Turquía ha anunciado que incrementará en un 405 los aranceles que actualmente tiene fijadas a las importaciones de vehículos que llegan desde China a su país, en una decisión que se produce antes de que Europa adopte una medida similar.
En concreto, Turquía ha señalado que su interés principal es reducir al máximo los intercambios comerciales en los que se produce un saldo negativo en sus relaciones con China, y la medida principal que prevé adoptar a partir del próximo mes es la imposición de una tarifa única de 7.000 dólares por vehículo importado desde el país asiático.
No es la primera decisión de este calado que adopta el país turco, ya que durante el ejercicio pasado aprobó una serie de medidas proteccionistas frente a la industria de automoción china, como el alza en el peso fiscal a los automóviles eléctricos provenientes de China, igualmente con la idea de salvaguardar su industria de producción de vehículos local centrada en el automóvil de cero emisiones.
Turquía aseguró en 2023 que planea construir un vehículo eléctrico ‘nacional’ a través de un conglomerado industrial propio, un vehículo que se denominará Togg.
China afronta el anuncio de Turquía después de que Estados Unidos y Europa hayan asegurado que impulsarán las tarifas de importación a la industria automovilística china, ante la imposibilidad de competir en igualdad de condiciones.
Estados Unidos planea, por su parte, incrementar los aranceles entre el 25 y el 100% a los vehículos chinos eléctricos procedentes del país asiático, una medida que también afectará a las baterías y diversos componentes clave fabricados en China y relacionados con la producción del coche eléctrico.
Europa aún no ha decidido el importe del arancel que podría aplicar próximamente a la industria china del automóvil, pero diversas instituciones han planteado varios supuestos con una tarifa que se situaría entre el 20 y el 25%.