viernes 19, abril, 2024

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Recetas en el maletero: Albóndigas “la gran evasión” al curry al estilo Triumph TR6 Trophy

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En este número cambiamos las cuatro ruedas por dos. Nos bajamos de nuestras ya clásicas comparaciones con automóviles para subirnos sin pausa a lomos de una motocicleta. Y no una cualquiera, sino de una Triumph TR6 Trophy modificada por Captain Hilts, o lo que es lo mismo: en el mítico “caballo mecánico” en el que Steve McQueen trataba de ejecutar su particular Gran Evasión.

De ese modo retrocedamos cinematográficamente hasta el año 1963 y dejémonos capturar por la Gestapo y que nos conduzca a ese campo de prisioneros Stalag Luft III, donde conviviremos con los más astutos y sagaces técnicos de fugas. Lo intentaremos todo con tal de cruzar esa maldita valla flanqueada por soldados expertos y un comandante implacable, en busca de la libertad. En nuestra mano culinaria está el éxito o el fracaso.

Esta película es un clásico inmortal del género “carcelario”, o el “bélico” o, ya puestos, del cine en general, cuyas imágenes icónicas, silbidos y amables personajes han quedado para la posteridad. Y cuya última y trepidante persecución motera en la Triumph TR6 Trophy —comandada por el especialista cinematográfico Bud Ekins— es ya todo un emblema para los amantes del enduro.

A nosotros nos toca embarcarnos en esta odisea, moldearemos en forma de albóndiga un plan de escape que nos libere de las cadenas nazis y trazaremos un túnel aderezado con curry. Así pues agarremos con fuerza el manillar de la Triumph TR6 Trophy, aceleremos, dejemos que ruja, que caliente motores y hagamos mil virguerías y peripecias con el sano fin de confeccionar una gran receta y divertir al comensal. Formamos parte de la “organización X”. Empieza la evasión.

Tras un primer intento de fuga acabamos encerrados en “la nevera” —una celda de aislamiento —para salir después con ganas de revancha. Nuestra carne picada sale del frigorífico y se mete en un bol —o barracón— y empieza a arremolinarse con el resto de personajes-ingredientes que tienen en mente confeccionar un ambicioso plan.
Rodrigo MartínDe ese modo va dando los primeros pasos con la cebolla picada, el ajo, el huevo, el pan remojado en leche, el perejil fresco, la sal y la pimienta. Prisioneros de diversas nacionalidades (polacos, británicos, americanos…) que juntan sus habilidades para mezclarse entre sí, con las manos descubiertas, hasta obtener una masa aromática, deliciosa, dispuesta a todo…

Triumph TR6 Trophy

 

Poco a poco los ejecutores —liderados por ti, es decir el “Señor X”— van cogiendo forma, de “pelota” concretamente —muy al estilo de esa bola de béisbol que McQueen guarda con tanto celo—, y pasan por pan rallado o harina para luego freírse en abundante aceite caliente. Cambian su aspecto crudo y se crean una coraza dorada, que les permite sortear las inspecciones, conseguir identidades falsas, manejar el contrabando… Muestran una cara afable a los infatigables guardias, pero por dentro siguen siendo combatientes con un multitudinario plan de huida.

Para lograrlo deben abrirse paso por las entrañas de la tierra. Tirar de paciencia, oficio y no decaer en la cruzada. Hay que cocinar un túnel a cámara lenta, asegurando vigas para evitar derrumbamientos y camuflar la arena que se va sacando. De esa manera calentamos en una olla un poco de aceite de oliva y sofreímos el ajo y la cebolla picada. Que suelten sus aromas, esta es una salsa que se gana inch by inch.

Añadimos el vaso de vino blanco y dejamos evaporar el alcohol —que para eso ya está McQueen con su licor de patata—, y vertemos la leche de coco, el caldo, el curry y salpimentamos con la alegría que te da oler la libertad. Dejamos cocinar todo, tranquilamente, durante una hora, mientras el túnel superviviente “Harry” va formándose y espesándose bajo la tierra.

La gran evasión. Setenta y seis prisioneros logran escapar justo antes de que se descubra la galería secreta. El destino de cada una es dispar pero entre ellos está Virgil Hilts (McQueen) que roba una Triumph TR6 Triumph a la Wehrmacht y emprende su fuga. Tras ser reconocido en el pueblo llega el acoso nazi, la persecución definitiva, la locura de la motocicleta. El famoso clímax o emplatado final.

Disponemos las albóndigas en un plato, a su suerte, como Hilts en mitad de la frontera con Suiza. Le empieza a asediar la salsa de curry —que amenaza con atraparle— a modo de moteros nazis, que persiguen su rueda entre saltos, cabriolas y derrapes. Finalmente se posan sobre él, enmarañado en una verja de espinas, ve cómo su plan termina y la belleza del paisaje —de tonos ocres, verdes y terrosos— no es más que una traicionera trampa.

Hilts vuelve a “la nevera”, que es donde volverá este plato una vez frío, pues al día siguiente estará mejor, y saca su pelota de baseball y su guante, asumiendo su derrota. La Triumph TR6 Triumph fue durante unos minutos su caballo salvador, pero, como bien dijo McQueen: “Las chicas se van, pero la moto siempre queda a mi lado”. Se fue la libertad, amigo, pero la Triumph Tr6 Triumph quedará para el recuerdo.

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