La vida tiene subidas y bajadas, perfecciones e imperfecciones. Pero, pase lo que pase, nunca hay que dejar de luchar por lo que se cree. José Azulay es un ejemplo de ello. Basta con hablar con él cinco minutos para descubrir que en su interior sigue latiendo ese niño inquieto, rebelde y creativo, que se divertía embelleciendo relojes en su Melilla natal.
“Siempre me ha gustado diseñar y hacer cosas diferentes. Es mi manera de expresar mi rebeldía, mi inconformismo ante muchas situaciones que pasan en la vida, ante las injusticias”, admite. Esta pasión fue la que le impulsó a abandonar su tierra y a dirigirse, con veintipocos años, nada menos que a Hong Kong, donde quería producir su primera colección de relojes. “La llegada fue muy frustrante. Las producciones mínimas que hacían eran mucho mayores de lo que me podía permitir y me sentí bastante mal. Por suerte, un fabricante se apiadó de mí y me propuso hacer relojes partiendo de piezas ya existentes. Realicé una colección de 20 modelos y volví a España con ellos”.
Pero la lucha aún no había acabado porque había un nuevo muro esperándole: “Me dijeron que era imposible vender mis relojes, que las multinacionales lo copaban todo y que iba a ser un fracaso”. Eso no le detuvo, y acertó. En poco tiempo logró vender todos los relojes que había traído y eso le dio ánimos para seguir buscando una forma de expresión para todo lo que bullía en su interior.
“Fue entonces cuando conocí UNOde50. En aquel momento, era una fábrica de artículos de regalo que producía sólo 50 unidades de cada pieza. Los diseños no me convencían, pero el concepto me encantó”. Y así fue cómo Azulay volvió a poner en marcha su magia transformadora para hacer algo nuevo, diferente y único, partiendo de algo ya existente.
Encajando piezas
El éxito de UNOde50 fue casi inmediato. Las creaciones de su director creativo, fácilmente reconocibles, conectaron a la primera con un público ávido de diseños diferentes.
La empresa empezó a crecer como la espuma y pronto se abrió la primera tienda en Madrid. La acogida fue tan buena que se tuvo que renunciar al concepto primigenio de hacer sólo 50 unidades de cada pieza, una producción que hoy se reserva para ocasiones y diseños especiales.
“Aunque unas producciones tan pequeñas son inviables, el espíritu UNOde50 permanece porque la personalidad de los diseños traspasa el concepto mismo”, explica su presidente a Fleet People.
La firma lanza una colección nueva cada seis meses, siempre bajo dos premisas básicas: “Me propongo sorprender porque UNOde50 es un producto del que la gente espera mucho. Pero con eso no es suficiente, además he de superar la colección anterior”.
Las fuentes de inspiración son diversas y van surgiendo a lo largo de los días. “Cuando menos te lo esperas”, confiesa Azulay. Además, la firma reedita clásicos cada temporada. “Son productos que permanecen en el tiempo porque tienen mucha fuerza de diseño. La gente los sigue demandando”, comenta. Las piezas de UNOde50 se caracterizan por fabricarse en España, por estar realizadas en una aleación de metales única que permite confeccionar modelos especiales y, por supuesto, por sus diseños. “Las piezas son irregulares porque la vida también lo es, y eso es lo que quiero expresar en mis diseños. Son objetos únicos y fácilmente reconocibles”.
UNOde50 goza de una gran aceptación dentro y fuera de nuestras fronteras. “Fabricamos aquí y desde aquí exportamos al resto del mundo. España es nuestro país, por eso es donde hacemos más hincapié, pero también cuidamos mucho el mercado internacional”.
Cuando le preguntamos en qué país le ha sorprendido más el éxito, lo tiene claro: “La acogida en Estados Unidos ha sido muy sorprendente porque, a priori, nos parecía un país complicado. Actualmente tenemos 30 tiendas en ciudades principales de Estados Unidos como Nueva York, Los Ángeles, San Francisco o Chicago. Hay mucha competencia, pero hemos sabido hacernos hueco”.
La empresa sigue expandiéndose hoy y conquistando mercados: “En el 2019 estamos preparando la apertura en China y el relanzamiento en México”, señala Azulay. Ahí es nada.
Al mirar atrás y hacer balance, el ejecutivo confiesa: “Para mí ha sido una sorpresa llegar a donde he llegado haciendo lo que me gusta, que es diseñar y crear. Sólo siento gratitud por todo lo que me ha pasado”.
La vida es irregular, pero eso no significa que no sea perfecta, como cada pieza de esta casa.








