jueves 28, marzo, 2024

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Recetas en el Maletero: Empanadas de pollo ‘JFK’ Al estilo Lincoln SS 100-X

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Reconozco que en esta ocasión me he dejado llevar por cierto sensacionalismo culinario. Y, ya puestos, por cierto morbo y una pizca de humor —que siempre sienta bien— para establecer la comparación cocina-movilística. Con todo, intentaré plasmar un momento histórico del siglo XX a través de unas empanadas. Ahí queda el reto…

Han pasado más de 50 años desde que John Fitzgerald Kennedy fuese abatido en el interior de su coche presidencial, un monumental Lincoln Continental SS 100-X que, sin quererlo, acabó siendo el ataúd móvil del icono americano. 

Un Lincoln SS 100-X descapotable circulaba arropando a Kennedy y señora mientras saludaban al pueblo y se dejaban vitorear felices e ignorantes del tenebroso plan trazado que acechaba desde la oscuridad. Cruelmente, el destino quiso que muriese subido en un coche cuyo nombre era el del primer presidente americano asesinado… 

En esta ocasión, vamos a formar parte del séquito que acompañó Kennedy y cocinaremos la historia trágica de un misterio aún sin resolver. Un enigma envuelto a modo de empanada y relleno de sorpresas, cabos sueltos, incoherencias, dudas razonables y pollo… Hoy es 22 de Noviembre de 1963. El Air Force One aterriza en el aeropuerto de Dallas. Comienza el último viaje…

 


Ingredientes (12 empanadas)

2 pechugas de pollo cocidas, 20 grs de mantequilla, 1 cebolla picada, 1-2 dientes de ajo, 10-12 aceitunas negras, 2 huevos duros, 1 cda de comino y 1 cda de pimentón dulce, caldo de pollo, sal, pimienta y aceite de oliva. Para la masa: 500 grs de harina, 250 ml de agua, un huevo, 50 grs de manteca.


 

El día transcurre con normalidad. Los Kennedy se muestran exultantes en las escaleras del avión. Se mezclan con el gentío como cuando vertemos la harina en un bol amplio, hacemos un agujero en medio y añadimos el huevo ligeramente batido y el agua caliente con la manteca disuelta. Nuestras manos amasan con calma hasta obtener una bola suave que dejamos reposar durante 30 minutos. Justo el tiempo que separa a JFK del atronador y mortal sonido de los disparos…

Mientras la comitiva presidencial abandona el aeropuerto camino de las venas asfálticas de Dallas, algo se gesta en las sombras de la ciudad. Un cúmulo de ingredientes se arremolinan en una sartén. Un plan macabro donde sofreímos la cebolla y el ajo picado en un poco de mantequilla. Poco a poco se dan cita en las abarrotadas calles conspiradores como Oswald, el servicio secreto, los cubanos, la CIA… o dicho de otro modo, el caldo, el pollo deshebrado —hecho tiras una vez cocido y enfriado—, las especias, las aceitunas y el huevo duro troceado. Personajes decisivos en el fatal final que empieza a precalentarse cual horno a 200 grados. 

El Lincoln SS-100-K enfila la Plaza Dealy. Sólo se escuchan vítores, clamores, ruedan las cámaras caseras, luce el sol. La comitiva allana el camino trazado como un rodillo que aplana la masa de las empanadas hasta obtener un grosor de unos 2-3 mm. Con ayuda de un cortapastas vamos cortando esferas con la forma de la mirilla telescópica del fusil Carcano M91/38 que Oswald sostiene en la ventana de un almacén de libros de texto.

Todo está listo para montar una de las tramas más enigmáticas de la historia americana. Mojamos levemente los bordes de cada empanada y añadimos nuestro relleno. Las sellamos bien y las reservamos. El Lincoln avanza por la calle Houston. Se acerca la línea de no retorno. Pintamos cada empanada con un poco de huevo batido y las horneamos durante 10 minutos. 

El desfile gira en la esquina de Houston Street y Elm Street y se encamina hacia la recta fatal… Las empanadas se doran lentamente, el vehículo aminora la marcha, Kennedy sonríe mientras saluda con la mano a los afortunados asistentes, los dedos bailan en los gatillos, el magnicidio está a punto de servirse en la mesa de Dallas…

Y entonces llegamos al momento climático. Colocamos un plato de pizarra negro —que nos hará las veces de Lincoln SS-100-K— y disponemos sobre él a los integrantes del coche presidencial: Kennedy, su esposa Jackie, John Connally, gobernador de Texas, y su mujer Nellie. Son las 12.30 de la mañana de un 22 de noviembre de 1963.

Primer disparo. Yerra el blanco. Rebota en un árbol y hiere a un testigo. 

Segundo disparo. Da de lleno en la espalda del presidente y le sale por la garganta. Todo es confusión, desconcierto, el Lincoln sigue avanzando.

Tercer disparo. La bala letal, que impacta frontalmente en la cabeza del presidente. La empanada se abre dejando asomar su relleno. Una imagen (grabada por la cámara del ciudadano Abraham Zapruder) que queda para la posteridad, para ese rincón oscuro de la historia o de la encimera.

Por fin, el Lincoln SS-100-K se detiene ante el desastre. La Comisión Warren investigará el atentado. 

Nosotros callaremos, porque somos los artífices del plan. Nosotros apretamos el gatillo y encendimos el horno. Nosotros somos los cocineros. Nosotros devoramos a Kennedy…

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