El mundo atraviesa, de nuevo, un ciclo expansivo que invita a aprovecharse de la situación y buscar nuevas oportunidades de inversión. Quizás estemos ante uno de los mejores momentos en los últimos años para afrontar decisiones estratégicas que podrían cambiar el rumbo de nuestra empresa.
Para los gigantes de cualquier tipo de actividad económica, las opciones son claras cuando lo que se busca es incrementar el volumen de la empresa: recurrir a financiación externa. Y para eso sólo existen dos métodos. O se pide dinero al banco, o se sale a Bolsa.
Durante años, décadas, la discusión sobre la conveniencia o no de salir y exponerse a los mercados financieros internacionales, al comprometido vaivén bursátil, ha generado el mismo número de detractores que de defensores.

En el mundo del alquiler de vehículos, la principal empresa del sector, Enterprise Holdings, mantiene como uno de sus principios básicos la obtención de recursos a través de fondos propios o de operaciones puntuales con los bancos, por ejemplo. El gigante, que el ejercicio pasado facturó algo más de 17.000 millones de euros y que cuenta en su nómina con casi 100.000 empleados, se ha negado tradicionalmente a salir a Bolsa, a presentar al regulador de los mercados bursátiles de Estados Unidos, la SEC (Securities and Exchange Commission) los papeles reglamentarios para formalizar una IPO u Oferta Pública Inicial de Acciones.
La pregunta es: ¿Qué necesidad tiene de hacerlo? Mejor oportunidad que en el último lustro no ha podido tener para llevarla a cabo.
Pero precisamente, y paradójicamente, ha sido la decisión de no formar parte del mercado bursátil la que situó a Enterprise en una situación financiera envidiable en medio de la crisis financiera y económica que asoló el mundo hace ya casi una década.
En momentos en los que la exposición a unos mercados de capa caída reducían al máximo las valoraciones en Bolsa de las empresas, de rivales de Enterprise que sí cotizan como puedan ser Avis o Hertz, mantener toda la información y el control de la compañía en manos propias no pudo resultarle mejor a Enterprise, que inició en 2011 una fase de expansión enorme a lo largo de todo el mundo.
Como se dice en el argot económico, la empresa ‘salió de compras’ aprovechando el temporal y, lo más importante, no tuvo necesidad de recurrir a ninguna fuente financiera más allá de sus recursos y ciertos acuerdos bancarios puntuales. Por ejemplo, una de las grandes operaciones de Enterprise en los últimos tiempos ha sido adquirir en 2011 la filial de alquiler de vehículos del enorme fabricante francés de automóviles PSA Peugeot Citroën, que no tuvo otro remedio que poner a la venta dicha división en pleno apogeo de la crisis, y con las ventas de automóviles descendiendo sin cesar.
200%
La rent a car Sixt es la que más se ha revalorizado en Bolsa en el último lustro. En concreto, un 216,8% y hasta casi 50 euros por acción.
38$
Gigantes como Facebook salieron a Bolsa a 38 dólares por título, pero al poco cayó a 24 dólares. Hoy, cada acción cuesta 125 dólares.
El resultado, Citer-Atesa, las filiales de rent a car de Citroën en Francia y en España, pasaron a manos de Enterprise, que cinco años después opera ya en nuestro país únicamente con el logo de Enterprise. Una jugada redonda, de poco impacto financiero y abordada con activos propios. Fue la mejor manera de iniciar una fase de adquisiciones en Europa que todavía no ha concluido para Enterprise, que espera ser el líder del sector también en el viejo continente en el medio plazo.
Esos tediosos trimestrales
Para Enterprise, no depender del dictado de los mercados le proporciona tranquilidad, según han afirmado sus directivos en múltiples ocasiones. La compañía está controlada desde sus inicios por la familia Taylor, radicada en Saint Louis (Missouri), y de ese modo permanece.
Esa tranquilidad se traduce, por ejemplo, en no tener que aportar información constante sobre sus estrategias de negocio, ni reportar los siempre tediosos —pero tan relevantes— informes económicos trimestrales, que siempre y puntualmente debe presentar una empresa que cotice en Bolsa. Además, si surge un problema, se produce un nombramiento o se efectúa un movimiento de acciones superior a un determinado porcentaje (normalmente del 3%), la empresa listada en Bolsa también está obligada a informar de ello.
Algunos de estos últimos requisitos le han proporcionado verdaderos dolores de cabeza al gigante del rent a car Hertz, que durante años pasados se vio obligado a rehacer sus cuentas de resultados en no pocas ocasiones debido a fallos contables detectados en sus informes reportados.
En el caso de Hertz, los datos no publicados fueron graves porque alteraron las auténticas cifras de ingresos y beneficios de la empresa durante largos periodos de tiempo, una situación que difícilmente podría haberse observado en una empresa privada, que no está obligada a facilitar públicamente ni uno solo de sus datos económicos.
Y más si esa empresa es norteamericana. En España, todas las sociedades privadas tienen la obligación de presentar al menos sus cuentas anuales —independientemente de que lo hagan o no y de la enorme laxitud legal al respecto—, lo que en cierta medida permite ver los datos económicos de una compañía. En EEUU, sólo se puede acceder a este dato previa petición a un juez, por ejemplo.
Dos caras de una moneda
Para algunas empresas del sector alquilador, no obstante, cotizar en Bolsa se mantiene como una experiencia duradera en el tiempo que no ha hecho sino consolidar su trayectoria. Sixt, presente en la Bolsa alemana desde 1986, acudió a los mercados para financiar sus ansias de crecimiento internacional y sólo ha recibido parabienes desde entonces.
En los últimos cinco años, y en plena vorágine expansiva del grupo, todos los parámetros de Sixt se han disparado. Los ingresos han crecido por encima del 40% y su cotización en el parqué de Frankfurt se ha revalorizado en nada menos que un 216%, desde los 15,1 euros por acción de finales de 2011 hasta los más de 48 euros de valor unitario expresado a mediados de este año.
Y cabe reseñar que los crecimientos expresados por Sixt en el mercado bursátil han sido sostenidos y sólidos en el tiempo, lo que confiere más valor a su dinámica.
Una situación diferente afronta Europcar, el enorme grupo alquilador francés, en manos del fondo de inversión Eurazeo. La compañía salió a Bolsa en julio de 2015, con la idea de obtener más recursos con los que financiar su estrategia de crecimiento a través de nuevas fórmulas de movilidad y para reducir su deuda.
Tras un debut plano, en el que la empresa consiguió captar 879 millones de euros a través de la venta de 44,4 millones de acciones, el desarrollo en los mercados de la compañía en el último año ha sido titubeante.
De hecho, marcó su mínimo en agosto pasado, con la acción a algo más de siete euros y a pesar de anunciar con anterioridad la adquisición del player de carsharing español Bluemove y la compra de una posición minoritaria en el buscador italiano de viajes en la web Vanderio.
Ambos anuncios no han podido compensar la caída en los ingresos de la compañía en el primer semestre del año y un resultado neto en el periodo de cinco millones de euros, mucho mejores que las pérdidas de 157 millones que registró en el mismo periodo del año pasado pero in suficientes de acuerdo con la mayoría de analistas de mercado.
Cotizar o no cotizar. He aquí la cuestión. En realidad, son dos formas de ver la economía. De ver la vida. De medir los riesgos de una forma u otra. En líneas generales, se puede decir que al sector alquilador le ha ido bien en una u otra dirección. En cualquier caso, lo que parece evidente es que quien no se expone al fuego, no se quema. ¿O sí?












