Hubo un tiempo en el que los detalles marcaban la diferencia. Las pequeñas adiciones eran elementos clave que determinaban si una prenda, por ejemplo, era de mala o de buena calidad. En las camisas, el uso de botones de nácar o madreperla siempre han marcado una línea de corte entre lo bueno y lo mejor.
Poquísimos fabricantes utilizan hoy el nácar como materia prima para abrochar estas prendas, aunque el tique que haya que pagar por la exclusividad sea elevado. Hay firmas, como el camisero inglés Turnbull & Asser, que viajan hasta Australia para adquirir remesas de conchas que sirven de base, literalmente hablando, para extraer de su cara interior círculos de madreperla que se insertan en forma de botón en las camisas que venden al público.
Las de T&A, que han cubierto el pecho de todos los James Bond —fíjese en el puño especial de la camisa—, de Robert Redford en El Gran Gatsby o de Gordon Gekko en Wall Street, no son baratas. La de la imagen, con el mismo patrón a la que cortó T&A para Sean Connery interpretando a Bond en Dr No, cuesta 260 euros. Si quiere las ballenas (stays) a juego en nácar 100% para el interior del cuello de la camisa, tendrá que pagar 65 euros más.










