El año pasado cambié de aires y fiché por Aston Martin. No es la primera vez que trabajo fuera de España. Lo hice para otras marcas de automoción en Francia y en Alemania.
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Mi responsabilidad abarca 19 países, toda la gestión comercial de la firma, excepto en Reino Unido 9 He venido a Madrid para inaugurar un nuevo concesionario, la verdad es que es impresionante, tenemos muy buen feeling.
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¿Aston Martin? También vendemos coches, sí. Pero esto es muy especial. El cliente tiene otro nivel y está muy identificado con la firma y su historia… Y por James Bond, sí, también.
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Sobre el diésel pienso que la incertidumbre que han creado los políticos es tremenda. Las medidas que se han obligando a tomar a las marcas son políticas. No hay un sustento detrás. ¿Cuál es el objetivo? No se sabe.
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Quien compra un Aston es discreto. No le gusta el show-off que genera la deportividad de otras marcas de lujo, que le miren. El coche autónomo será una opción más, como un extra. El placer de conducir no desaparecerá nunca.

Trabajar con un ojo puesto en Moscú y el otro en Lisboa te obliga a adaptarte mucho y rápido. Lo que funciona en una ciudad, no sirve para nada en otra. Para mi, el lujo es algo tremendamente personal. En Aston hay que tocarse con el cliente y estar muy cerca de él, conocer todos sus gustos, lo que le puede motivar… Todo.
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¿Brexit? [Aston Martin es británica] Hace un año tuvimos en casa un intercambio de idiomas con uno de mis hijos. Le pregunté a la chica británica que se quedó con nosotros, de 16 años, que cómo veía la cosa: “Es un problema que está creando la gente mayor y que pagaremos los jóvenes”. Brillante.
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A los españoles nos perciben fuera muy bien, estamos muy bien vistos. Es curioso, porque nos vendemos poco y creemos poco en nosotros. En el exterior nos perciben como muy profesionales. Pero, sobre todo, nos ven como gente de la que te puedes fiar. Si decimos algo, pasa.