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Oslo en primavera: el paraíso nórdico

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Asunción Valdés
Asunción Valdés
El currículum de esta maestra de periodistas es infinito. Primera mujer editora del Telediario de TVE, Corresponsal en Bonn y Bruselas de Radio nacional de España, directora de la Oficina del Parlamento Europeo en Madrid, Directora de Relaciones con los Medios de Comunicación de la Casa de Su Majestad el Rey, directora general de la Fundación Euroamérica… En sus deliciosos ‘Paseos’ muestra su lado más lúdico y divertido. Recorre diferentes paisajes del mundo y los relata con una visión fresca, única y muy instructiva.

La primavera despejada nos permitió apreciar desde el avión la caprichosa geografía, que entremezcla mar y tierra, y reparte los inmuebles por colinas rodeadas de bosques y un centro histórico muy agradable de recorrer. Seis millones de noruegos en 385.203 kilómetros cuadrados y una renta per cápita de más de 70.000 dólares contribuyen a que casi todos los capitalinos tengan su segunda residencia. Oslo, con sus tranvías azules de la firma española CAF y sus generosos jardines, parecía concebida solo para nosotros. 

Para imaginarnos la otra cara bien distinta que ofrece durante el largo invierno noruego, subimos al trampolín de saltos de esquí más alto del mundo, situado en la cima de Holmenkollen. Desde allí se pueden ver las pistas para patinar, esquiar y descender en trineo a dos pasos de la capital. Y contemplar la vista panorámica que confirma el eslogan turístico: “El azul, el verde y  en medio, la ciudad”.

La subida a otra colina, la de Ekeberg, nos permite estar donde Edvard Munch situó El grito, el cuadro expresionista que podemos admirar en la Galería Nacional, un magnífico edificio neoclásico con la mayor colección de arte de Noruega. La angustia de Munch desaparece al pasear por la frondosa montaña entreverada de árboles, vistas sobre el fiordo de Oslo y esculturas de artistas internacionales, inspiradas en la mujer. ¿Sabían que Noruega, en 1986, ya tenía ocho ministras en el Gobierno, presidido por la señora Gro Harlem Brundtland? ¿Y que en 2006 se convirtió en el primer país que obliga a las empresas cotizadas a tener un 40% de mujeres en los consejos de administración? El parque Ekeberg nos recuerda también el bienestar colectivo de las sociedades nórdicas, porque hace más de un siglo fue adquirido por el municipio de Oslo para disfrute de los obreros que no disponían de casa fuera del núcleo urbano.

Si quieren conocer un enorme jardín de trazado francés con esculturas y bajorrelieves espectaculares, hay que desplazarse a las afueras de Oslo, al Parque Vigeland. El artista noruego Gustav Vigeland cedió más de doscientas obras en bronce y granito a la ciudad a cambio de este precioso espacio. Solo el monolito de un solo bloque de piedra consta de 121 figuras humanas entrelazadas. El resto está repartido entre la entrada, el puente, la fuente y el llamado círculo de la vida. Todo es una exaltación del amor, la familia, la infancia, la juventud, la vejez y la muerte, siempre dentro de la armonía de la proporción.

La Marina, junto al puerto deportivo, alberga la colección contemporánea privada de Astrup Fearnley en el Museo diseñado por Renzo Piano, una edificación donde la naturaleza y el urbanismo se mezclan con vistas hermosas del mar o la fortaleza medieval de Akerhus. Y más sorpresas: sobre el antiguo glaciar convertido en fiordo, se alza, por obra y gracia de la arquitectura moderna, la Opera y el Ballet Nórdicos. Estamos sobre tres escenarios excavados bajo el mar, a los que podemos acceder por un espacioso vestíbulo, después de haber recorrido las cubiertas de esta original construcción de mármol blanco.

El animado paseo por la zona marítima finaliza en el Centro del Nobel de la Paz y el lugar donde se entrega este prestigioso premio: el Ayuntamiento de Oslo, un imponente edificio de ladrillo rojo. La tarde invita a recorrer la Calle de Karl Johans, la más elegante de la capital. Empieza en el Parlamento, un edificio neo románico, rodeado de jardines, y termina en el Palacio Real, de estilo neoclásico. Entre preciosas flores y noruegos sonrientes, nos tomamos una buena cerveza que nos prepara para el delicioso salmón del paraíso nórdico.

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