
Zoot Suit, el traje más extravagante y divertido de la moda masculina

Probablemente crean que una de las clásicas poses provocativas de los raperos sea suya, pero no es así. Como muchas cosas en la vida, casi todo está inventado desde Platón. Como el Zoot Suit.
Esa pose desafiante proviene de los llamados Pachucos, la generación de hombres y mujeres chicanos que se asentaron en Estados Unidos a partir de los años 20 del siglo pasado.
A todos les unía una indumentaria común: el Zoot Suit. Si han visto o les suena la película La Máscara (1994), y el atuendo de su protagonista, Jim Carrey, ya saben de lo que les estamos hablando. Pantalones, chaqueta y corbata extremadamente anchos, sombrero con pluma a juego y, si se podía, unos collonials, jazz shoes o zapatos bicolores, como prefieran llamarlos.
La Máscara ofrece un ambiente que recuerda nítidamente la historia del Zoot Suit y de quienes lo portaron, porque en el filme adoptan un gran protagonismo el swing, a través de la magnífica banda sonora del genial grupo Cherry Poppin’ Daddies (una de las canciones se titula Zoot Suit Riots), y una cierta idea de gansterismo, aunque esto último no fuera, ni mucho menos, una característica definitoria de los zootsuiters.
El swing y el concepto de gang, banda, están ligados al desarrollo de un movimiento social, el de los zootsuiters, una corriente que sería precursora de los zazous franceses e incluso de los Teddy Boys y los mods.
Y todo empezó con un pantalón.
La clave del Zoot Suit —se llama así porque, según su creador, un sastre de Chicago que se atribuye su invención, un día se puso a pensar en cómo llamar a ese tipo de traje, cogió el diccionario, miró por la zeta y buscó palabras que rimaran con suit (traje en inglés) y, al repetir varias veces suit, le salió zoot, así que unió ambas voces— reside en el pantalón, porque es lo primero a lo que un Pachuco, por ejemplo, podía acceder. Si tenía más posibilidades, compraba la chaqueta, y así hasta el sombrero.
Los pantalones anchos, similares a los que conocemos como de campana, denominados de mil formas pero originalmente baggy trousers (bag es bolsa en inglés) u Oxford Bags, remontan sus raíces hasta hace mucho más de cien años, aunque eso no se ha sabido hasta hace poco.
Siempre se pensó, y por eso se les llamaba Oxford Bags, que los pantalones anchos llegaron en más o menos 1920 de la mano de los jugadores de golf de Oxford, a quienes no se permitía jugar con los bombachos, y por eso se ponían unos pantalones anchos por encima, para taparlos. Pero un brillante historiador británico, y recientemente, demostró que “no se puede inventar algo que ya existe”.
Sean Londgen ha dado en el clavo del origen de esta prenda. Señala que en 1924 aparece una primera referencia en EEUU donde se menciona el uso de pantalones blancos anchos por los remeros de Oxford en una regata. Y en 1926, periódicos informaban de jóvenes por la calle vestidos con Oxford Bags, bien porque querían aparentar que eran del club de remo de Oxford sin serlo, bien porque lo eran y querían que se notase.
El guardián de textiles del Victoria and Albert Museum dio la clave en 1925 preguntado por ello, según descubrió Longden: “Dicen que los jóvenes parece que imitan a sus hermanas con esos pantalones, pero lo más probable es que los remeros universitarios los consideren una prenda adecuada para llevar encima de sus pantalones cortos en el camino hacia el río para empezar la regata”.
Ya en esa época, según ha encontrado Longden en documentos históricos, un vendedor hacía referencia a su propia venta de Oxford Bags en 1880. Y en un museo en Inglaterra hay unos Oxford de 1896 atribuidos a un remero, “con el fin de mantenerse caliente entre regata y regata”.
Hecha esta apreciación sobre el origen del pantalón ancho, sí fue en los 20 cuando se extendió su uso en Reino Unido, con increíbles medidas de hasta 32 pulgadas (82 cm) de circunferencia en el bajo. Se combinaba con el uso de un sombrero de ascendencia española y de pitillos largos, una moda, junto con la de la pluma en el ala del sombrero, que adoptarían los zootsuiters 20 años más tarde.
La popularización definitiva de los pantalones anchos llegó cerca de 1930 y no sólo en Reino Unido, donde eran muy usados por los vendedores ambulantes jóvenes, sino en países como Italia o Rusia. Incluso en Turquía fueron prohibidos.
¿Cuándo llegaron a Estados Unidos y cómo calaron en el pueblo chicano hasta su total popularización en muchos Estados del país a partir de comienzos de los años 40?
No hay prueba evidente de ello, pero hay algunos elementos que ayudan a comprender cómo los americanos adoptaron los Oxford Bags y cómo los Pachucos completaron el atuendo de un modelo que terminó denominándose Zoot Suit.
En cuanto a los pantalones, toda la moda masculina con mayúsculas que se vestía en Estados Unidos provenía de las clases dominantes inglesas. Desde el blazer cruzado que algunos atribuyen al país equivocadamente, pasando por las camisas button down o de botones en el cuello y hasta varios modelos de zapatos.
Uno de los grandes embajadores de la moda británica fue Eduardo VIII el breve.
El duque de Windsor adoraba Estados Unidos, vivió años de retiro allí y se casó con Wallis Simpson, la acaudalada americana por la que renunció al trono de Inglaterra.
Cada vez que Eduardo VIII acudía a EEUU, como hizo durante los años 20, por ejemplo, todas las revistas del país daban cuenta no sólo de su estancia, sino de su manera de vestir.
Esa manera era copiada inmediatamente por los grandes sastres del país, con el fin de dotar a sus clientes de la modernidad europea. Por su fisionomía particular, el duque de Windsor siempre llevaba pantalones anchos y de talle alto —que paradójicamente encarga en Nueva York—, y ahí puede encontrarse un posible enganche.
¿QUÉ PASA, QUE QUIERE VESTIR COMO CAPONE?
La corriente ‘antizootsuit’ tuvo una gran repercusión en EEUU. Las sastrerías tradicionales vieron un filón en la imagen aparentemente negativa que se desprendía de quienes llevaban este tipo de trajes. En la izquierda, la sastrería americana J&F Suits en un anuncio de prensa de la época en el que criticaba abiertamente el uso de zoot suits. “¿Quién diseña sus trajes? ¿Al Capone?” afirmaba, en un intento de menospreciar el estilo del dos piezas y, por supuesto, de arrastrar hacia su establecimiento a cuanta más clientela tradicional, mejor. En la derecha, otro anuncio pero más interesante en el que, como debiera actuar un buen sastre, el especialista Bryant Chucking Grinder afirma no estar interesado en los zootsuits, aunque reconoce que, al suponer un cambio de tendencia en la vestimenta del caballero, se adaptará a ello.
Sea como fuere, no es sino hasta 1940 cuando se tiene el primer registro en EEUU de un joven vestido con un Zoot Suit, según publicó The New York Times en 1943, tras recibir una fotografía de un traje así proveniente de una sastrería de Georgia.
Nadie le preguntó al joven que lo encargó, un ayudante de camarero, por qué lo hizo. El NYT destacó entonces que un año antes de que Clyde Duncan —así se llamaba el mozo— solicitara ese traje, en 1939, se había estrenado en Georgia el filme Lo que el viento se llevó, y en ella Clark Gable portaba abrigos y trajes largos y pantalones de talle alto con pinzas.
Ése pudo ser, simplemente, el punto de partida. El propio Harold C. Fox, el sastre que se atribuía la invención de la denominación Zoot Suit, reconocía que, aunque fuera un traje que adoraban los músicos de Jazz, swingers y demás, “vino directamente de la calle y de los guetos”.
Fox, quien fue también trompetista, era el sastre de Louis Armstrong, entre otros, y confeccionó su primer Zoot Suit en 1941, aunque siempre aseguraba que la idea de crear ese tipo de traje le había rondado desde los años 30.
En 1942, todos los barrios latinos de las grandes urbes norteamericanas estaban plagadas de zootsuiters. No sólo era una moda; era un estilo de vida que reafirmaba su condición como Pachucos, como chavales estadounidenses chicanos que estaban allí para quedarse.
Todos ellos se volvían locos con el swing y el boogie, y su forma de vestir era una expresión más de su manera de pensar.
Exageraban sus trajes y sus formas para llamar la atención y también crearon su lenguaje propio, una jerga verbal que provenía del dialecto propio creado por los swingers de entonces, por músicos de la talla de Louis Armstrong o Cab Calloway (una institución reconocible siempre por sus Zoot Suits), que introdujeron en sus canciones un vocabulario distintivo (swing slang) que incluía términos de barrio como Alligator para designar a los hombres (Cocodrilo, traducible como colega, tronco, y de ahí la canción See u later Alligator) o Chick para las mujeres (muñeca, chavala).
La variante autóctona que usaron los Pachucos era el Caló, basado en el zincaló o caló de los gitanos españoles y que fue el germen de lo que hoy conocemos como spanglish.
Todo ese cúmulo de emociones en el que estaba inmerso dicho atuendo masculino se fue al traste el 18 de febrero de 1942, cuando el Gobierno de Preguerra de Estados Unidos prohibió, a través del WPB (War Preparedness Board) y en un bando específico, los pantalones con pinzas, con vuelta (turn-ups) y las chaquetas largas, con la idea general de ahorrar en tejido y racionar recursos de cara a la inminente entrada del país en la Segunda Guerra Mundial.
Es decir, prohibieron los Zoot Suits.
Los sastres más avispados se limitaron estrictamente a la ley y cortaban los excesos de tela prohibidos —seguían haciéndolos anchos—. El barrio de Harlem, en Nueva York, seguía plagado de Zoot Suits, por ejemplo.
Entrando ya EEUU en la IIGM, cualquier fashionista que procedía en el límite de la Ley o que, simplemente, protestaba ante la situación, llevaba Zoot Suits para ser identificado como tal.
Querían que se les viera así.
A los marineros y soldados que se preparaban para la Guerra les molestaba mucho ese tipo de vestimenta.
Consideraban que era antipatriótica y desleal con el país, y lo asociaban sin dudar a bandas organizadas, clanes e incluso a gánsteres.
Esa tensión desembocó en un confrontamiento definitivo, los famosos Zoot Suit Riots del 3 de junio de 1943, que han dado lugar a decenas de canciones y algunas películas y documentales. Cientos de soldados y marineros de permiso atacaron de modo indiscriminado en las calles de Los Ángeles a cualquiera que fuera vestido con un Zoot Suit.
El problema fue más allá porque no sólo se atacó a zootsuiters, sino también a hispanos y negros, sin razón ni sentido. Finalmente, quedó demostrado que no se trataba de la manera de llevar un traje o de su confección, sino de racismo puro y duro.
La Policía no sólo no defendió a los agredidos, sino que detuvo a muchos.
Hechos semejantes no ocurrieron sólo en Los Ángeles, sino en otras ciudades de EEUU.
Acusaban a los zootsuiters de crímenes inexplicables cuando, en realidad, a los latinos, fueran Pachucos, zootsuiters o no, no se les permitía acceder a todos los restaurantes de Los Ángeles, e incluso en muchas ocasiones tenían que ceder el paso al ‘hombre blanco’ en las calles.
Había tantos crímenes de latinos como de otros, pero los periódicos daban pábulo y grandes titulares a los hechos que rodeaban los ataques a latinos porque tenía más tirón y gustaba al Poder.
Como suele ocurrir, lo que trató de ser una manera de cortar las alas al colectivo zootsuiters funcionó exactamente al revés. Los encumbró. Acaparar las noticias y las informaciones de los periódicos les benefició. Ellos mismos afirmaban que lo que hacían “no era un tipo de provocación, sino una manera de entender la vida” con la que se sentían muy cómodos.
En 1944, toda la prensa se hizo eco de los crímenes cometidos por un grupo de hispanos, a los que denominaron por vez primera, y en grandes titulares, zootsuiters.
Hubo un juicio y se demostró que eran culpables. De los asesinatos no tenía culpa alguna el traje que llevaban puesto, por supuesto. Pero se acababa de instituir una tendencia de moda y una definición para toda una generación de personas. Zootsuiter.
No tan diferente —sin golpes de por medio— de quien hoy pueda ser considerado como un hipster, por ejemplo ¿verdad?
El esplendor del Zoot Suit tocó a su fin con el final de la Segunda Guerra Mundial. El movimiento musical BeBop ganaba cada vez más adeptos y con él, un nuevo modo de cantar, bailar, sentir, expresarse y vestir.
De los zootsuiters se paso a los beboppers. Uno de sus precursores fue el jazzista Dizzie Gillespie, quien puso de moda las gafas circulares. Aunque seguía llevando trajes anchos y generosos, su corte no era, por decirlo de alguna manera, extremo, estridente y desafiante como el Zoot Suit.
Ya no había nada que demostrar.