Corría la década de los 60 cuando el padre de Manel Ruiz le regaló una guitarra clásica diciéndole: “Tienes que aprender a tocarla porque te necesito en el negocio”. Y así, un jovencísimo Ruiz empezó a dar sus primeros acordes en el mundo instrumental.
“Siempre he vivido rodeado de música. Mi madre fue una precoz concertista y una gran profesora de piano. Mi padre, un emprendedor empedernido, creó una tienda de instrumentos musicales en la cual trabajé desde los 13 años. Recuerdo lo que sentí al tener en mis manos uno de aquellos prodigios por primera vez. Un producto de fantasía, mágico, capaz de transportarnos a un mundo de Öz desconocido”, reconoce.
Sin embargo, fue cuando se vio en la necesidad de aprender a repararlos y ajustarlos cuando su curiosidad y admiración se tornaron en pasión. Lo hizo de forma autodidacta ya que, en aquel entonces, no existían escuelas ni referentes para hacerlo. Utilizó la deducción y la lógica. “Eso fue lo que me llevó a observar las carencias y defectos de diseño que, como si no tuvieran importancia, se repetían (y se repiten). Tras una decepción comercial, decidí desarrollar instrumentos libres de aquellos defectos con la idea de que tanto bajistas como guitarristas los sintieran como parte de sí mismos”. Así nació Weisse Hügel.
Ahora viene la pregunta obligada: ¿Por qué un nombre alemán para unos instrumentos hechos en España? “El nombre de un gran producto es tan importante como su calidad, presentación y exclusividad, responde Ruiz. La marca forma parte de su imagen, por lo que además de inspirar confianza al público, debe hacer que éste se sienta especial. En el mundo de los instrumentos electrónicos, la mayoría de las marcas son de origen anglosajón, exceptuando algunas asiáticas que utilizan nombres españoles por considerarlos exóticos. Me considero europeísta y, como tal, busqué una marca que sonara europea además de que encerrara los conceptos que antes he mencionado. Considero que mis apellidos, Ruiz Parera, serían ideales para una guitarra clásica, pero no para una eléctrica. Por eso me incliné por Weisse Hügel. Un nombre alemán que además de permitirme crear un logo personal, añadió categoría a unos instrumentos tan exclusivos como innovadores”.
Tiene lógica.
Alma de jazz
Volvamos otra vez a los años 60, una década en la que vinieron a España un gran número de grandes del Jazz.
Los amplificadores CMB usados en los festivales de Jazz celebrados en Barcelona en aquel momento se fabricaban en la tienda del padre de Ruiz.
Esta circunstancia permitió a nuestro entrevistado codearse con personalidades de la talla de Ella Fitzgerald, B.B. King, Miles Davis o Duke Ellington, y enamorarse hasta el tuétano de este género musical. “Como nuestros equipos eran realmente buenos, más de uno acabó adquiriéndolos para su uso personal”, explica orgulloso. Ruiz tuvo también la fortuna de compartir grupo musical con formidables instrumentistas como Toni Carmona, Eugeni Gil, Eduardo Nicolás, Henri Lüks, Allan Sarret… “A ellos debo haber podido experimentar la problemática del día a día además de poner en práctica algunas de mis teorías”, afirma el luthier.
Pero esto no es todo, este polifacético profesional también se especializó en la programación de sintetizadores, colaborando con varios estudios de grabación y con algunos instrumentistas relevantes del momento como Miroslav Vitous, Joe Jones o Joe Zawinul. El que fuera teclista de Weather Report y Zawinul Syndicate y con el que llegó a mantener una gran amistad.
Toda esta experiencia acumulada sirvió a Ruiz para fabricar sus guitarras y bajos, de estética muy cuidada y sonidos extraordinariamente bien definidos. Están elaborados con materiales muy sofisticados —grafito, fibra de carbono, rutenio, titanio, acero y maderas nobles— que eliminan defectos encontrados en la mayoría de las guitarras y bajos eléctricos existentes.
Entre las características exclusivas de los productos Weisse Hügel destaca su perfecta ergonomía (que permite una adaptación a la morfología de cualquier persona), su sistema que permite controlar el comportamiento del aire en el interior del instrumento, alterando el movimiento de las cuerdas; una electrónica excepcional o la sujeción del mástil, el cual permite ser desmontado tantas veces sea necesario sin dañar el anclaje.
“Hay músicos de mucho nivel que utilizan nuestros instrumentos. Unos lo hacen en estudios de grabación y otros en directo”, finaliza con satisfacción su fabricante.










