En varios momentos del verano, entre vino y vino, me ha venido a la cabeza la operación Volkswagen-Europcar.
Aún no tengo una opinión lo suficientemente formada en relación con este movimiento —la compra de la segunda por parte de la primera—, por lo que he tratado de concentrar la cosa en esto que vienen a llamarse facts, los hechos. Resumo.
Volkswagen entró en el capital de Europcar en 1988. El touroperador belga Wagon-Lits la había comprado en mayo (por una cantidad que no se conoce) y acordó vender el 50% a Volkswagen, que firmó la operación a cambio de integrar en esta nueva joint venture su firma de alquiler de coches Interrent.
Volkswagen se hizo con el restante 50% en diciembre de 1999, por 128,3 millones de libras. Compró esa parte a Accor, que en 1991 había fagocitado a Wagon-Lits. En esa época Europcar tenía 2.900 oficinas, 5.200 empleados y 138.000 vehículos de flota. En 1988 tenía solo 30.000.
Me da la impresión de que los alemanes van a encontrar mucho polvo debajo de la alfombra
Volkswagen traspasó Europcar en 2006 por 3.320 millones de euros al fondo de inversión Eurazeo, con la deuda incluida en ese precio.
En julio pasado, la acaba de absorber, de nuevo, abonando 2.900 millones, incluyendo un todavía abultado volumen de deuda.
Europcar viene de una vorágine de crecimiento sin freno que se le ha atragantado y que, de hecho, casi provoca su desaparición. De eso hace muy pocos meses. Eso ha sido ayer, como quien dice. Y ha conseguido refinanciar parte de su deuda, pero sus obligaciones siguen siendo elevadas dado su volumen.
La firma con sede en París aún mantiene pérdidas y su flota de vehículos bordea las 200.000 unidades, tras aplicar un duro y apropiado recorte desde los 325.000 coches de flota de 2019. Da trabajo a 9.300 empleados, tras desprenderse de unas 2.000 personas en los dos últimos años, y gestiona 2.200 cargos directivos.
Volkswagen tendrá la capacidad de explotar al máximo líneas de negocio como Goldcar o la movilidad urbana
La relación entre Volkswagen y Europcar siempre ha sido excelente, estando o no bajo su control.
Pero me da la impresión de que los alemanes van a encontrar mucho polvo debajo de la alfombra de una empresa que poco o nada debe tener que ver hoy con la que un día estuvo bajo su paraguas.
También hay que decir que Volkswagen tendrá la capacidad de explotar al máximo líneas de negocio como Goldcar o la movilidad urbana, que Europcar no ha podido exprimir por falta de capacidad económica.
Como joven padawan que soy, razonables dudas asaltan a mi persona con esta operación que acaba de levantar Volkswagen, la verdad sea dicha, pero una cosa está clara: que algo tendrá el agua cuando la bendicen.