Tales de Mileto decía: lo más grande es el espacio, porque lo encierra todo.
La forma en la que se reparte el espacio es decisiva para entender nuestra situación en el mundo. El espacio físico no solo es dónde estamos, sino también cuánto espacio conquistamos y lo que hacemos en ese espacio.
El espacio verbal no es solo el tiempo que tenemos la palabra, sino el lenguaje que utilizamos. Hay otros espacios como la cultura o el entretenimiento, y un espacio esencial: el que ocupamos en la sociedad, en el que se incluye también el espacio que invadimos de otras personas o el espacio al que no permitimos acceder a otras personas.
Todo se determina en el espacio, y las desigualdades que se producen a nuestro alrededor, y a lo largo del planeta, tienen mucho que ver con los espacios ocupados, quiénes lo ocupan y cómo los ocupan.
Lecciones prácticas de Mansplaining en el patio
Si nos asomamos al patio de un colegio, vamos a observar cómo las niñas y los niños se distribuyen de manera desigual: ellos estarán en el centro jugando a la pelota mientras que ellas se quedarán en los laterales saltando a la comba o hablando. Hay numerosos estudios acerca de este fenómeno. Sin embargo, no es algo específico de la infancia.
Dice la directora de operaciones de Facebook, Sheryl Sandberg, que la mayoría de las mujeres se presentarían como candidatas a un puesto de trabajo si consideran que cumplen el cien por cien de los requisitos, mientras que los hombres se presentarían cumpliendo solo un 60% de esas capacidades.
¿Por qué? El sistema nos ha convencido a las mujeres de que valemos la mitad de lo que valemos y ha convencido a los hombres de que valen más de lo que valen.

¿Y qué tienen que ver los espacios? Tiene que ver que el espacio de las mujeres ha estado reservado a lo privado y familiar, mientras que el espacio de los hombres ha sido históricamente público y notorio. Y este es uno de los motivos por los que las mujeres nos infravaloramos desde la infancia en todo lo que está relacionado con el espacio público.
Sensaciones, espacios
Desde que nacemos nos imponen un género (femenino o masculino) que construye nuestra forma de estar en el mundo.
Por este motivo, según un estudio, las niñas a partir de los seis años ya se consideran menos inteligentes que los niños.
Y a medida que vamos cumpliendo años, esta sensación se intensifica, porque cada vez somos más conscientes de cómo están distribuidos esos espacios: en qué espacios estamos y en cuáles no.
El espacio de las mujeres ha estado reservado a lo privado y familiar, mientras que el espacio de los hombres ha sido históricamente público y notorio
Uno de los causantes relacionados con esta percepción de las mujeres de su lugar en el mundo, es el reparto desigual de esos espacios.
En la vida a adulta, algunas de las invasiones de estos espacios por los varones están categorizados con nombres como manspreading, mansplaining y manterrupting, lo que significa, hablando en cristiano, cómo los varones se apropian del espacio físico de las mujeres, el espacio verbal y el espacio del conocimiento.
Manspreading y los espacios ocupados: este sitio es mío
El manspreading es la apropiación, por parte de los hombres, del espacio físico ajeno, por ejemplo, cuando se sientan con las piernas abiertas ocupando el espacio de la mujer que tienen al lado.
El Metro de Nueva York hizo una campaña contra este privilegio pidiendo a los varones que no ocuparan espacios ajenos, una campaña que se extendió a Japón, Australia, e incluso Madrid.
Mansplaining: yo sé más que tú
El mansplaining lo evidenció a la perfección la escritora Rebecca Solnit en su libro Los hombres me explican cosas.
El exceso de confianza en ellos mismos, y una buena dosis de ignorancia, lleva a muchos hombres a explicar a las mujeres asuntos que ellas conocen mucho mejor. Solnit explica cómo mujeres especialistas en un tema son silenciadas en conversaciones por hombres que apenas saben del asunto, pero que usurpan su espacio verbal y ningunean sus conocimientos.

Ella misma ha tenido que observar, en silencio, cómo algunos hombres le daban lecciones sobre temas en los que era especialista, e incluso citaban el propio libro de Solnit como fuente, sin saber que era ella misma.
Manterrupting, interrumpiendo que es gerundio
El manterrupting es un término acuñado en el estudio Why Women Stay Quiet at Work, de Sheryl Sandberg y Adam Grant, en el que constataron que los hombres interrumpen más, e interrumpen más, sobre todo, a las mujeres. Esto genera, obviamente, que las mujeres intervengan menos en espacios sociales reservados a los hombres, como puestos de responsabilidad en el trabajo, la política o lugares de poder, entre otros.
Sin embargo, la ocupación de los espacios de los varones en los espacios de trabajo no se limita solo al manterrupting y al manspreading. Si nos atenemos a las estadísticas del INE, en el año 2018, el porcentaje de mujeres en el conjunto de Consejos de Administración de las empresas que forman parte del Ibex 35 era del 22,2%, porcentaje sin duda insuficiente.
Los hombres interrumpen más, e interrumpen más, sobre todo, a las mujeres
El techo de cristal es real, y mientras no existan las cuotas en las empresas privadas, seguiremos arrastrando la desigualdad.
Las cuotas, que son las políticas dirigidas a favorecer y corregir esta infrarrepresentación, son las únicas herramientas que existen para corregir la discriminación que sufre la mujer, ya que esto no se ha producido jamás, en ningún país ni en ninguna empresa, de forma espontánea.
Así que ahora, cada vez que estés en una reunión de trabajo y sean todo hombres, o mayoritariamente, analízalo:
¿Están los espacios ocupados de forma equitativa a tu alrededor?










