Da vértigo ver cómo han cambiado las cosas de un tiempo a esta parte. A la hora de definir y desarrollar un coche, en este momento parece que lo importante es la tecnología a bordo. Por encima de todo, cualquier modelo que se precie debe estar súper conectado, debe ofrecer asistentes de todo tipo y debe presentarse con pantallas —muchas, a ser posible—, superficies táctiles y, en definitiva, con un despliegue muy visual, en el que incluso la iluminación juega un papel clave.
¿Quién le iba a decir esto a Karl Benz y demás pioneros de finales del siglo XIX, que sentaron las bases del automóvil precisamente con la idea opuesta, es decir, la de dar movimiento a la sociedad sin ninguna pretensión más allá? Evidentemente, salir de casa y llegar al destino sigue siendo fundamental. Pero ahora es casi más importante el cómo.
El nuevo Mercedes-Benz Clase A ha entendido muy bien por dónde van los tiros. La firma alemana ha lanzado al mercado un gadget con ruedas, que incluye todo aquello que el usuario de hoy le podría pedir a un compacto de corte premium.
Algo más que eso, me atrevería a decir, porque al arsenal de sistemas de entretenimiento, seguridad y demás, se le suma un diseño realmente moderno y transgresor —al menos en el interior— que sitúa a la marca en una posición destacada.
Lejos quedan ya aquellos Mercedes de gran calidad, como rocas, pero de diseños cuadrados e interiores puramente sobrios. Nada que ver con la oferta de hoy. En esa carrera por cambiar la imagen de marca se ha ido evolucionando desde el “algo está pasando en Mercedes” hasta alcanzar una madurez estética que queda perfectamente plasmada en nuestro fleet car de esta edición.
Probablemente, algunos estarán de acuerdo en que visto desde fuera no dice gran cosa (algún día nos explicarán las marcas alemanas el porqué de este juego conservador), pero nada más abrir la puerta…
¡Boom! Pantallazo al canto y explosión de luz y color.
Lo primero que llama la atención son los dos displays opcionales de 10,25 pulgadas cada uno, que se unen formando una sola pantalla corrida y que, por un momento, invitan a pensar que estamos dentro de una berlina de gran tamaño.
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/1/ Los ingenieros de Mercedes han dado con una receta que gustará a todos aquellos que disfrutan conduciendo: una pizca de deportividad, mucha precisión y unas reacciones siempre ágiles. No hay lugar a error con estos ingredientes básicos. /2/ Las llantas de 18 pulgadas y otros aditivos estéticos como los faldones o la parrilla forman parte del paquete AMG Line, que afecta tanto a la imagen exterior como al equipamiento del habitáculo. /3/ Este touchpad situado en la consola del túnel central permite manejar el sistema de información y entretenimiento MBUX sin apartar la vista de la carretera. Funciona bien y además es de serie.
La grafía, los pictogramas, las animaciones o las tonalidades pueden pecar de cualquier cosa menos de aburrimiento. Todo lo que el ojo ve en las pantallas de la instrumentación y el infoentretenimiento es tremendamente creativo y distinto a lo habitual. Aquí se apunta un tanto Mercedes, al huir de la clásica sobriedad germana y hacerse amiga ese cliente de hoy que, precisamente, quiere ver la vida tal y como se presenta en la interfaz de su smartphone.
Una etiqueta ‘premium’ merecida
Además de las pantallas, hay otra serie de detalles que se convierten en protagonistas secundarios a la hora de dar personalidad al habitáculo. El primero es la iluminación ambiental, que queda plasmada en dos guías de luz horizontales y paralelas que recorren todo el ancho de la parte frontal e incluso continúan por las puertas.
Las salidas de aire tipo turbina de avión, cromadas y con iluminación integrada, son muy peculiares, como también lo es la hilera de botones que hay en la parte media de la consola. En el túnel central hay un una superficie táctil o touchpad para el manejo del sistema de información y un soporte para que descanse la muñeca durante la marcha.
El selector del cambio automático, igual que en otros Mercedes, va en la columna de dirección como un satélite más, justo en el lugar habitual del mando de los limpiaparabrisas. Esto último, aunque raro para el conductor europeo (en EEUU es más habitual), es un buena idea porque despeja la zona que hay entre los asientos delanteros y simplifica la operatividad por estar muy cerca del volante.
Uno se acostumbra rápido a ello.
¿Problema? Ninguno, más allá de que tras conducir durante un tiempo un Clase A, en cualquier otro coche el usuario accionará los limpiaparabrisas unas veinte veces al día hasta que su cerebro vuelva a automatizar el gesto de llevar la mano al túnel central.
En líneas generales, el Clase A se gana a pulso una buena nota en todo lo que tiene que ver con el diseño y la funcionalidad en el interior. La calidad percibida y la calidad real están más alineadas que en la generación anterior, cosa que es de agradecer. Tengo la sensación de que los materiales empleados y sus ajustes siguen pareciendo mejores de lo que son, pero la brecha ahora es pequeña. Poco o nada que tiene que envidiar a sus rivales del segmento en este apartado y también en el del espacio disponible, donde se sitúa justo en el punto medio por sus cotas de habitabilidad y su capacidad de maletero.
El sistema MBUX
La joya de la corona es el sistema de información y entretenimiento ‘Mercedes-Benz User Experience’. Y no lo es solo por esas dos grandes pantallas que citaba unas líneas más arriba, sino por el asistente personal virtual que acompaña al usuario en todo momento y que hace mucho más fácil la vida a bordo.

Sin tocar ningún botón, basta con decir Hey, Merdedes u Hola, Mercedes seguido de alguna acción, para que el sistema nos eche un cable mientras vamos conduciendo con las dos manos en el volante y sin apartar la vista de la carretera. Y lo mejor es que no hay que hablarle con un lenguaje encorsetado que responda a órdenes muy precisas. Basta con usar expresiones coloquiales.
Supongamos que durante un recorrido el usuario no se encuentra a gusto porque el habitáculo no está a la temperatura deseada y además su estómago hace eco porque se acerca la hora de comer. Solo tiene que decir Hey, Mercedes, tengo calor para que el asistente le responda que va a bajar los grados del sistema de la climatización; a continuación, le dirá Hey, Mercedes, tengo hambre, y aparecerá un listado de restaurantes cercanos.
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EN BUSCA DE NUEVAS SENSACIONES A LOS MANDOSMercedes ha tenido muy en cuenta la vida a bordo en su nuevo Clase A. Ese aroma premium que se respira en los materiales y el diseño, también se deja notar en la ergonomía y todo lo que tiene que ver con la higiene postural. El paquete AMG Line incluye mucho por una cantidad razonable. Por 1.122 euros se gana todo esto: asientos deportivos, apoyabrazos central abatible, tapizado con microfibra, volante deportivo de tres radios y pedales de aluminio. En el exterior, el ‘pack’ realza la imagen con elementos varios y, en el apartado dinámico, también hace su aporte con una dirección de buen tacto. Lo de las pantallas es todo un mundo, realmente merece la pena optar por las dos de 10,25 pulgadas (instrumentación y consola central) porque mejoran la experiencia del infotainment una barbaridad. A fin de cuentas, ¿quién no quiere sentirse como en un Clase S aunque conduzca un compacto? Es uno de los grandes elementos diferenciadores frente a la competencia, sin duda alguna. El espacio en las cinco plazas y el maletero de 360 litros no sorprenden para bien ni para mal. En este sentido, aprueba el examen como lo hacen sus equivalentes de Audi o BMW, con nota correcta pero sin destacar. |
La asistente —tiene voz de mujer— aprende de las acciones y peticiones del usuario en el día a día y tiene la capacidad de, por ejemplo, interrumpir sus diálogos si el conductor habla por encima, para retomarlo justo después. La idea es similar a la que emplean Apple y Android con Siri y Cortana, pero aquí adquiere aún mayor relevancia, ya que evitar distracciones durante la conducción es clave.
¡Hay un rombo bajo el capó!
Pues sí, nuestro Clase A 180 d esconde en el vano motor un 1.5 diésel de origen Renault. Y no solo eso, en esta nueva generación el acuerdo con los franceses incluye también el nuevo motor de gasolina 1.3 turbo de la versión 200. Pero que nadie se asuste de que su Mercedes tenga corazón generalista, por favor, que esto pasa hasta en las mejores casas. Es cosa de las sinergias entre marcas, una tendencia a la que ya casi ningún fabricante puede escapar por pura supervivencia. El motor diésel que acompaña al Clase A de esta prueba tiene, además, una serie de elementos propios que la marca alemana se ha apresurado a incorporar con el objetivo de hacer la mecánica más Mercedes y menos Renault.
Es una manera de decir: “vale, montamos componentes ajenos, pero siguen teniendo nuestro sello”. El cuatro cilindros diésel de 1.500 cc se convierte en un motor suave, refinado y muy capaz. Tanto, que a priori se plantearía como la opción más racional por su equilibrio entre prestaciones, consumo y silencio de marcha.

En este motor, sus discretos 116 CV y 260 Nm cunden como la espuma. Sin llegar a ofrecer prestaciones deportivas, sí ofrece una respuesta muy solvente, que lleva a pensar que son más los caballos escondidos bajo el capó. Acelera bien, permite hacer consumos por debajo de cinco litros en la vida real y con el cambio automático de doble embrague forma una pareja perfecta.
Me queda también un buen sabor de boca con el chasis. La puesta a punto que han logrado los ingenieros es soberbia y representa un salto cualitativo importante respecto a la generación anterior. Me atrevería a decir que es casi lo más destacable del coche. El eje delantero es incisivo y la dirección, informativa. El nuevo Clase A ofrece un rodar aplomado, preciso y de calidad.
De lo mejorcito del segmento, sin lugar a dudas.
Y dicho todo esto, algo malo tendrá el coche, ¿no? Pues sí, hay detalles que manchan el expediente. Son pocos, pero ahí están. El primero es el asistente activo de mantenimiento de carril —uno de los numerosos dispositivos electrónicos de seguridad activa que incorpora—, que funciona de una manera un tanto peculiar. Cuando prácticamente en cualquier coche este sistema actúa sobre la dirección para devolverlo a su posición correcta al detectar que se sale del carril, en Mercedes alguien ha pensado que la mejor manera de hacer esa corrección es aplicando una frenada selectiva sobre las ruedas pertinentes.
Sobre el papel no es mala idea, pero en la práctica el sistema pega un frenazo agresivo que asusta al pasaje y hace perder mucha velocidad al coche. Parece algo impropio de un Mercedes, no se entiende que se haya aprobado algo así antes de salir el coche a producción.
Por rematar el apartado de las “cosas a mejorar”, estaría bien optar a un cambio manual en esta versión diésel, entre otras cosas porque rebajaría la factura de partida en unos entre 2.000 y 2.500 euros. Y del precio, decir que es caro sería obvio. Todos los compactos premium lo son. Sin embargo, en este caso no entraré en esa batalla porque el nuevo Mercedes Clase A es un coche que sienta las bases de lo que debe representar un buen modelo del segmento C. Ha dado un gran paso adelante en todos los sentidos y, quizá, sus más de 30.000 euros estén ahora más justificados que nunca.
¿Por qué recomiendo a una empresa el clase a?Mercedes-Benz es sinónimo de excelencia, diseño, seguridad y vanguardia, por lo que es “la alternativa” para las empresas que buscan lo mejor para sus empleados. El Clase A es el vehículo más avanzado en tecnología y conectividad de su segmento, elementos muy valorados por nuestros clientes corporativos. Su diseño refuerza la renovada imagen de la marca y añade un interior mucho más espacioso y vanguardista. Cuenta con los sistemas de seguridad más avanzados, como el control de carril activo de serie o la conducción semi-autónoma (opcional). Sus bajos consumos (4,3 l/100 km en el A 180 d) y su alto valor residual hacen que su TCO sea muy ajustado.
Roland Schelll, Presidente de Mercedes-Benz España |














