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Fábricas de coches españolas: Transformación sin subvención

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Después del verano, el ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal, se metió en un charco más profundo de lo que había imaginado. Nadal se mostró más partidario de apostar por la transformación de la industria española del automóvil hacia la fabricación de los modelos del futuro (se entiende que electrificados y, probablemente, autónomos) en lugar de seguir optando por las conocidas fórmulas de incentivos a la compra de coches, los ya denostados planes PIVE.

Las palabras exactas de Nadal, en declaraciones a Radio Nacional, fueron que veía “interesante” ayudar a la transformación de la producción de vehículos “antes que estar continuamente hablando de subvencionar la compra de automóviles”.

Con estas afirmaciones se abre un nuevo campo en la realidad del automóvil en España, hasta la fecha muy cómodo en los planes de ayuda a la compra, con los programas PIVE y el anterior Plan 2000E, ambos vinculados a la adquisición de coches nuevos de combustión a cambio de achatarrar uno antiguo, y también con el Movele y el Movea, para impulsar la compra de modelos impulsados con energías alternativas, principalmente eléctricos, híbridos enchufables o de gas. Pero, en la situación que se encuentra en la actualidad el sector del automóvil, esta declaración de intenciones del ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital ¿es una locura o tiene sentido? La respuesta no está clara y es una mezcla de ambas. 

 

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Tal y como se encuentra hoy en día la implantación industrial del automóvil en España se podría decir que es un poco precipitado hablar de esa forma, pero sí que es cierto que la automoción en su conjunto está girando hacia la comercialización de vehículos electrificados, con menor impacto sobre el medio ambiente, y con un mayor grado de conectividad y automatización.

Estamos hablando de un período temporal a corto y medio plazo, aunque los vehículos eléctricos llegarán para quedarse. Por ello, si las fábricas españolas que producen en la actualidad turismos, todoterrenos, vehículos comerciales o camiones quieren sobrevivir a largo plazo tienen que ser focos atractivos de inversión para las matrices de las marcas automovilísticas, cuyas sedes no se encuentran en España.

Estas compañías concentrarán su dinero y sus esfuerzos en la fabricación de vehículos eléctricos y autónomos en poco tiempo. No hay que perder ese tren si quieren conservar el empleo y la buena imagen de la industria española de automoción.

 

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El año pasado, las factorías del automóvil instaladas en España (17 centros) fabricaron 2,89 millones de vehículos, un 5,8% más que en 2015, según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac).

En los nueve primeros meses de 2017, el volumen de producción fue de 2,13 millones de unidades, un 3,9% menos.

Según explica a Fleet People el vicepresidente ejecutivo de la organización, Mario Armero, en 2016 se fabricaron 10.627 vehículos electrificados en España, lo que supuso un aumento del 15,7% en comparación con 2015.

De este total, 1.370 unidades correspondieron a modelos con un sistema de propulsión híbrido, mientras que las más de 9.200 unidades restantes fueron eléctricos, con un incremento del 18,5%.

Estos datos muestran crecimientos significativos en la fabricación de lo que se pueden llamar los coches del futuro (eléctricos e híbridos), pero todavía se mueven en volúmenes bajos en comparación con la producción total de las fábricas y, especialmente, cuando grandes compañías como el grupo Volkswagen, Volvo o la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi están haciendo fuertes apuestas por este tipo de movilidad.

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El huevo o la gallina

La cultura española es muy rica en expresiones y la famosa pregunta de ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Se puede aplicar a esta diatriba en la que se encuentra el sector del automóvil.

Los fabricantes de vehículos llevan varios años hablando del desarrollo de la movilidad eléctrica y parece que en los últimos tiempos todos se han puesto las pilas y a trabajar en esta línea, puesto que no hay compañía del sector que se precie que no tenga o vaya a tener modelos híbridos, híbridos enchufables o eléctricos en su portfolio.

 

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Lo que no parece, al menos de momento, es que esta apuesta esté siendo respaldada por una elevada demanda de este tipo por parte de los conductores. Los elevados precios, la autonomía reducida o la falta de puntos de recarga son algunos de los aspectos en contra de esta tecnología disruptiva que, en los próximos años, cambiará la panorámica de las calles en las grandes ciudades.

Pero, si los clientes no lo demandan (de momento), ¿por qué invertir tanto en ello? Hay muchas respuestas para esta pregunta, pero las más convincentes son que las normativas medioambientales y de emisiones de los gobiernos son cada vez más exigentes, así como que hay que crear vehículos que puedan circular en los núcleos urbanos cada vez más congestionados y contaminados y con mayores restricciones al tráfico.

Ante esta situación, el responsable de Automoción de Comisiones Obreras, Joaquín Ferreira, explica a FP que las exigencias medioambientales, las normativas y las prohibiciones son las que están haciendo a la industria cambiar su modelo de negocio de forma tan rápida.

También señala que las trabas para circular en las grandes ciudades con modelos diésel o de combustión motivarán que este tipo de vehículos se dejen de fabricar, al menos en Europa, “aunque la industria estirara el máximo que pueda el período de adaptación actual, con la fabricación de vehículos con otro tipo de energías alternativas”.

Los desarrollos tecnológicos, motivados por las contundentes inversiones de los fabricantes, están empezando a dar resultado y las firmas están presentando modelos eléctricos o híbridos enchufables con grandes autonomías y con las mismas o mejores prestaciones que los de combustión.

 

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La única pega es el precio, por lo que este tipo de vehículo está teniendo una mejor acogida comercial en los mercados en los que existe una mayor renta per cápita y en los que existen mayores ayudas públicas a la adquisición de este tipo de vehículos.

En esta línea se posiciona el responsable de Automoción de UGT FICA, Jordi Carmona, quien asegura a Fleet People que el modelo industrial de fabricación de vehículos electrificados en España “es viable”, aunque destaca que para ello es necesario el apoyo del Gobierno y que éste haga una “apuesta clara” por la industria en general y por la del automóvil, en particular. “El sector ha sabido adecuarse a los cambios continuos que existen y ante este nuevo reto también lo hará, aunque está muy alejado de cómo se ha avanzado en otros países donde hay una apuesta clara por parte de los gobiernos”, sentencia.

 

¿Es posible un cambio de chip?

Si está claro que la tendencia del automóvil del futuro será hacia los modelos electrificados, hay que preguntarse si las compañías del sector del automóvil instaladas en España y las factorías nacionales están preparadas para este cambio de chip que les permitiría no quedarse atrás como núcleo de fabricación de referencia en Europa de modelos con la última tecnología sin emisiones o con energías alternativas.

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Ante este reto, el vicepresidente ejecutivo de Anfac asegura que, “sin duda”, la industria fabricante será capaz de adaptarse a esta nueva situación, puesto que siempre se ha amoldado a las demandas de sus clientes, por lo que subraya que en el caso de los vehículos eléctricos “sucederá lo mismo”.

No obstante, subraya que, aún con una oferta notable, la demanda de este tipo de modelos es todavía “pequeña”, con una previsión por parte de la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (ACEA) de alcanzar una cuota de entre el 2% y el 8% entre 2020 y 2025, mientras que, para España, Anfac cree que un “buen objetivo” sería tener un 10% de cuota de mercado de vehículo alternativo en 2020, con al menos un 5% de peso de los híbridos y eléctricos.

 

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“Estoy convencido de que la industria gestionará de forma inteligente la transición para seguir incrementando la importancia de la movilidad eléctrica. Y, por supuesto, hacerlo de forma rentable”, asegura Armero, al tiempo que añade que no es la primera vez que el automóvil se enfrenta a retos y logra superarlos.

Por su parte, el responsable de Automoción de CCOO señala que todo cambio de modelo es viable si la industria, como parte privada, y los diferentes gobiernos (central, autonómicos y locales), como parte pública, decidan apostar con inversiones y formación por la fabricación de vehículos eléctricos en España. “La industria está preparada para lo que se necesite, solo tienen que seguir apostando por ella las empresas matrices”, puntualiza.

Los fabricantes de automóviles parece que están dando el do de pecho por la movilidad electrificada y el Gobierno español, al menos las palabras del ministro Nadal así lo demuestran, también piensa que la reconversión hacia ese tipo de movilidad es el futuro.

Pero todavía queda mucho camino que recorrer por parte de las fábricas españolas si quieren ser punteras en esta tecnología, que será la dominante en las carreteras y calles de todo el mundo en la próxima década.

 

4+1

Cuatro vehículos y un híbrido. Estas son las cifras de la industria española del automóvil. Las plantas de producción de vehículos instaladas en España fabrican en la actualidad cuatro modelos 100% eléctricos y una variante híbrida. Estos cinco modelos parecen pocos al compararlos con el total de 43 vehículos diferentes que se ensamblan en las factorías nacionales, entre los cuales se encuentran siete variantes impulsadas con gas.

El único modelo con sistema de propulsión híbrido que se monta en España en la actualidad es el Mondeo Hybrid, en la factoría que posee la firma estadounidense Ford en Almussafes (Valencia). Por su parte, la francesa Renault produce el cuadriciclo eléctrico Twizy en Valladolid, mientras el Grupo PSA fabrica las versiones eléctricas de los vehículos comerciales Peugeot Partner y Citroën Berlingo en Vigo. Finalmente, de la factoría de Nissan en Barcelona también sale el e-NV200.

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