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El Airbnb del alquiler de coches ya pita con Drivy

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La forma de vida de las personas y los hábitos de compra están cambiando rápidamente, lo que está provocando que las compañías tradicionales tengan que reorganizar sus estructuras y su forma de actuar si no quieren quedarse fuera de esta nueva era que parece que ha llegado para quedarse. El boom de la economía colaborativa ya no es un mito, sino un modelo de negocio que está funcionando en diferentes ámbitos y que ahora parece que ha aterrizado en al sector del alquiler de vehículos entre particulares de la mano de la aplicación móvil Drivy.

En el seno de las grandes empresas de todos los sectores, aunque especialmente entre las marcas de automóviles y en las relacionadas con el transporte de personas, llevan tiempo realizando estudios y análisis sobre los hábitos de consumo de las personas y se están dando cuenta de que los famosos millennials ya no se comportan igual a la hora de acceder a los productos. Con la llegada de Internet y de los teléfonos móviles inteligentes se han cambiado los patrones de conducta, de forma que ya no se valora tanto la posesión de los bienes, sino lo que te pueden aportar y las experiencias que se pueden vivir con ellos en determinados momentos.

De esta manera, el comprar un producto ya no es tan necesario y, sobre todo, si no lo vamos a utilizar salvo en contadas ocasiones y de forma muy puntual. Por ello, estos nuevos consumidores prefieren poder tener acceso ocasional a diferentes tipos de servicios en lugares de optar por la compra de los mismos, reduciendo el gasto y maximizando la libertad.

 

 

Esto está sucediendo en el campo del alquiler de apartamentos, con la aparición de plataformas como Airbnb, así como en el transporte de personas, con apps como BlaBlacar o Uber, y desde hace poco también ha aterrizado en el segmento del alquiler de vehículos con herramientas como Drivy.

Los clientes han pasado de tener como principales objetivos la adquisición de una casa y de un coche, y de una casa en la playa si se pudiese, a realizar mayores inversiones en la compra de aparatos tecnológicos y en gastar el dinero en vivir experiencias, no en comprar cosas.

Así, cada vez está aumentando más el número de personas que recurren a plataformas como las mencionadas anteriormente, en las que se ponen en contacto con particulares que poseen bienes que alquilan a otros en períodos cortos, con el fin de rentabilizarlos cuando no los están utilizando.

Parece que este tipo de formas de consumo se están haciendo cada vez más populares y que, siempre que la legislación lo permita, puede que cambien la forma tradicional que teníamos de gastar nuestro dinero.

Al llegar a los 18 años, los jóvenes ya no están deseando sacarse el carné de conducir para comprarse un coche lo antes posible, sino que lo primero que valoran es contar con un smartphone de última generación.

Una vez satisfecha esta necesidad, piensan en viajar con sus amigos a diferentes lugares, para lo que se valen de las aerolíneas de bajo coste, que les dan acceso a una gran oferta de destinos a la que no antes no hubieran podido acceder por su capacidad adquisitiva, y también de otras plataformas del tipo Airbnb o Couchsurfing, que les asegure un alojamiento.

 

Congestión. En la imagen, tráfico rodado en París, en la década de los 50 del siglo pasado. Los problemas de congestión ya eran habituales. Drivy afirma que su uso reduce los atascos. // FOTOGRAFÍA: EVERETT COLLECTION

 

Un pastel muy apetecible

En este barbecho de nacimiento de nuevas iniciativas han surgido muchas aplicaciones y startups que buscan introducirse en un nuevo modelo de negocio del que queda mucho por explorar. Entre ellas se encuentra Drivy, que se puso en marcha en París en 2010, y que nació con el objetivo de poner en contacto a los particulares que necesiten un uso ocasional de un vehículo con los que tienen uno en propiedad que no utilizan lo suficiente y que quieren rentabilizar su inversión.

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Bajo este prisma no parece que haya ningún problema, pero éste puede surgir cuando se mira desde la perspectiva de las compañías tradicionales de alquiler de vehículos, que pueden ver su negocio amenazado por la llegada de firmas como Drivy con las que compartir un pastel muy suculento. Según datos de la Federación Nacional Empresarial de Alquiler de Vehículos con y sin Conductor (Feneval), las empresas de rent a car ingresaron 1.423 millones de euros en España en 2015, lo que supuso un aumento del 5% y la estimación es que este año la facturación se eleve, hasta 1.480 millones de euros. Unas cifras nada despreciables.

 

 

A diferencia de las firmas tradicionales, en las que la relación es entre empresa y cliente particular o corporativo, Drivy trabaja entre particulares y sólo ejerce como un marketplace, es decir, como un punto de encuentro entre personas que no usan el coche y que quieren unos ingresos extra y otras que no tienen coche y necesitan cubrir una necesidad específica de movilidad.

Esta fórmula parece que está teniendo éxito, ya que desde su nacimiento, esta app ha cerrado ya cuatro rondas de financiación, a través de las que ha captado 46 millones de euros. La última fue de 31 millones de euros y tiene el principal objetivo de incrementar su presencia en el mercado español, así como de invertir en tecnología y en recursos para actividades de marketing y de comunicación en todos los países en los que está presente hasta la fecha.

El director general de Drivy España, Jaume Suñol, explica a Fleet People que la compañía cuenta con un millón de clientes en Francia, Alemania, España y Austria y 38.000 coches y que antes de que finalice 2016 expandirá el negocio a dos nuevos mercados.

En España, la firma dispone de 1.600 automóviles y de 16.000 usuarios y el objetivo es superar la barrera de los 3.000 coches en 2016.

Suñol apunta que el crecimiento está siendo muy rápido en el mercado español, ya que en abril contaban con 1.000 vehículos. El directivo señala que a esta progresión ha contribuido de forma significativa la campaña de publicidad en televisión, autobuses y en el metro que han llevado a cabo, así como las online.

 

Cambio de chip

Por otra parte, Suñol asegura que el éxito que está teniendo Drivy y la economía colaborativa en su conjunto se debe al cambio que se está produciendo en las personas, que antes seguían “un mismo patrón”  y que al cumplir los 18 años se sacaban el carné y en cuanto podían se compraban un coche.

“Era como el paso previo a la casa. Eran los dos pilares que tenían que estar, casa y coche propios”, añade.

 

Drivy

 

No obstante, afirma que todo esto está cambiando, ya que las personas de entre 25 y 35 años, lo que antes se gastaban en la hipoteca de la casa o en pagar el coche ahora lo destinan a experiencias, a tecnología y a viajar.

“El concepto de propiedad ha cambiado”, subraya, al tiempo que resalta que los usuarios que acuden a su plataforma son de dos tipos diferenciados, los propietarios y los conductores o viajeros.

Así, explica que los propietarios son personas que compraron un coche en su día y que ahora no lo utilizan habitualmente, así como los que están en proceso de venta del mismo, porque no lo necesitan, pero que mientras lo alquilan, con el fin de cubrir gastos de aparcamiento, de gasolina o de mantenimiento.

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Por otro lado, están los conductores, un poco más jóvenes que los anteriores, y que son clientes que piensan que tener un coche en propiedad no es su prioridad, que a diario no lo necesitan, pero que quieren tener acceso a él para irse de vacaciones o para cubrir algunas necesidades de movilidad.

Suñol indica a FP que este servicio es complementario al de otras plataformas como BlaBlaCar o Car2Go, al tiempo que asegura que Drivy mantiene buena relación con las empresas de alquiler de vehículos tradicionales y con las marcas de coches, con las que, en algunas ocasiones, colabora. Así, apunta que su app no es una forma low cost de alquilar un coche, sino que ésta aporta el carácter personal y cercano, así como la posibilidad de hacer toda la gestión a través del móvil, sin papeleos, ya que, en su opinión, a veces, alquilar un coche se convierte en algo “farragoso”.

“Hay veces que el tema de la economía colaborativa crea revuelo y se habla de amenaza hacia el sector tradicional, pero no es así. Es una alternativa más para el usuario, una opción más que tiene sobre la mesa. Hay muchos a los que les gustará más la opción tradicional, a otros la colaborativa, y para la gran mayoría, dependiendo del momento, utilizarán una alternativa u otra”, afirma el directivo.

Dejando a un lado si hay o no disputa entre las compañías tradicionales y los nuevos actores del ‘rent a car’ venidos de la economía colaborativa, como Drivy, lo que sí parece evidente es que se está produciendo un cambio de tendencia en los hábitos de consumo de las personas.

Y eso también tiene que ver con todo lo referente a la utilización del automóvil y del alquiler del mismo, lo que representa un negocio de miles de millones de euros en este país en el que hay muchos actores que quieren participar y al que, no hay que olvidarlo, se están sumando cada vez más nuevos competidores en los últimos tiempos.

 


Orígenes colaborativos

Jaume Suñol, el director de Drivy en España, asegura a Fleet People que la empresa nació en París en 2010 de la mano de su fundador Paulin, Dementhon, y explica que el concepto de economía colaborativa se puso de manifiesto hasta en los inicios de la empresa. Recuerda que Dementhon vivía en una calle pequeña en Marsella en la que había tres familias que compartían el mismo coche mediante un documento de Excel, en el que marcaban los días que lo iban a usar y el tipo de utilización del mismo.

El actual CEO de Drivy pensó que podía crear una herramienta en la que particulares de todo el mundo que no se conocieran podrían compartir coche. El fundador de la app empezó a trabajar en una mesa que le dejaron en las oficinas de BlaBlaCar, gracias a la buena relación que mantiene con el fundador de dicha compañía.

Lo que empezó en una mesa en la sede de otra compañía, se ha convertido en una firma que cuenta con unos 38.000 coches (1.600 de ellos en España) y que en la actualidad opera en cuatro países europeos, aunque la previsión es que antes de finalizar el año amplíe su presencia a dos mercados más, con el fin de mantener el crecimiento anual por encima del 100% que viene experimentando desde su fundación.

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