Inglaterra tiene la sana costumbre de valorar y promocionar sus puntos fuertes como nadie. En el caso de la clásica sastrería londinense para caballeros, el país estira y estira su fama sin cesar.
La imagen que ven bajo estas líneas forma parte de una colección de sellos emitida por la Real Casa de Correos Británica, que en 2012 rindió tributo a algunos de sus diseñadores de moda más conocidos. La silueta representa la figura de Thomas Albert Nutter, Tommy Nutter, el joven sastre —Nacido en Gales, por cierto— que revolucionó el concepto global de la vestimenta masculina clásica en la década de los años Setenta del siglo pasado con una estética inconfundible.
Sus trajes cortados con solapas extraanchas, hombreras pronunciadas y con el contrapunto que proporcionaba una chaqueta entallada seguida de unos pantalones de campana dio un vuelco a las anquilosadas mentes de los sastres de Savile Row, la célebre calle de Londres conocida mundialmente por sus exclusivos establecimientos de trajes para caballero.
Para entender a Tommy Nutter, lo que representó y cómo la entonces vetusta Savile Row terminó respetándole y considerándole como uno de los suyos, hay que remontarse a una década antes. O un poco más.
En la década de los Sesenta, el vestuario masculino experimentó la mayor revolución en su historia, probablemente.
Y con seguridad que esos cambios tuvieron mucho que ver con cómo estaba evolucionando el mundo, con sus movimientos geopolíticos y con la entrada en los escenarios globales de nuevas preferencias culturales, musicales y experimentales.
Estamparon las camisas con paisleys y dibujos imposibles. Introdujeron las túnicas inspiradas en la época de La Regencia…
Uniformidad y revolución
Si se echaba la vista 50 años atrás, la manera de vestir del hombre, y sus trajes, apenas habían variado. La uniformidad lo cubría todo.
Hasta que, poco a poco, la cosa fue cambiando.
Los modistos empezaron a introducir colores tremendamente vivos en los pantalones para caballero. Y los ensancharon. Estamparon las camisas con paisleys y dibujos imposibles. Introdujeron las túnicas inspiradas en la época de La Regencia… Esa explosión se concentró en el segundo lustro de la década. Fue la culminación de un lago proceso, por decirlo así. Porque su germen latía desde, incluso, finales de los años 50.
Y lo hacía gracias a un loco de la moda masculina, John Stephen, el verdadero precursor de la moda jipi, el creador de los trajes sin solapas —en 1959 ya los vendía— que popularizarían The Beatles muchos años más tarde y, según algunos, el primero que estampó en sus escaparates de ropa más o menos asequible las camisas de hombre con motivos diferentes, coloridos y brillantes.
Stephen llegó a poseer más de 15 tiendas de ropa de hombre en Carnaby Street, en Londres.
De hecho, él fue el alma de dicha calle, donde en los Sesenta florecería toda la modernidad de la vestimenta masculina. Literalmente, la calle se convirtió en la pasarela mundial de la moda de hombre.
Tanto es así, que todo ese caldo de cultivo confluiría en un popular término acuñado en un artículo de 1968 escrito por un columnista de Esquire, George Frazier, que analizaba la moda y mencionaba Carnaby Street.
Frazier bautizó la época como the peacock revolution (la revolución del pavo). El hombre, después de décadas, de una historia entera marcada por la sobriedad en su manera de vestir, había decidido cambiar eso.
Nutter fue un gran estudioso de la sastrería y conocía el protocolo como nadie
Y qué mejor símil que el exhibicionismo plumífero del pavo para retratar el momento y esa nueva manera de entender la vida —y de vestirse— del caballero.
Los días de gloria de Stephen, precisamente, se agotaron con la llegada de los días de la revolución del pavo, cuyos diseñadores y sastres hicieron suyas casi todas las creaciones de quien puede ser considerado como una de las mentes más innovadoras —e injustamente olvidadas— en la historia de la moda masculina.
Tommy Nutter: Aprendiéndolo todo
Y en este punto nos topamos con Tommy Nutter. En 1969. Se acaba de instituir una nueva corriente en la moda masculina, y justamente Nutter acaba de abrir su flamante sastrería, Nutters Of Savile Row, en el número 35 de esa calle.
Para inaugurar el establecimiento, en el que también figuraba como socio el maestro cortador Edward Sexton —a cuyas tijeras también debe atribuirse un buen porcentaje del éxito de Nutter—, el sastre contó con el respaldo financiero, entre otros, de su amiga y estrella de la televisión británica de entonces, Cilla Black o del director de la productora musical de The Beatles.
Desde comienzos de los 60, Nutter había vivido esa revolución de la moda masculina, pero desde la trastienda de Donaldson, Williams & Ward, una respetable sastrería situada en Burlington Arcade, a 600 metros de Savile Row, donde trabajó siete años, empezando como aprendiz.
Allí lo aprendió todo sobre la sastrería, allí coincidió con su socio Sexton y, cuando se fue, lo hizo para inaugurar Nutters.
Cuando abrió el establecimiento, Savile Row estaba completamente anclada en el pasado. No hay que olvidar ciertos detalles, como que Henry Poole, la sastrería que ‘fundó’ Savile Row, llevaba —y lleva— allí desde 1847. Decir que la manera de ver las cosas del establishment sartorial de entonces era muy conservador era quedarse corto.
El éxito de Nutter fue absoluto. Consiguió trasladar toda la revolución del peacock al Row y transformó por completo los aburridos escaparates de Savile Row
La cosa es que, casi de inmediato, el éxito de Nutter fue absoluto. Consiguió trasladar toda la revolución del peacock al Row y transformó por completo los aburridos escaparates de la calle, siempre en blanco y negro, con sus atrevidas y coloridas propuestas.
Y su gran éxito residió, en esencia, en que respetó al máximo los cánones sartoriales de Savile Row. Sus trajes para caballero eran tremendamente llamativos y se situaban en un plano estético completamente alejado de lo que se estilaba en esa calle, pero estaban bien medidos, bien cortados y bien cosidos.
Hardy Amies, que además de ser el modisto de cámara de la reina Isabel II ha sido uno de los hombres mejor vestidos, y que tenía tienda en Savile Row, se convirtió en cliente asiduo de Tommy Nutter. “Confecciona trajes alegres y actuales que están enclavados en las raíces más profundas de la artesanía y el conocimiento de Savile Row”, dijo Amies de él.
Para llegar al arte abstracto, Picasso y otros tantos genios del arte pasaron primero por un proceso de aprendizaje puro, de conocimiento y puesta en práctica de las técnicas clásicas.
Algo no muy diferente hizo Tommy Nutter, que se supo granjear el respeto de las vacas sagradas del Row y, por qué no negarlo, puso algo más que un granito de arena en devolver el lustre perdido a la calle de los sastres.
El antisistema sartorial
Muchos de sus clientes aseguraban que los conocimientos de Nutter sobre las técnicas sartoriales eran tan profundos que le permitían pasar horas y horas hablando de ello.
Fue un apasionado de su trabajo y tan minucioso que era “capaz de discernir sobre el correcto uso y ocasión para unos semi o full brogues” (un tipo de zapato con perforaciones), afirmaba un amigo suyo en el obituario que le dedicó el periódico inglés The Independient tras su muerte en 1992, con apenas 49 años de edad.
No obstante, no parece que esos conocimientos fueran los que engancharon al sastre con toda la beautiful people de la música y las artes de la época. Nutter dio el pelotazo definitivo sin que se hubiera cumplido un año desde su apertura.
Quizás por sus lazos con los agentes de The Beatles, o fuera por la razón que fuera, si observan la fotografía que ilustra el disco ‘Abbey Road’ (Apple Records, 1969) del famoso grupo musical de Liverpool, los tres primeros integrantes (John Lennon, de blanco, Ringo Starr, de negro y Paul McCartney, de azul), caminan vestidos con trajes cortados por Tommy Nutter. Un prodigio.
George Harrison, que era un fan acérrimo de los vaqueros, se negó a utilizar traje para la sesión fotográfica. En el lado opuesto, a Ringo Starr le encantaba el estilo de Nutter, y utilizaba sus servicios.
La fotografía con la que comienza este reportaje, el sello conmemorativo, utiliza un traje en cuadros Príncipe de Gales que el sastre confeccionó en exclusiva para Ringo Starr y que se publicó en la revista Vogue. Es, quizás, su prenda más identificativa. Aquí lo pueden ver..
The Beatles colocó a Tommy Nutter en el olimpo de la fama en el universo de la moda de entonces. Además, se suponía que era un rebelde, un antisistema sartorial. Este punto, por supuesto, era un extra más para atraer a cualquier personaje cool de la época.
Pero, para cualquier estrella del rock de los años Setenta, eso no era un punto más, sino la clave. Para ellos, para Mick Jagger, para David Bowie o Elton John —tan fácilmente identificables por su vestimenta los dos últimos—, Nutter les proporcionaba ese halo transgresor y moderno que tanto gusta a tantos artistas; también les aportaba otro plus: un elevado grado de aparente despreocupación estética.
Apariencias geniales
Con su pelo largo y esos trajes de dos o tres piezas con pantalón y solapas anchos, con colores estridentes y combinaciones difíciles… ¿Alguna persona de la calle podría imaginar que esos ternos estaban confeccionados a medida? ¿Que podrían costar 5.000 euros a precio de hoy? ¿Que el señor Jagger, por ejemplo, se habría hecho cuatro medidas previas a la entrega definitiva de cualquiera de los múltiples trajes que le cosían en Nutter?
Difícilmente, la verdad.
Y además de todo ello, el círculo natural de trabajo se cerraba para Nutter con su hermano, David. Era fotógrafo profesional, y para más inri trabajaba para muchas estrellas de la música, como Elton John, que además era su amigo personal.
De este modo, las oportunidades para promocionar sus trajes eran muchas, y con un tipo de target completamente perfecto.
El punch de Nutter se consolidó con fuerza durante los primeros años de los Setenta, pero poco a poco fue perdiendo predicamento. Incluso introdujo una línea de ropa preconfeccionada propia de la mano de los grandes almacenes de moda masculina Austin Reed, que presentó suspensión de pagos en 2016 tras 116 años de historia.
De Bianca a Batman
Aunque estaba especializado en trajes para caballero, Tommy Nutter también cosió espectaculares creaciones para mujeres, como este esmoquin blanco que lució una de sus mejores clientas, Bianca Jagger, y que en su época causó furor
Entonces no era tan habitual ver a una mujer vestida de esa manera, y menos como atuendo para llevar a diario. Nutter también confeccionó los trajes de boda de Bianca y Mick Jagger, y también fue sonado un traje de terciopelo rojo que hizo para la cantante Twiggy. Eric Clapton, David Hockney, Andrew Lloyd Weber… Nutter vistió a un increíble universo de artistas de todo tipo. Incluso al Joker. El traje morado y centelleante que viste el actor Jack Nicholson interpretando The Joker en Batman (1989) es obra de Tommy Nutter.
Nutter también hizo una incursión en Japón, y llevado por su obsesión con todo lo relacionado con la excelencia sartorial creó allí la firma ‘Savile Row’.
Fueron años veloces. Todo pasaba deprisa. En 1976, Sexton, su socio inicial, le compró su parte del negocio en la sastrería. Nutter llegó a un acuerdo con la entonces prestigiosa sastrería Kilgour, French & Stanbury (hoy Kilgour, en manos de un fondo de inversión, como buena parte de las sastrerías del Row), y consiguió disponer de su propia marca dentro del establecimiento.
La disputa legal
En 1983, Nutter volvió a Savile Row —fue entonces cuando Edward Sexton tuvo que abrir tienda nueva, ya con su nombre—, pero con un establecimiento centrado en ropa para caballero ya confeccionada en el que, por supuesto, también ofrecía sastrería a medida.
Del estilo de Tommy Nutter se ha copiado todo, y por parte de todo tipo de firmas, sean o no de lujo.
Muchos de los principales museos de moda del mundo cuentan en sus exposiciones con alguna de sus creaciones. En 2011, el Museo Textil y de la Moda de Londres realizó una retrospectiva maravillosa (Tommy Nutter: rebel on the Row) sobre el sastre, que falleció en 1992.
El nombre de Nutter ha seguido sonando con fuerza en el universo de la moda hasta hace menos de tres años. Tras la muerte del sastre, dos compañías rellenaron los formularios para adquirir los derechos de la denominación ‘Tommy Nutter’ para aprovechar la leyenda de su nombre.
Una de ellas fue la perteneciente al sastre del Row David Mason, que goza de los derechos de uso de otro ilustre: Anthony Sinclair, quien cosió los trajes para la saga de filmes del mejor Bond de la historia, Sean Connery.
La otra empresa fue Crombie, que produce artículos de moda para caballeros nada baratos. Crombie y Nutter mantenían relación desde que el sastre volvió a al número 19 de Savile Row, en 1983. Con ellos compartió tienda y Crombie era quien le suministraba tejidos.
La cuestión es que Crombie registró la denominación Tommy Nutter, y Mason, Nutters of Savile Row. Ambos utilizaron la marca y se enzarzaron en una disputa legal que concluyó a finales de 2013. En febrero de ese año, La Oficina de Propiedad Intelectual de Londres dio la razón a David Mason sobre los derechos de uso de la marca. Y un juez respaldó esa decisión.
El sastre defendía que Crombie no estaba utilizándola ni vendía ningún producto con esa denominación, por lo que consideraba que no tenía derecho a retener ese copyright.
Antes de que ambas partes encararan otro encuentro judicial más, llegaron a un acuerdo económico.
Crombie se quedó con todos los derechos de uso de Tommy Nutter, y desde entonces dispone de un departamento de confección a medida con ese nombre.
El nombre del del sastre que un día consiguió despejar la oscuridad de los escaparates de las sastrerías de Savile Row.