Las ciudades europeas se enfrentan a un reto económico y estratégico crucial si pretenden cumplir con los ambiciosos objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero establecidos por el Pacto Verde de la Unión Europea de cara a 2025.
El informe Cost and Benefit of the Urban Mobility Transition, elaborado por el EIT Urban Mobility, que se presentará el 6 de noviembre en el Tomorrow Mobility World Congress (TMWC) de Barcelona, advierte de que será necesaria una inversión adicional de al menos 1.500 millones de euros para implementar medidas de movilidad sostenible que permitan alcanzar dichas metas.
Impulsado por el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT), el estudio plantea una simulación detallada de tres posibles escenarios de transición hacia la movilidad sostenible con 12 prototipos de ciudades europeas y los resultados reflejan la diversidad de los entornos urbanos en la Unión Europea, ofreciendo “una perspectiva clara sobre los desafíos y oportunidades que enfrentan las ciudades del continente” en su camino hacia la descarbonización del transporte urbano.
Uno de los principales hallazgos del informe es que, aunque los avances tecnológicos en la movilidad urbana son esenciales, “no serán suficientes” para cumplir con los objetivos climáticos establecidos por la Unión Europea.
De acuerdo con el análisis, los avances tecnológicos podrían reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 21% en 2030 pero, para alcanzar la reducción del 44% requerida por el Pacto Verde, será necesario adoptar medidas mucho más estrictas que incluyan “cambios significativos” en el comportamiento de los ciudadanos y “una mayor aceptación pública” de las nuevas políticas de movilidad.
Renovación de flotas con subvenciones
Dentro del informe y los tres escenarios posibles de transición hacia la movilidad sostenible, todos varían en cuanto al nivel de adopción tecnológica y la implementación de políticas públicas que fomenten el uso de transporte limpio.
Entre las 39 medidas analizadas en el estudio destacan la renovación de flotas de vehículos subvencionadas, el despliegue de Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) y Zonas de Tráfico Limitado (ZTL), el cobro por el uso de las infraestructuras viales, la promoción de la movilidad compartida y la organización de días sin automóviles.
El impacto de estas medidas no solo permitirá reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también “tendrá repercusiones positivas en la calidad de vida en las ciudades europeas”.
Además de los beneficios para la salud pública, el estudio prevé una mejora notable en la seguridad vial. La construcción de infraestructuras más seguras, combinada con la adopción de sistemas de transporte inteligentes, podría reducir hasta en un 70% las muertes por accidentes de tráfico en 2050, indica el informe.
De su lado, las acciones más efectivas para reducir el uso del automóvil privado y las emisiones vinculadas al transporte implican, según el informe, una combinación de mejoras en el transporte público, el fomento de la movilidad compartida y la implementación de restricciones de acceso en las zonas urbanas, como las zonas de bajas emisiones.
Estas medidas, además de reducir las emisiones, “podrían aumentar en un 7% el uso del transporte público y disminuir en un 16% los desplazamientos en automóvil privado” a partir de 2030.
Priorizar las inversiones correctas en movilidad limpia
Maria Tsavachidis, presidenta del Tomorrow Mobility World Congress, ha destacado durante la presentación del informe la necesidad “urgente” de priorizar inversiones estratégicas en infraestructuras y políticas de movilidad sostenible.
«El informe subraya la urgencia de priorizar las inversiones correctas en movilidad limpia y sus retornos positivos para la salud y el medioambiente. El transporte público emerge como la solución más asequible e inclusiva para reducir las emisiones de dióxido de carbono», ha explicado Tsavachidis.
El estudio no solo señala el impacto ambiental positivo de la transición hacia una movilidad más limpia, sino que también resalta los importantes beneficios para la salud pública.
Un cambio hacia modos de transporte más activos, como caminar o usar la bicicleta, podría generar ahorros significativos en los costes asociados a la salud, y estimados en hasta 1.170 euros por persona a partir del año 2050. Estos ahorros estarían impulsados por la reducción de enfermedades relacionadas con el sedentarismo y la inactividad física, además de mejoras en la seguridad vial, por ejemplo.
Finalmente, e informe subraya igualmente que, independientemente del tamaño o las características de las ciudades europeas, la clave para una transición exitosa hacia una movilidad sostenible radica en priorizar el transporte público. Aunque la tecnología avanzada, como los vehículos eléctricos, será fundamental en este proceso, el éxito a corto y mediano plazo dependerá en gran medida de la capacidad de las ciudades para transformar sus sistemas de transporte actuales y fomentar el uso de alternativas más sostenibles.