lunes 10, noviembre, 2025

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Alma, corazón y madera: Este escultor sólo construye arte

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Esther Alonso
Esther Alonso
Gran experta en el área de salud, sector periodístico en el que desarrolló buena parte de su trayectoria profesional, Esther Alonso lleva 15 años escribiendo sobre eyewear y estilo de vida, una pasión-profesión que le permite ofrecer a los lectores de Fleet People las últimas y mejores tendencias actuales en moda, restauración, viajes y cuidado personal. Un auténtico refugio de placer cotidiano para los amantes del genuino lifestyle. Además de Fleet People, ha colaborado con otros prestigiosos medios como El País, El Español y revistas especializadas como Psychologies o Lookvision.

Decir que Frank Buschmann es ebanista podría parecer poco y, sin embargo no es así. Quizá porque es un ebanista con mayúsculas (o con todas las letras), o quizá porque hace sus trabajos bajo la filosofía del esfuerzo, la dedicación y el cariño, que nacen de su pasión por hacer objetos con alma. Alemán de nacimiento, Buschmann creció entre Sudáfrica, Nigeria, Alemania y Holanda, y fue en su país de origen donde empezó su formación como ebanista.

“Estudié ebanistería porque me gustaba el diseño pero, sobre todo, porque me parecía un seguro de vida, una profesión en la que siempre podría trabajar si las cosas no salían como esperaba”, confiesa a Fleet People. Tras esta formación siguió estudiando y experimentando la creación y la artesanía, subiendo peldaños en diseño, gestión cultural, conceptualización de ideas, arte y cooperación.

Su periplo formativo y laboral por diferentes ciudades le hizo darse cuenta de que para hacer piezas de calidad, es necesario realizar producciones pequeñas.

“Mi objetivo con mis trabajos siempre ha sido hacer un mundo mejor. La búsqueda de la perfección en la escala grande, en la ciudad, es difícil, porque estás inmerso en unas circunstancias en las que no puedes ‘accionar’, y no te queda más remedio que ‘reaccionar’. Los proyectos a gran escala que hacía en esa época tenían mucha complejidad y era necesario usar atajos para llevarlos a cabo, bien para cumplir con el volumen de producción o los tiempos de ejecución, los presupuestos… A mi modo de ver, los atajos corrompen la integridad. Y la integridad es la esencia del éxito”.

El nivel de presión en esa época le hizo plantearse un cambio de aires. Así fue como abandonó la ciudad (Madrid) para trasladarse con su familia a Corcubión, un pequeño municipio de A Coruña de menos de 2.000 habitantes.

Allí nació Woodworks Buschmann Bella, un proyecto en forma de taller donde reencontrar los valores olvidados de la artesanía. Cuando le preguntamos si valió la pena, no duda. “Por supuesto. Aquí me resulta más fácil cuidar cada paso con más dedicación y detalle. Este contexto en el que me encuentro me permite trabajar de acuerdo con la integridad que buscaba”, admite.

 

Puliendo la perfección

En su taller-escuela, Buschmann enfrenta cada nuevo objeto como un reto de perfección. “Puede parecer muy romántico abandonar la ciudad para trabajar haciendo lo que te gusta, rodeado de naturaleza. Sin embargo, no deja de ser un trabajo duro. Todo trabajo bien hecho lo es, porque cada paso en la producción, cada recodo del camino, exige muchas horas de esfuerzo, físico y mental. Para mí, la ebanistería es siempre un traspaso de planos encadenados en los que la forma final del objeto preexiste en el plano anterior. La perfección del objeto es cada uno y la suma de todos estos planos. Cada paso exige entonces la perfección de sí mismo. Cada paso es el objeto”, asegura. Los trabajos de Buschmann parten de los diseños de los Shaker, una comunidad utópica que existió desde finales del XVIII hasta finales del XX y cuyos trabajos sentaron las bases del diseño moderno de los años 50, 60 y 70.

“Lo que más me atrae de esta comunidad son sus valores, en la vida y en el trabajo. En una palabra: su integridad. Los objetos que creaban estaban pensados bajo máximas de eficiencia. Son extremadamente funcionales, no hay ningún detalle al azar y, sin embargo son tremendamente elegantes; tanto, que encajan en cualquier entorno”.

La reproducción de las piezas de los Shaker ayuda a Buschmann a conocerlas mejor y apreciarlas en toda su magnitud. “Se puede aprender mucho de un objeto mirando, leyendo, estudiando… pero como más se aprende es reproduciéndolo”, matiza.

Dejar de diseñar y concentrarse en hacer ayuda a nuestro entrevistado a alcanzar la excelencia en sus piezas. Y la diferencia se nota. Según afirma, si estamos ante dos piezas iguales, una realizada de forma industrial y otra realizada con cariño, de forma artesanal, acabamos notándolo.

Sus clientes están de acuerdo: perciben claramente la diferencia, tanto si conocen y comparten la filosofía sobre la que se sustentan los trabajos de Buschmann, como si buscan tener en su casa una pieza de reconocido valor. De hecho, se dice que es el mejor ebanista de España y uno de los referentes fuera de nuestras fronteras. ¿Objetivos para los próximos años? “Seguir aprendiendo, seguir creciendo y seguir haciendo lo que hago ahora, pero mejor”, concluye.

Si es que eso es posible, claro.

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