martes 21, octubre, 2025

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Las guerras del Taxi: Uber

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Andrés Sánchez Magro
Andrés Sánchez Magro
Muchos le llaman ‘el juez gourmet’, aunque, técnicamente, deberían denominarle ‘el magistrado gourmet’. Un apasionado de la buena vida y de los placeres del buen comer —es un reconocido crítico gastronómico—, la moda masculina más exclusiva y los buenos modales de todo caballero que se precie de serlo. Juez Titular del Juzgado Mercantil Nº2 de Madrid, Sánchez Magro no se corta un pelo en su cita habitual con los lectores de FLEET PEOPLE y analiza cuestiones tanto actuales como de fondo en las que ‘dardea’ sin piedad cualquier injusticia. Una pluma de las buenas.

No sólo por la ya clásica oposición a la multinacional Uber, sino en numerosas localidades donde se cuestionan las ordenanzas municipales y las limitaciones. En el fondo subyace una vieja cuestión: regulación o no, ese es el debate

En este sector de la actividad económica, la intervención administrativa es clásicamente lo que ha disciplinado las condiciones de ejercicio de dicha actividad. Lo que se conoce como marco regulatorio. Resulta sorprendente el baile ideológico de disfraces. Los forofos de la regulación económica deberían ser próximos a postulados ideológicos propios del Estado social. Al otro lado, el liberalismo sustenta la denominada desregulación, según la cual es la iniciativa privada sin limitaciones la que debe organizar la actividad del transporte privado de viajeros.

La recomendación de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia de que se liberalice el sector es un torpedo en la línea de la flotación de un sector económico que aglutina a  numerosos profesionales y que viene siendo la escapatoria de la crisis y de la falta de trabajo para muchas familias. Lo cierto es que hay mucho doble lenguaje en este espinoso problema. Los Ayuntamientos fijan las tarifas de manera a veces caprichosa y dan como resultado un galimatías de precios del taxi en un mismo país desde los caros servicios de Tarragona a los económicos canarios. La CNMC, dentro de su ideología desregulatoria, ha abierto la brecha al postular que no fijen las tarifas los Municipios. Y no solo, cabe preguntarse. ¿Por qué entonces regular los horarios, días de libranza?…

O a la postre, ¿debe regularse esta actividad económica? Se plantea el debate de manera sesgada en términos de economía colaborativa. Parece que todo lo que lleve esa percha es signo de progresismo, o apuntarse al signo de los tiempos. Lo chocante es que muchos adalides de la izquierda se pongan el ropaje del liberalismo a ultranza que supone que en un sector económico no haya intervención administrativa alguna. O tempora, o mores.

La realidad es que no puede abrirse seriamente una reflexión sobre un sector tan importante para la economía y el bienestar de un país sin manejar datos, sin sentar en una mesa negociadora a los profesionales y sus representantes. La Unión Europea tiene mucho que decir aunque parecen tener voz más alta algunos lobbies que las manifestaciones de los representantes de la ciudadanía.

Taxistas concentrados, las nuevas empresas en el filo judicial casi a diario, y unos usuarios que asisten con muchas dudas ante una nueva realidad que exige acuerdos, valores claros y mucho diálogo.   

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