El Mercedes EQC 400 es uno de los ejemplos de cómo la industria del automóvil reacciona con fuerza a la demanda de electrificación de la movilidad para llegar a un transporte de cero emisiones, aunque el resto de los sectores sigan contaminando y parece que lo seguirán haciendo durante mucho más tiempo que el perseguido automóvil.
Pero esa reacción está demostrando que las exigencias políticas y sociales no se corresponden con una real preparación del mercado y el Mercedes-Benz EQC es un ejemplo, porque muestra que las administraciones públicas, así como la industria de la energía, no están a la altura de las circunstancias.
El EQC, como ocurre con sus equivalentes, evidencia las carencias de una infraestructura de recarga que debe mitigar el estrés que provoca la posibilidad de quedarse tirado, sin electrones que llevarse a la batería.
Con las cosas así, el EQC, al margen de las limitaciones de un elevado precio por su abundante tecnología, prestaciones, equipamiento y calidades de construcción, es una opción de compra constreñida a quienes tienen la posibilidad, particulares o empresas, de instalar un potente cargador con el que poder llenar una batería de alta capacidad.
Los 80 kWh de la batería del EQC no se rellenan en un tiempo razonable con una instalación doméstica al uso. La recarga se gestiona a través de Mercedes me Charge, que pone a disposición del conductor una amplia red de carga en Europa de unos 300.000 puntos, pero un número muy limitado en España.
Pasados los Pirineos, la situación es manifiestamente mejor. Mercedes me Charge permite la carga rápida en la red europea IONITY, una filial conjunta de BMW, Daimler, Hyundai, Ford y Volkswagen, que tiene en marcha un plan de 400 estaciones repartidas por toda Europa, 10 de ellas en España.
Mercedes EQC 400: Dándolo todo
Dicho esto, estamos ante uno de los mejores eléctricos del mercado, en formato SUV, en sintonía con las tendencias actuales del mercado, aunque el tamaño, peso (sólo la batería son 652 kilos) y aerodinámica de estas carrocerías restan eficiencia a propulsión eléctrica.
El Mercedes-Benz EQC pesa tonelada y media, mide 4,7 metros de longitud, 1,8 metros de ancho y su maletero ofrece 500 litros de capacidad.
Este formato contiene un sistema de propulsión formado por dos motores asíncronos, uno en cada eje para generar sí tracción integral, con una potencia conjunta de 300 kW (408 CV) y un par motor de 700 Nm, brutal en la aceleración, que arroja un valor de 5,1 segundos en pasar de 0 a 100 km/h. Alimentado por una batería de 80 kWh, el sistema proporciona, siempre dependiendo del estilo de conducción, unos 400 kilómetros de autonomía en la mejor situación.
El diseño exterior e interior del EQC no pasa desapercibido. Menos anodino que el de sus competidores, el Mercedes eléctrico se caracteriza por una potente presencia y un puesto de conducción digital similar al del resto de los modelos más recientes de la marca, con una instrumentación que da acceso a lo que la compañía llama ‘inteligencia eléctrica’.
El EQC tiene el tacto de conducción de un Mercedes, beneficiado por el silencio de los motores eléctricos. Sobran potencia y capacidad de aceleración, al tratarse de un eléctrico, que, como todos, es muy sensible al abuso del acelerador. Ello invita a moderar el temperamento al volante, en el que dos paletas sirven para activar los modos de recuperación de energía.
El EQC 400 4Matic, desde 77.400 euros, es una ventajosa opción frente a sus competidores y una difícil elección de compra cuando el automovilista se plantea la movilidad eléctrica.
Todo dependerá de las necesidades del comprador.
