formación en protocolo, tarjeta de transporte y seguro en vigor. Además, muchos de ellos, por no decir la gran mayoría, son taxistas”, añade.

Y esto nos puede escamar si nos ponemos a pensar que estos servicios se han convertido en competencia directa para el taxi, como Uber o Blablacar para los autobuses. El enfado del sector transportes con las start-ups dedicadas a esto sigue siendo importante en nuestro país. Y de algún modo se puede entender. Estas empresas intentan cambiar el status quo y la forma en la que el sector lleva operando las últimas décadas.

Al mismo tiempo que los consumidores de este nuevo negocio reciben con los brazos abiertos a estos servicios, los operadores no les han dado la bienvenida. Tanto es así que incluso se ha solicitado en varias ocasiones la suspensión de alguna de ellas de forma temporal, aunque sin éxito, exceptuando el caso de Uber. La compañía norteamericana, que dejó de operar en España tras ser prohibida por un juez, ha regresado a Madrid para ofrecer su modelo de transporte en la ciudad.

Movilidad
Patricia Jadraque

Innovación tecnológica

La aplicación UberPop que está prohibida de forma cautelar en España, ha evolucionado hasta UberX, un nuevo servicio que pone en contacto a los usuarios con conductores profesionales que disponen de licencias VTC, una autorización de vehículos con conductor que ya usa, como mencionábamos anteriormente, su competidor Cabify.

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Esta era la única manera de que la compañía se dotara de un escudo legal que le permitiera competir con el sector del taxi.

Lo cierto es que la cantidad de páginas web y aplicaciones de este tipo ya es casi infinita pero, ¿son realmente de consumo colaborativo?

Hay quien entiende que sí y quien lo niega rotundamente. Es verdad que no existe una definición exacta que nos permita meter o no en el saco de lo colaborativo a unas y otras aplicaciones, pero hay que tener cuidado, ya que con el auge actual de estas plataformas podemos equivocarnos.

Aplicaciones como Amovens, Socialcar o Blablacar se definen como plataformas colaborativas porque ponen en contacto a personas para que puedan usar juntos unos recursos de forma más eficiente tanto económica como ambientalmente. Sin existir por tanto ningún ánimo de lucro por parte del conductor.


100 billones

El negocio y facturación derivado de las aplicaciones para móvil generará un mínimo de 100 billones de dólares, esto es, de 100.000 millones de euros, a partir de 2020 en todo el planeta, de acuerdo con estimaciones de la consultora tecnológica Gartner.


Incluso está limitada la aportación que los conductores pueden solicitar a los pasajeros para que no puedan entrar en el área de beneficio. Pero también hay que destacar que en el caso de Blablacar o Socialcar se cargan unos gastos de gestión que están entre el 10% y el 20% de la aportación del pasajero al viaje, por lo que existe un lucro, por mínimo que sea.

Lo mismo ocurre, por ejemplo, con Joinuptaxi, donde el modelo de negocio consiste en el cobro de una comisión de 0,99 euros a los taxistas por cada trayecto que logren a través de la aplicación mientras que los viajeros pueden usar la aplicación de manera gratuita. Que la sociedad está cambiando es evidente, que las nuevas tecnologías motivan el impulso, también, que la crisis ha sido uno de los pilares que ha conllevado la creación de este tipo de aplicaciones, también.

Queda por saber si esta situación irá cada vez a más o, si por el contrario, seguirán siendo muchos los reticentes que se negarán a ‘prestar’ su vehículo y preferirán disfrutarlo en solitario. Porque un coche es para eso, para disfrutarlo. Dependerá de cada uno la manera de hacerlo.

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