La proporción de prestatarios subprime con más de 60 días de retraso en el pago de sus préstamos de automóviles ha escalado en octubre pasado hasta el 6,65%, según datos de la entidad crediticia Fitch Ratings citados por Reuters, lo que supone el nivel más elevado desde que existen registros a principios de la década de 1990.
La agencia de calificación ha explicado que los impagos subprime han pasado del 6,50% registrado en septiembre al 6,65% el mes pasado y frente al 6,23% del mismo mes del año pasado.
En contraste, la morosidad de los prestatarios prime —normales— ha permanecido en 0,37%, sin variaciones respecto del mes previo ni del mismo periodo de 2024.
Fitch ha destacado que el aumento de los impagos se concentra en el segmento subprime, mientras que los préstamos a clientes con mejor perfil crediticio mantienen una evolución estable.
Esta evolución confirma el deterioro del crédito en el segmento de mayor riesgo, que ha mostrado un incremento continuado en los últimos meses.
Hay que explicar al lector que, en Estados Unidos, los préstamos calificados como subprime se conceden a consumidores con historiales crediticios con cierta limitación o puntuaciones más bajas (cada individuo dispone de una puntuación crediticia en función de su histórico y solvencia) y, por tanto, con mayor probabilidad de impago.
Fitch ha señalado que el repunte de la morosidad coincide con un «contexto de altos tipos de interés, encarecimiento de la vida diaria y menor capacidad de ahorro» en los hogares estadounidenses, factores que han presionado a los prestatarios con menores ingresos.
El segmento subprime ha registrado en los últimos meses varios episodios de tensión en EEUU, por ejemplo en casos como el de la financiera PrimaLend, especializada en el mercado de ‘compra inmediata’ (buy-here-pay-here) en el que los propios concesionarios venden y financian vehículos a clientes con escaso acceso al crédito y que acaba de solicitar protección concursal.
Otras empresas del sector como Tricolor, centrada en la venta y financiación de automóviles a comunidades de ingresos bajos en el suroeste de Estados Unidos, se han visto igualmente obligadas a quebrar, recuerda Reuters.










