“Esto ya se sabía”. “Tenía que pasar”. “Cómo no se ha actuado antes”. «La culpa es de Nissan».
Bla, bla, bla.
Porque la culpa es de ellos, claro. Y ahora que salgan a la calle los seudopolíticos que quieren solo coches eléctricos. Ahora que salgan a decir que es que es que las empresas no apoyan a Cataluña ni a la gente, ni al pueblo. Ese pueblo, ahora, que con el piti entre los dedos de una mano y el cortadito en la otra, dirá que qué vergüenza las empresas, que solo quieren beneficios.
Claro hombre, porque las empresas y su situación es accesoria. Lo que importa es que nosotros podamos salir a la calle a decir que es lamentable lo que contaminan los automóviles —pero solo los automóviles, ¿eh? El resto de actividades contaminantes, esas valen— y que si el coche eléctrico tal o cual.
Pero oiga, ¿Es que no ha ayudado suficiente Nissan? ¿Es que no ayudan los fabricantes de vehículos en este país? El recurso idiota de “es que ganan mucho” es el discurso que históricamente ha calado en este país y que miles de papanatas siguen pregonando. Que hace años, muchísimos años, esto sería así, que no digo que no pudiera serlo.
Hay que ser tont@ de baba para pensar que hoy en día las cosas funcionan de ese modo. Márgenes estrechísimos y competencia feroz con el resto de países es lo que hay. Poco más.
Menor rentabilidad para Nissan
Las factorías de vehículos se van porque aquí son menos rentables que en otros lugares, o porque son deficitarias, o porque no reciben el apoyo que debieran tener en función de lo que ellas mismas aportan a la sociedad.
¿Que ganan dinero? ¿Les resulta insoportable? No pasa nada, invierta usted. Sí, usted, el del piti entre los dedos. Váyase a lo micro, que no le voy a exigir que sea Nissan. Coja, qué sé yo, un crédito de 20.000 euros, monte un negocio y tire palante. A pelo. Solo. A ver qué piensa después de los emprendedores “que se forran” y de las empresas “que nos roban”.
Y ahora que Nissan ha chapado, ahora que salgan —como el lunes por la noche, sin ir más lejos— los y las estrellas de la radio, con sus acompañantes contertulios sapientísimos, a señalar las supuestas vergüenzas de la marca. Que si esto es intolerable, que si hay que ver… Por supuesto, sin tener ni puñetera idea del tema más allá del teletipo electrónico que han recibido y del titular.
Y yo me pregunto. ¿Pero… Cómo no se van a ir?
Ahora es cuando quiero oír decir a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que se muera el diésel. Ahora. Dígalo, si no pasa nada. Han dado un paso más. Tenemos a una ministra que tiene dos Peugeot diésel diciendo que se muera el diésel, y al ministro de Consumo Garzón “ayudando” con sus declaraciones al Turismo —no dijo ninguna tontería, eso sí—.
Ese ministro, por cierto, que cuando tiene un micrófono en la boca y le ve todo el mundo viste de moderno, pero que cuando está en lo privado, se deja ver de elegante traje por el palco del Teatro Real de Madrid, y con refrigerio en los entreactos por la patilla, por supuesto. Digno claro está, de todo un ministro (y acompañante, claro).
Para lo privado, ópera; para lo público, rock duro.
Que vivan las algaradas
Decía que quiero oír, ahora, a los que salen a las calles a protestar, pero no a los que están en Zona Franca y en las demás regiones afectadas de Cataluña por el cierre de Nissan, que tienen todo mi apoyo.
Quiero ver a esos primos suyos y a esos amigos suyos que montan el pollo cada vez que hay ocasión “porque es una vergüenza que no haya coches eléctricos” y porque “hay que exigir a las empresas…”. Pero claro, esos que la lían, cómo iban a imaginar que esto les iba a tocar a sus primos, a sus amigos.
A ver, que no me entero. Por la mañana, protestamos porque queremos coches eléctricos. Y por la tarde, protestamos porque cierran una fábrica. Tiene todo el sentido del mundo.
Ya saben lo que significa esto: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros” que decía Groucho Marx.
Pues eso. ¡¿Pero cómo no va a haber cierres en un país donde no se defiende la industria del motor, el 11% del PIB, desde el mismo Gobierno!?
Pero si ha llegado el punto la cosa de que el sector ha tenido que “arrancar” una reunión con el Ejecutivo a base de lanzamientos de Oposición…
¿Qué queremos? Tenemos justamente lo que estamos mereciendo con nuestro comportamiento como país hacia la industria de automoción.
Y mientras tanto, ya saben. Más coches eléctricos, por favor. Que muy mal se nos tiene que dar la cosa para que en el futuro y entre todas las factorías produzcan, qué sé yo, llámenme loco, 500.000 coches de cero emisiones al año entre todas las fábricas que ahora montan tres millones de unidades anuales.
Pero claro, ese volumen tiene que ser capaz de mantener todo el volumen de empleo y generación de riqueza que genera hoy.
Cómo no.
Y también dos huevos duros.