Érase un hombre a un lápiz (a un pincel, a un aerógrafo…) pegado, érase una pasión superlativa… Desde muy niño, José Piñero vivió sus irrefrenables ganas crear a través de todas las herramientas a su alcance.
Natural de Alcoy, se formó en Artes y Oficios de 1984 a 1988 (sin acabar los estudios por motivos económicos) y, aunque en un principio se enfocó en el diseño gráfico, pronto su trabajo se volvió multidisciplinar.
Con 20 años le propusieron pintar un mural para un bar y se lanzó a la aventura del muro en blanco. La experiencia salió bien y empezó a dedicarse a la decoración de espacios, principalmente bares y restaurantes.
“Los clientes iban pidiéndome cosas y, conforme a eso, yo iba atreviéndome a hacerlas. Si alguien me pedía un mural, yo lo hacía; si alguien me pedía una escultura, yo la hacía y así hemos ido creciendo”, explica a Fleet People.
Su apertura de mente y su creatividad desbordante (además de su capacidad por empatizar con sus clientes, con sus necesidades y sueños) hizo de motor impulsor de su negocio.
Empezaron los encargos de decoración por toda España, obligándole a alternar arte y volante. Un día, conduciendo hacia Bilbao, leyó un cartel que ponía: “Vendo caracoles”.

La frase captó su atención y se convirtió en una especie de mantra surrealista con el que Piñero gastaba bromas a familiares y amigos. Esta “gracia”, lejos de disolverse, fue a más, por lo que decidió hacerle un homenaje, convirtiéndola en una escultura que hacía las veces de obsequio y de carta de presentación para clientes.
Quiso la suerte (que muchas veces, igual que decía Picasso de la inspiración, te tiene que pilar trabajando), que fuera con un amigo (Julián Climent de Athos Fabrics) a Tickets por la curiosidad de conocer a Albert Adriá, y le regalase un “carakol” personalizado.
“Le gustó muchísimo —comenta Piñero— y, tras hacerme un montón de preguntas, me dijo que yo era la persona que llevaba tiempo buscando para hacer realidad las piezas de vajilla que tenía en mente. Y así fue como empecé a trabajar con los número uno de la gastronomía a nivel mundial. Los hermanos Adrià crean tendencia y, a partir de entonces, todo fue mucho más fácil. Hoy en día el 50% de mi negocio es la vajilla experimental”.
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https://fleetpeople.es/carlos-moro-maestro-vino/
José Piñero y el caracol que aceleró su negocio
De su relación laboral con Albert y Ferrán surgió la posibilidad de trabajar para Heart Ibiza, un concepto de “ocio multisensorial” creado por los hermanos Adrià y Cirque du Soleil, que le proporcionó una increíble notoriedad en el mundo de la gastronomía del más alto nivel, que le recibió con los brazos abiertos.
Apenas cinco años después, Piñero ya ha trabajado con Dani García, Paco Roncero, Dabiz Muñoz, Quique Dacosta, José Andrés…
“Acabo antes si digo con quién no he trabajado que con quién sí lo he hecho”, comenta orgulloso.
La mayoría de sus clientes son españoles, aunque su fama ya ha trascendido fronteras y, entre otros, ha trabajado con Sun ZhaoGuo, el mediático chef de China y Vladimir Viktorovich, del restaurante White Rabbit, de Rusia. En cuanto a las piezas que le piden, la imaginación es el límite.

“En el taller tenemos un lema: No al no”, y así es como hemos hecho más de 400 piezas diferentes. Trabajamos con un montón de materiales: metal, madera, resina… Quizá la resina es el que nos caracteriza más, porque nos permite resultados espectaculares y personales. Cuando vienen al taller, los chefs pueden ver en directo cómo sus ideas se ponen en práctica. Se lo pasan como niños”.
En cuanto a las obras, son también variadas y su complejidad depende del encargo. “Tenemos, por ejemplo, la pieza El Mundo, hecha para el Celler de Can Roca, una especie de criptógrafo que se abre al acertar la combinación. Es increíble la cantidad de profesionales que hacen falta para hacerlo realidad. Para Heart, sin embargo, seguimos haciendo piezas menos complejas pero espectaculares”, admite.
En su constante búsqueda de nuevas inspiraciones y técnicas, surgen trabajos que complementan al propio plato, realzándolo a veces e, incluso, dando ideas para su presentación —y hasta para su elaboración—.
Al futuro, Piñero le pide que no falte trabajo, tanto en el mundo de la vajilla como en el de la decoración de espacios, una tarea que sigue formando parte muy activa de su negocio. también disponer de más tiempo para crear.
“Igual me gustaría, en vez de crecer, decrecer y trabajar en cosas más concretas; crear una marca mía de artistas y volcarme más en el trabajo artesano. Algo así como avanzar yendo hacia atrás”. Tratándose de Piñero, todo es posible.
Habrá que dejarse sorprender.









