Volkswagen tiene previsto reducir la huella de carbono de su flota en Europa en un 40% para el año 2030 y, como alternativa adicional, está aprobando modelos con motores diesel de cuatro cilindros de última generación para su uso con combustibles parafínicos, según informan en un comunicado.
Estos combustibles diésel de nuevo desarrollo que contienen biocomponentes permiten un ahorro significativo de dióxido de carbono (CO2) del 70% al 95% en comparación con el diésel convencional. Por ello, junto con sus esfuerzos de aceleración en el área de la movilidad eléctrica, Volkswagen está desarrollando sistemáticamente la gama existente con motores de combustión.
De este modo, la compañía está respondiendo a las diferentes necesidades de los clientes y, al mismo tiempo, tiene en cuenta las preferencias de los sistemas de propulsión que varían a nivel internacional y las respectivas condiciones generales.
Existe una amplia gama de combustibles parafínicos. Hay combustibles que se producen a partir de materiales biológicos residuales y de desecho, como el aceite vegetal hidrotratado (HVO). Estos aceites vegetales se convierten en hidrocarburos mediante una reacción con hidrógeno y pueden añadirse al gasóleo en cualquier cantidad.
Sin embargo, también pueden utilizarse al 100% como combustibles. Los biocombustibles como el HVO ya están disponibles en el mercado, y es probable que su cuota pueda aumentar hasta el 20% o el 30% en el mercado energético del transporte por carretera en Europa en los próximos diez años.
Además, en el futuro habrá también los llamados e-combustibles, como el PtL (Power-to-Liquid). Estos se producen a partir de fuentes regenerativas utilizando CO2 y electricidad. El XtL o X-to-Liquid, el GtL y el PtL aprovechan la posibilidad de producir inicialmente un gas de síntesis a partir de diferentes materias primas y convertirlo después en gasóleo normalizado mediante el proceso ‘Fischer-Tropsch’. El exceso de energía verde puede utilizarse aquí en el proceso de producción.