Volvo Cars ha confirmado que fabricará en Estados Unidos un nuevo modelo híbrido antes de que termine la década, y ha enmarcado el movimiento en un contexto de políticas arancelarias impulsadas por la administración de Donald Trump y en su plan de adaptar la oferta a cada región.
La compañía ha situado el proyecto en su planta de Ridgeville, en Carolina del Sur, con el objetivo de ajustar producción y producto a la demanda local.
La planta de Ridgeville dispone de una capacidad instalada de 150.000 automóviles al año y produce hoy el EX90 y el Polestar 3, según ha señalado Volvo, que ha explicado que la línea incorporará desde finales de 2026 el XC60, lo que amplía el abanico de modelos ensamblados en el emplazamiento.
“Nuestros planes de inversión refuerzan una vez más el compromiso a largo plazo con el mercado estadounidense y con nuestras operaciones de fabricación en Carolina del Sur”, ha declarado Håkan Samuelsson, consejero delegado de Volvo Cars.
En materia de inversión, la empresa ha destinado 1.300 millones de dólares —alrededor de 1.220 millones de euros al cambio actual— a la factoría durante la última década, con el propósito de aprovechar su capacidad y apuntalar crecimiento en volumen y resultados.
El enfoque de regionalización que guían los planes de Volvo en EEUU prevé que «cada área comercial disponga de una gama ajustada en producto, tecnología, fabricación y gestión comercial».
El nuevo híbrido desarrollado para el mercado de Estados Unidos «responderá a ese criterio y se dirigirá a las preferencias del consumidor del país».
En el plano corporativo, Volvo ha recordado que está cumpliendo 60 años de presencia comercial en Estados Unidos y que ha superado los cinco millones de turismos vendidos en el país desde su llegada.