Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que Barcelona y Madrid pugnaron por ser el centro neurálgico de las exposiciones de automóviles en España. Barcelona sostenía que su hoy centenario Salón del Automóvil era el único y genuino, el que estaba respaldado con carácter internacional por la patronal de las organizaciones de eventos de este tipo, OICA. Madrid aducía que su ubicación geográfica era más cómoda y que su mercado comercial era superior.
Seguramente, las dos partes tenían su parte de razón. Como todo en la vida.
El caso es que ya no existe dicha lucha. Con el paso de los años, Barcelona ha ratificado su consolidación como epicentro de las muestras de motor en España.
La ciudad siempre acuñó más tradición y entusiasmo alrededor de este evento, hoy denominado Automobile Barcelona. Siempre ha tenido más interés en promocionar la automoción.
Cierto es que la huella industrial del coche pesa en la zona, con la presencia de Seat, Nissan o Mercedes-Benz y que Madrid también cuenta con factorías, pero su presencia es mucho menor.
El apoyo institucional de la Ciudad Condal ha sido siempre superior al que ha prestado Madrid. Conocidos fueron algunos intentos de altos directivos del motor para crear un sólido lazo común entre Madrid y Barcelona. Con ediciones alternas. Pero la Administración de Madrid siempre prestaron una —por decirlo suavemente— tibia atención al automóvil en este particular.

Tibieza también mostrada en asuntos cruciales como la declaración del evento como Acontecimiento de Interés Público, etiqueta que permite a las marcas desgravar parte del gasto en marketing del evento. Justifica la inversión. Barcelona, en medio de la crisis de hace una década, fue pionera en esto.
Salvó el evento en dos ocasiones.
Madrid no hizo nada.
Consenso
De estas iniciativas y de la ‘agitación’ de Automobile Barcelona tiene una gran proporción de responsabilidad el empresario Enrique Lacalle, un ejecutivo afable en la distancia corta que ha sabido situar en lo más este evento, que se celebra el próximo mayo.
Directo en sus exposiciones (“Es un milagro que el Salón continuara durante la crisis”, afirmó recientemente), Lacalle es especialista en generar acuerdos y consenso. A él, principalmente, debe atribuirse que esta cita con el motor triunfe cada dos años en Barcelona.
Su ingente agenda de contactos y su grado de interlocución directo con altas esferas empresariales y políticas le han permitido atraer siempre el interés de las personas influyentes alrededor del coche. Siempre con discreción.
Siempre con mucho seny.
“La política nunca ha entrado en la Fira. Nunca hemos votado y todo se ha aprobado por consenso. Y así se debe mantener”, decía el ejecutivo en una entrevista con La Vanguardia años atrás.
Toda una declaración de intenciones sobre su modo de ver las cosas.
Licenciado en Derecho y en Alta Dirección de Empresa por IESE, el presidente de Automobile Barcelona lo es desde 2001, hace ya más de 18 años.
Cuando la crisis era más aguda, Lacalle defendió y llevó la transformación de los espacios de muestras de automóviles hacia su espíritu multimodal actual. Inspiró el cambio hacia la transformación digital y los nuevos escenarios de movilidad.
Por decirlo así, ha creado en Barcelona el Mobile World Congress de las cuatro ruedas.
“Este Salón mira al futuro y el contexto invita al optimismo. Contamos con más pabellones y casi 40 marcas, es un récord para un evento muy comercial, muy familiar y muy visitado”, aseguró en la presentación de Automobile el directivo, que cada vez que se expresa transmite un entusiasmo que explica, en buena medida, por qué este evento está donde está.
—— Enrique Lacalle i Coll (Barcelona, 1950), posa en exclusiva para el objetivo de Fleet People en el espacio de negocios Cuatro Torres, en Madrid.









