ESCRIBE: ALEJANDRO RODRÍGUEZ
Desde hace años, el aire que respiramos en las ciudades que habitamos es una preocupación en alza, difícil de mitigar si no es con acciones que entorpezcan nuestro desarrollo y bienestar.
A nadie se le escapa que la masa crítica contaminante se centra, sobre todo, en la industria y en el automóvil y, por ello, unos y otros procuran evolucionar hacia tecnologías limpias y renovables que mejoren la calidad de nuestro aire.
Centrándonos en el mundo del automóvil, existen a día de hoy tres combustibles alternativos al diésel o la gasolina que impulsan: vehículos eléctricos, híbridos y propulsados por Autogas o GLP.
En el primer caso, aunque todas las partes asumamos que, sin duda, deben ser el futuro de nuestra movilidad, los vehículos eléctricos a día de hoy no se pueden considerar una alternativa viable.
Para ello deben conquistar (y lo harán más pronto que tarde) tres mejoras claras:
Uno. Mayor autonomía para poder realizar recorridos de media distancia. Dos. Más infraestructura de recarga que acorte, además, el tiempo de carga de las baterías. Tres. Y menor coste del propio vehículo. Sin duda, la tendencia hacia las “Zero Emisiones” es imparable y la solución casi definitiva a la mejora del medio ambiente de nuestro planeta.
Con los vehículos híbridos tengo más dudas. Por un lado, se trata de una tecnología muy testada por todo el espectro de marcas, pero su aportación ecológica y su ahorro en costes de combustible son limitados. Aunque estos vehículos alcanzan su punto óptimo de ahorro y eficiencia medioambiental en zonas urbanas, lo cierto es que estas ventajas disminuyen considerablemente en trayectos interurbanos.
Este preámbulo me sirve para contextualizar el marco en el que Reflex decidió hace unos meses apostar por el GLP. Actualmente se mueven en Europa más de 15 millones de vehículos Autogas y España cuenta con una amplísima red de estaciones de servicio que lo suministran (más de 500 y creciendo cada año).
Este combustible permite ahorrar entre un 5 y un 15% con respecto al gasóleo y hasta un 20% si lo comparamos con la gasolina. Medioambientalmente, el Autogas apenas emite partículas NOx, causantes de esa terrible boina gris que adorna nuestras ciudades con demasiada asiduidad. No es un carburante tóxico y no explota en caso de accidente.
No olvidemos que este tipo de vehículos son “bifuel”; es decir, tienen el depósito de gasolina ordinario más otro destinado al de gas que va instalado en el hueco de la rueda de repuesto. Entre ambos proporcionan una gran autonomía. Aunque los usuarios que se inclinan por estos vehículos tienen el firme convencimiento de consumir GLP, la alternativa de la gasolina ofrece una enorme tranquilidad al conductor. El depósito de gas tiene una autonomía de entre 300 y 400 km, dependiendo del vehículo y de su conducción, y, una vez agotado, pasa de forma automática de gas a gasolina sin ningún cambio apreciable.
Desarrollo de infraestructuras, ahorro, seguridad, limpieza… sin duda, son muchas las ventajas que adornan al GLP. Aun así, creo que es difícil que el Autogas logre desbancar al diésel en la totalidad de las flotas de renting pero sí estoy convencido de que puede ser un complemento que contribuya a crear una flota más limpia. Si a ello sumamos las pasadas restricciones de circulación vividas en las grandes ciudades –y la posibilidad de que se repitan en el futuro- veremos cómo cada vez más gestores de flotas se interesarán por este combustible catalogado como “limpio” por el propio Ministerio de Industria.
El temor a las devoluciones y a la compleja recolocación futura de esos vehículos en el mercado ha hecho que hasta el momento no se ofrecieran vehículos de Autogas en la modalidad de renting flexible. Nosotros hemos apostado por alquilar vehículos GLP en este régimen porque tenemos la firme convicción de que el Autogas se hará un hueco en las flotas de nuestros clientes.
Es una apuesta firme y de futuro. Somos conscientes de que los cambios siempre son complicados. Es humana la resistencia a salir de la zona de confort e indagar lo desconocido aunque se presientan los beneficios. Por ello, creemos imprescindible que el Autogas, como todos los productos, convenza a través de la práctica y proponemos a nuestros clientes, simplemente, que lo prueben, que nos pidan un vehículo, tanto industrial como turismo, de cortesía y experimenten en primera persona cómo se comporta, cuánto ahorra pero, también, que compartan con nosotros esa sensación abstracta pero intensa de estar aportando una cuota de sostenibilidad al medio ambiente.
Otra pieza fundamental de este puzle son los fabricantes. La industria del automóvil, muchas veces criticada sin argumentos de peso, está dedicando una cantidad ingente de dinero y recursos en dotar a sus automóviles de tecnologías cada vez más limpias y eficaces.
Hemos probado prácticamente todo lo que hay en el mercado y podemos ayudar a nuestros clientes a elegir entre un abanico muy amplio de gamas, marcas y modelos que se ajusten a las necesidades de movilidad de cada empresa con el plus de fiabilidad que ofrecen los vehículos transformados desde la línea de montaje del fabricante.
Antes hablaba de la apuesta que ha supuesto elegir el GLP para ofrecer renting flexible. Detrás de esa decisión están todas las razones que he expuesto: un producto fiable y tecnológicamente avanzado, ahorros de combustible, una amplia gama de vehiculos en todas las categorías y la garantía de tener un automóvil limpio. Pero también la valentía de no pensar en los golpes y los riesgos que asume el que se adentra en una ruta desconocida y nueva para defender aquello en lo que creemos y deseamos. Y lo que deseamos es aportar nuestro granito de arena para que España supere la cuota del 0,2% en vehículos de Autogas y se acerque al 4% de la zona euro. Hemos sido los primeros, pero estamos convencidos de que dentro de no mucho tiempo habremos convertido el GLP en una tendencia al alza también en el renting flexible.
