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El sueño eléctrico de Alejandro Agag

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Para CVC Capital Partners, uno de los fondos de inversión más poderosos del mundo, España no es un país desconocido.

Maneja posiciones de control accionarial total o parcial en compañías tan conocidas en nuestro país como el grupo textil Cortefiel, que adquirió a la familia Hinojosa en 2005 junto con otros dos fondos de capital riesgo, PAI y Permira.

El año pasado compró la aceitera Deoleo, que no sólo es la propietaria de la firma Carbonell, sino también de las italianas Bertolli y Carapelli: son tres de las cuatro firmas de aceite más vendidas en el mundo. La cosa no queda ahí. CVC maneja también una posición dominante —el 35% del capital— en el operador de fibra óptica gallego R.

CVC, que en el ámbito del automóvil controla los movimientos del alquilador de vehículos Fraikin, ha puesto el ojo ahora en la Fórmula Uno eléctrica, un negocio cuyo principal componente accionarial es casualmente español.

Alejandro Agag ha sabido invertir en un negocio por el que pocos apostaron desde el principio. Fotografía: Fómrula E
Alejandro Agag ha sabido invertir en un negocio por el que pocos apostaron desde el principio. Fotografía: Fórmula E

 

Alejandro Agag, empresario y yerno del ex presidente del Gobierno José María Aznar, compró los derechos de emisión de la F1 verde en 2012 a la Federación Internacional de Automovilismo por 40 millones de dólares.

La querencia por este negocio de Agag no es nueva, ya que fue propietario de un equipo de GP2 y siempre ha mantenido fuertes lazos con algunos de los históricos patrones del circo de la F1, como con Flavio Briatore, el padrino que aupó a Fernando Alonso a escalar hasta lo más alto del escalafón de las carreras de bólidos.

Fútbol y ladrillo

Junto con Briatore y el propio Bernie Ecclestone, el patrón de la F1, Alejandro Agag incluso compró en 2007 un equipo de fútbol histórico, el Queens Park Rangers, para posteriormente volverlo a vender cuatro años más tarde. Pero el socio principal que ha tenido la aventura eléctrica de la F1 no ha sido esta vez ni Ecclestone ni Briatore, sino otro conocido empresario español, Francisco Bañuelos.

El empresario valenciano, propietario de la inmobiliaria Astroc Mediterránea, fue uno de los magnates del ladrillo español que más dinero perdió con la crisis.

Tras lanzar fulguramente a Bolsa la empresa en 2006 —lo que un año después le permitía entrar como un rayo en la lista Forbes de las personas más ricas del planeta, con una fortuna valorada entonces en 7.700 millones de dólares—, se calcula que la crisis le hizo perder más de 5.000 millones. Bañuelos, cuya fortuna personal es estimada hoy en día en unos mil millones de dólares por Forbes, derivó su escala de negocios a Brasil y ahora ha centrado sus energías en un complejo recreacional en las afueras de Barcelona, denominado BCN World, que será el patrocinador principal cuando la prueba de bólidos eléctricos aterrice en la ciudad.

A Agag y Bañuelos (de quien se estima ha invertido 30 millones en la F1 eléctrica) se les han sumado más tarde al accionariado de este negocio uno de los propietarios de los Boston Celtics, Wycliffe Grousbeck, y también manejan posiciones el multimillonario ruso Valentin Bukhtoyarov, Qualcomm y Amura Capital, controlada por la andorrana Banca Mora.

En la primera ronda de financiación de Formula E Holding, cerrada en mayo del año pasado, el negocio que dirige Alejandro Agag como consejero delegado ya había obtenido 50 millones de dólares, más que suficiente para dar el pistoletazo de salida a una competición que tampoco lo tuvo fácil en sus comienzos. Aparte del circo de la Fórmula Uno, que acapara los flashes, reconocimiento e ingresos mundiales, el resto de pruebas asociadas a este campeonato tienen mucha menos repercusión, y algunas han tenido que echar el cierre.

El golpe de suerte de Alejandro Agag llegó después de mucha insistencia, ya que no muchos estaban convencidos del éxito de un modelo de competición sin ruido ni olor a gasolina. Pero el ex piloto de Fórmula Uno Mario Andretti creyó en el proyecto y apuntó su equipo al carro de las carreras eléctricas.

Después, todo vino rodado. Los patrocinadores se sumaron rápidamente, empezando por el principal en este tipo de eventos, la relojera Tag Hauer. Incluso celebridades como el actor Leonardo de Caprio forman parte de un equipo propio en el circuito, el Venturi Team, radicado en Mónaco.

Alejandro Agag

Un formato muy particular

La entrada en negociaciones de CVC con los propietarios de la F1 eléctrica llega en el momento justo, porque su despegue total, desde el punto de vista de la explotación comercial en el plano mundial, es sólo cuestión de tiempo. Pero de poco tiempo. Por el momento, se han disputado pruebas en Pekín —fue la carrera inaugural, en septiembre del año pasado—, Putrajaya (Malaysia) y Punta del Este (Uruguay) y Buenos Aires, y a estas seguirán Miami, Londres, Berlín y Montecarlo, por ejemplo.

Con un formato que puede ser cualquier cosa menos tedioso, ya que los 10 equipos participantes en cada prueba cuentan con dos corredores, y cada uno de ello dispone de dos vehículos para competir durante el tiempo que les dura la batería del bólido, la Fórmula E no sólo es un negocio en sí mismo, sino una oportunidad indirecta de generación de recursos para el universo de la automoción global.

La consultora Ernest & Young calcula que el desarrollo de este negocio propiciará la venta extraordinaria de 77 millones de coches eléctricos en el mundo entre este año y 2040, con una aportación de 42.000 puestos de trabajo directos y un valor de ingresos de 142.000 millones de euros.

Cuando ese momento llegue, Alejandro Agag seguramente tenga algún otro portfolio de inversión entre manos.

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