Spectators, bicolores, saddles, jazz shoes… Da igual las veces que los haya visto vestir y cómo los denominemos. Son inconfundibles, siempre le han llamado la atención y cada vez están más de moda. Para nosotros, lo más sencillo es denominarlos zapatos bicolores y, aunque no todos tienen la misma forma, sí que están cortados por un mismo patrón de uso y absolutamente todos tienen el mismo y peculiar papá: los zapatos correspondientes. Sí, tal y como lo oye —mejor dicho, como lo lee). Co-respondent shoes.
Todo empezó más o menos en 1868, que es cuando el que quizás siga siendo el mejor zapatero del mundo, John Lobb (el que se mantiene en St James, en Londres, no la franquicia global propiedad de Hermès), se atribuye la creación del primer par de co-respondents.
En realidad, puede que al añadir una segunda tonalidad en cuero al ejemplar, Lobb sólo estuviera pensando en variar un poco los aburridos zapatos blancos de los jugadores de cricket. O diferenciarlos de los botines formales de la época.
O lo hizo para disimular un poco el barro durante y después de la práctica de este deporte; o, quizás, para facilitar algo el movimiento del pie introduciendo otro tipo de piel. O simple y llanamente, para aprovechar sobrantes de stock de bovino o vacuno. Quién sabe.
Lo único cierto es que, en algún momento entre 1875 y el fin de siglo, se pusieron de moda entre los entonces apodados como canallas.
Era un producto pensado para uso informal y deportivo —como tantos otros que luego se han popularizado entre la sociedad civil— y, además de gustarles a los cads (canallas), los co-respondents eran bastante utilizados por los lounge lizzards, hombres más o menos de buena familia que frecuentaban zonas de posibles, que iban bien vestidos y cuyo único objetivo era cazar mujeres ricas.
Y aquí es donde se origina la ligazón del uso de este tipo de zapato a su nombre.
A los lounge lizzards se les asociaba fácilmente con casos de divorcio, en una época en la que, no olvidemos, divorciarse era casi un caso de Estado. ¿Y por qué se les asociaba a ello? En la jerga legal y de abogados de la época, y a partir exactamente de 1857, al hombre que alternaba con una mujer casada y se le pillaba in fraganti se le denominaba co-respondent en los juicios de divorcio.
Y como normalmente esos co-respondents eran lounge lizzards o canallas, que adoraban llevar este tipo de zapatos bicolores, rápidamente se fraguó la equidistancia comparativa, el símil entre las dos partes.
Además, los dos colores del zapato sugerían de algún modo una ‘alternancia’ o cambio en la costumbre monocrómica del calzado, lo que fácilmente se comparaba con una relación de pareja.
En la puerta de la habitación
Como todo en esta vida, las malas lenguas tienen una versión diferente sobre el origen del co-respondent.
El punto de partida es el mismo, pero bastante más picante sobre el porqué de su nombre. Al parecer, los famosos co-respondents —el hombre, no el zapato— dejaban sus bicolores siempre en el pasillo de los hoteles en los que transitaban con mujeres casadas, por dos razones. Para que los empleados del hotel intuyeran quién estaba dentro de la habitación y, claro está, para que avisaran en caso necesario. Y así sería cómo habría nacido el nombre del zapato, según otros.
Una vez que obtuvieron ese curioso apelativo, los co-respondents continuaron sirviendo de sustento en los pies de todas aquellas actividades relacionadas con el deporte y el campo.
A comienzos del siglo XX, estos zapatos continuaban siendo un tipo de calzado proscrito para las clases pudientes y no sólo con posibles, sino para aquellas pegadas a la rígida formalidad del vestuario clásico masculino.
Periódicos, políticos y connoiseurs los calificaban como “horrorosos” e “inapropiados”, y su uso quedaba ligado al supuesto individuo con poca clase o, en gente de buena posición, únicamente a quien practicara cricket, golf y tenis. En 1915, un artículo de Vanity Fair incluía varios co-respondents en un bazar de moda, y el autor dedicaba casi todo el artículo a justificar su presencia, casi disculpándose.
“El lector habrá notado que mostramos unos zapatos más extravagantes que de costumbre. Admito la acusación. Extravagantes es una descripción muy suave del término. Debería ser radicales (…)”. No obstante, el autor ya consideraba los co-respondents como adecuados si se usaban en su contexto: verano, un club, el barco, jugando al tenis o al golf.
De algún modo que nunca se ha llegado a confirmar con seriedad, por mucho que decenas o cientos de internautas y entendidos se copien entre sí afirmando equivocadamente que fue Eduardo VIII el breve quien los introdujo en América en la segunda mitad de los años 20, la realidad es que los bicolores habían aterrizado mucho antes en EEUU, y por la vía del deporte.
El fabricante norteamericano Spalding, que le sonará por las pelotas de baloncesto, se atribuye la introducción de este tipo de calzado en el país, y aseguran que lo hicieron en su colección deportiva de 1906. Ese es el axioma general que se mantiene aquí y allá. Pero la realidad, cuando es palpable —o visible— es incuestionable.
Mucho antes que la fecha que señala Spalding, en 1871, y nada menos que sólo tres años después de que John Lobb supuestamente produjera los primeros co-respondents, existe una prueba gráfica (creemos, humildemente, que la primera) en la que se ven unos spectators —así los llaman los norteamericanos—.
En la ilustración se puede ver a algún miembro del equipo de béisbol Chicago White Stocking Club con botines bicolores.
Un año después, estos zapatos ya estaban más o menos extendidos entre muchos jugadores. Incluso George Wright, a quien se considera una de las primeras superestrellas del béisbol mundial, si no la primera, posa encantado con unos puestos en un famoso póster que fue subastado no hace mucho por 175.000 euros. Se supone que representa el primer anuncio de un deportista de béisbol y data de 1874. De hecho, la imagen del póster se tomó de otra que le hicieron antes, en el verano de 1872, y que también ha sido subastada.
En la puerta de la habitación
La verdad es que, una vez introducidos en EEUU, los bicolores se convertirían en un fenómeno de masas en determinadas décadas del siglo XX, con dos variantes básicas: los saddles, que en realidad era el tipo de zapato utilizado por las universitarias a partir de los años 30 y en los 40, más deportivo, y los spectators o jazz shoes puros, que discurrieron en paralelo y que mejor conocemos con los clásicos modelos blanco y negro que tantas actores y músicos lucieron.
Eran similares, ambos basados en un modelo Oxford, pero su base de diseño esencial era más formal que la de los saddles.
Y en este punto sí que introducimos a Eduardo VIII, el duque de Windsor. En uno de sus variados viajes a Estados Unidos, éste en 1925, llevó por vez primera unos co-respondents —a cada cual lo suyo, el duque era inglés— y, como quiera que las casas de moda copiaban todo lo que llevaba puesto el duque, este calzado que se servía para actividades deportivas empezó a introducirse en las colecciones de zapatos de verano y, en general, como complemento informal. Es decir, el duque los popularizó.
No hay que olvidar que en esta época, los años 20, todavía se consideraba inapropiado llevar este tipo de zapatos en ocasiones formales.
Pero el duque de Windsor era otra cosa. Recuerden en este caso, además, que él era un prototipo exacto de co-respondent. Cuando conoció en 1931 a quien sería su mujer y por la que dejó el trono de Inglaterra, Wallis Simpson, estaba casada en segundas nupcias. Simpson sólo se divorció cuando el duque de Windsor accedió al trono, en 1936.
Wallis Simpson fue una grandísima seguidora de los spectators —ella era norteamericana— y se los ponía en multitud de ocasiones, creando también tendencia allí por donde pasaba.
Si el uso de los bicolores fue aupado en cierta medida después de la I Guerra Mundial y empezaba a figurar en EEUU en los stocks de proveedores como Brooks Brothers, debido en parte a que proporcionaban una manera de vestir y “de ser” más feliz y moderna, también fueron engrasando poco a poco las mentes de las jóvenes norteamericanas, que fueron traspasando el uso deportivo de estos zapatos a una utilización informal del zapato y como parte del uniforme propio universitario.
Existen pedidos de saddles y abrigos a Brooks Brothers a mediados de los años 20, aunque fue a partir de los 30 cuando la mayoría de norteamericanas vestían los saddle shoes para salir a pasear o bailar. Unos todotiempo de la época, vaya.
Ahí también apareció otro impulsor de estos zapatos, el sorpasso del crack bursátil del 29, que dio lugar a una década de los 30 en la que había que revertir como fuera la gran depresión. ¿Y qué había más divertido que unos bicolores en un mundo todavía en blanco y negro?
Los Kennedy los llevaban en familia, los almanaques de mujeres
—sobre todo— y hombres promocionaban el zapato para uso informal, divertido y veraniego y ya no tenía connotación negativa alguna.
Otro aglutinador previo a la explosión total de los bicolores en el país se produjo a mediados de los años 30, con la aparición de las múltiples variables musicales del Swing.
Los jóvenes americanos convirtieron la música en su vida y los bicolores en una de sus inconfundibles señas de identidad. En 1937, unos saddles protagonizaron una portada del influyente magazine Time y 10 años después, aparecían en otra portada de la misma revista. Todavía seguían de moda.
Pocos años después, universitarios, jóvenes en general —repetimos, especialmente mujeres de todas las edades—, músicos y actores vestían spectators y saddles allí por donde pisaban. Desde el jazzista Cab Calloway a Robert Redford en El Gran Gatsby (1942), pasando por Fred Astaire, Rita Hayworth, Cary Grant o cualquier actor o cantante famoso que pueda ocurrírsele.
Elvis Presley también pisaba unos loafers bicolores fantásticos en Jailhouse Rock (1957) y a Sinatra le esperaban cientos de mujeres en los 50 vestidas con saddles.
En 1970, e incluso a comienzos de los 80, las cheerleaders seguían animando con todas sus fuerzas y saltando sobre sus bicolores.
Hoy, el golf parece el último reducto de los saddle shoes, y afortunadamente hay marcas que empiezan a retomar los spectators en sus colecciones.
¿Y saben quién acabo con todos ellos? Sí, la recurrente industrialización del calzado y la irrupción y proliferación de las zapatillas de deporte. Es cierto que eran y son 10 veces más cómodas, pero no pueden negarlo, por favor: jamás tendrán ni una décima parte de su encanto.
Desde Blas hasta las tendencias actuales
La influencia de los spectators ha llegado hasta los rincones más insospechados. Incluso Blas, de Barrio Sésamo, utilizó por vez primera unos bicolores en una actuación musical dentro de la serie (‘Doin’ the Pigeon’, 1973). Después, los llevaría puestos muchas veces. Los ejemplos de abajo se corresponden con modelos que algunos zapateros están lanzando en estos momentos. Todos pertenecen a la casa neoyorquina Awl & Sundry, que permite confeccionar los spectators casi con el color y tejido que elija. De izquierda a derecha, spectators a partir de diferentes bases: unos penny loafers, derby en ante azul y marrón, oxford negros y azules y unos interesantes monkstraps con puntera brogue.