La pandemia provocada por Covid-19 ha estado plagada de amenazas, pero también de oportunidades. Un impasse global que no perjudicó del todo al universo de las flotas de vehículos y que, incluso, le propició nuevos nichos de mercado al calor de los nuevos negocios y de la prolija creación de start-ups tecnológicas que, de algún modo, han utilizado para parte o todo su business algún tipo de movilidad.
El e-commerce es el mejor ejemplo de ello. Su más que fulgurante expansión mundial, disparada por el encierro obligado de una masa global a la que se le prohibió salir a la calle, abrió una lata en forma de servicios de entrega de productos a domicilio que hacían presagiar un nuevo boom tecnocom.
Firmas como, Getir, Gorillas, Block, GoPuff o Zapp, desconocidas para una gran parte de la población, vieron una oportunidad en 2020 a través del reparto de productos de alimentación y primera necesidad en un primer paso —poco después añadirían otros tipos de productos— para colarse en los hogares.
Si Amazon envía sus productos y da cobijo también en su app a gigantes del supermercado como DIA, ¿Por qué no intentar captar una porción de ese potencial enorme negocio?
Los fondos de capital riesgo se han lanzado en los últimos tres años a una carrera desproporcionada por nutrir de cash a estas empresas, manteniendo un pulso hasta el primer trimestre del ejercicio actual, en el que las cosas se han empezado a torcer.
Seriamente. Getir, que en marzo pasado anunciaba una nueva ronda de financiación que le proporcionó 770 millones de dólares, lo que situaba su capitalización estimada en unos 12.000 millones, se ha visto obligada, poco tiempo después, a iniciar un proceso de despidos a riders y administrativos que suman ya 5.000 personas.
En España, por ejemplo, ha tenido que cerrar 20 establecimientos y a prescindir del 20% de su plantilla.
Gorillas, de origen alemán, que captó más de 800 kilos hace un año para cubrir su expansión de negocio, ha eliminado de un plumazo cientos de empleos en su país y ha dejado su valor de mercado en 3.000 millones de euros y Wolt, su competencia germana, pero centrada en servir comida a restaurantes, también ha tenido que meter la tijera.
El ejemplo de Just Eat
Sirva también como píldora que el gigante Just Eat, que hace apenas un año tenía un valor estimado de más de 20.000 millones de dólares. Ha reducido esta cifra en más de un 80%, hasta menos de 3.000 millones, y la británica Zapp ha abandonado su negocio en Holanda, a pesar de que hace meses recibió una inyección de 200 millones de euros.
Una de las primeras start-ups del sector, GoPuff, nacida en Filadelfia en 2013 y similar en muchos aspectos a Uber, mantiene a duras penas una valoración de 15.000 millones de dólares, pero este año ya se ha visto obligada a efectuar dos rondas de despidos diferentes para minorar su cartera de 15.000 trabajadores en el mundo.
Se ha pasado de la era de la ampliación a la de ganar dinero.
Con unos fondos de inversión que han cortado sus apuestas por crecimiento, para centrarse en consolidar ganancias, la subida de tipos de interés, la inflación, la invasión de Ucrania y las dudas de los clientes han obligado a las empresas de entregas ultrarrápidas a pensárselo dos veces y concentrarse en generar cash.
De un lado, para demostrar a los fondos que han depositado su confianza en ellas de que pueden ser rentables —GoPuff no prevé serlo antes de los dos próximos años—, pero por el otro lado, y lo que es más importante, para sobrevivir: para demostrar que este negocio es tan grande como se ha hecho creer al mercado.
Pero la cuestión esencial no es otra que la que se refiere a las intenciones de un consumidor de la calle que durante la pandemia recibía encantado los pedidos en la puerta de su casa, y que hoy en día, dadas las circunstancias económicas, no tiene problema alguno —como ha hecho siempre— en trasladarse a comprar al supermercado que tiene a 10 o 15 minutos de casa.

Y máxime cuando la fiebre de descuentos y cupones con los que estas compañías entraron en el mercado para intentar millones de nuevos clientes ya no son tales o se han reducido al máximo.
El otoño se va a servir calentito para el delivery rápido. Sin duda.