Fiat lleva dadas muchas vueltas en la plaza del pueblo buscando novio, y ahora parece que ha sido ella quien ha propuesto en matrimonio al hijo del alcalde.
Pues no lo veo.
Era el proyecto de Marchionne: Salvó a “la Fiat” comiéndose al grupo Chrysler, porque al final se lo comió —insisto, las fusiones no existen—. Pero Marchionne era el mejor. El más listo de la clase. Consiguió comprar un grupo mucho mayor sin poner ni una lira. Eliges el momento en que la Bolsa hace que parezca que tu empresa es casi tan grande como la otra, amenazas a los bancos con megacrisis y pérdida de los créditos y… ¡Et Voilà! —¡C’è!, debió decir él—.
Una vez digerido el osobuco, al Grande Sergio se le había vuelto a abrir el apetito. Se lo pasó como un enano en cada salón del automóvil tirándole los tejos al resto de fabricantes.
Al final, desgraciadamente, al capo di tutti capi no le dio tiempo y dejó el proyecto inacabado.
Su testigo lo cogió Mike Manley (no voy a hacer el chiste fácil, no) y no ha tardado mucho en buscar pareja. La razón es muy sencilla: FCA necesita que alguien le pague la fiesta del vehículo eléctrico. Sus proyectos de inversión se van a comer todo el beneficio de los próximos años y eso es malo para su valor en Bolsa.
Y si valgo poco, no puedo fusionarme: me fusionan.
Pero es que Renault tiene compromisos previos. El día de la boda van a aparecer dos novios (Nissan y Mitsu) y van a decir que tienen algo que decir para no tener que callar para siempre. Y todos sabemos cómo se las gasta Nissan; si no, que se lo digan a Ghosn.
Lo que está claro es que con la caída de beneficios y los nuevos retos automovilísticos hacen falta apoyos para pagar entre todos las terribles inversiones a las que hacer frente, igual que a las incertidumbres. Resulta que ahora a la gente le ha dado por usar y no por comprar y eso, para el que vende, pues como que se hace un poco bola.
El grupo actual que conforma Renault vende más de 10 millones de coches. Si suma FCA, será el mayor grupo mundial de lejos, con 14 millones de coches… Pero son 10 millones contra cuatro. Para mí, que la sede no va a estar en Turín.
Por eso FCA se ha puesto las pilas. Se ha dado cuenta de que se le pasaba el arroz y ha decidido que todavía puede ofrecer algo, pero como espere un poco más… se arriesga a convertirse en esa eterna solterona —o eterno soltero, por supuesto—, siempre de negro, con las medias ajustadas a media pantorrilla y moño con dos horquillas a la que no quieren sacar a bailar ni los novios de juventud.
Pues eso, que soy muy pesado, pero las fusiones no existen. Y aquí alguien se va a comer a alguien.