PRUEBA » Skoda tiene mucha historia en su espalda, pero nunca se había atrevido a hacer un SUV como este. ¿Habrá merecido la pena tanta espera?
Los amigos Laurin y Klement, de nombre Václav ambos, fueron dos checos que se lanzaron a la aventura de montar un taller de reparación de bicicletas a finales del siglo XIX. Lo hicieron porque a Klement le pasó una cosa que le sacó de quicio: se le rompió su bici y no encontró manera de que el fabricante, que era alemán, entendiese un escrito en el que pedía una serie de piezas para arreglar su montura.
Por aquel entonces las barreras idiomáticas eran insalvables. Al parecer, la carta que recibió de vuelta rezaba algo así como “cuando pueda dirigirse a nosotros en un idioma comprensible, le atenderemos”.
Tocaba buscarse la vida.
Muy emprendedores, fueron haciendo crecer su negocio desde la reparación de ciclos hasta la fabricación de modelos nuevos, a los que más tarde empezaron a acoplar motores.
Lo uno fue llevando a lo otro hasta que, sin saber bien cómo, un buen día estaban haciendo coches. Y no se les dio nada mal el negocio, ya que en los años 20 habían convertido a su compañía en el principal fabricante de automóviles del imperio austrohúngaro.
Así fue como nació Skoda. Laurin y Klement diseñaban y ensamblaban coches en formato turismo, más o menos grandes, pero siempre de estilo utilitario, compacto, berlina o coupé. Salvo raras excepciones como el Skoda 1203 de los años 60, que era una furgoneta de ocho plazas, poco se salieron del guión. Esto fue así durante décadas, incluso cuando el grupo Volkswagen, propietario de la marca, compró Skoda en 1981. Los segmentos más tradicionales eran el punto de fuerte de la firma de Mladá Boleslav, que hasta hace nada no se había planteado lanzar un modelo de aspiraciones camperas. Hasta hace nada, decimos, porque ahora sí que existe.
La firma checa ha salido de su redil, de su zona de confort habitual. Y lo ha hecho por necesidad, porque hoy, si no tienes un SUV acorde a los gustos del mercado, no eres nadie.
Así que en el grupo alemán se han puesto manos a la obra para modificar la conocida plataforma modular MQB y dar forma así a su nueva creación, el Kodiaq. De esta estructura, además, se beneficiarán otros modelos de Seat y Volkswagen que están por llegar.
Todo apunta a un negocio redondo.
Conviene recordar que casi un tercio de las ventas en el mercado de flotas fueron a parar el año pasado a este tipo de vehículos todocamino. Hablamos de 100.000 unidades, que es una cifra bastante llamativa. Entre particulares el éxito es igualmente abrumador, y parece que tanto en un canal como en otro, la perspectiva a corto-medio plazo es seguir creciendo a ritmo exponencial.
Así que, bienvenida Skoda, a esta fiesta de la rentabilidad asegurada.
¿Alguien da más?
Para quien no lo sepa, Kodiak —terminado en ‘K’ y no en ‘Q’— es el oso pardo más grande del mundo. Habita en Alaska y es una suerte de mastodonte que puede llegar a medir casi tres metros de altura, tiene un peso que en ocasiones roza los 700 kilos y es capaz de alcanzar los 60 km/h cuando corre con todas sus ganas. Dicen los checos que le han puesto este nombre al SUV por aquello de establecer un paralelismo con el descomunal carnívoro.
En realidad, todo esto suena más bien a estrategia de marketing en busca de algo que recuerde a ‘Qashqai’. Porque el todocamino de Nissan, aparte de ser el origen del segmento tal y como lo conocemos hoy, es el modelo más vendido entre particulares y flotas. Y lo es de largo. Así que mirarse en ese espejo parece una buena idea.
El caso es que el Skoda Kodiaq es grande como aquel oso. Quizá no tan gigante, pero sí grande. Mide 4,69 metros de largo, tiene una distancia entre ejes de casi 2,8 metros y, como ya viene siendo habitual en otros modelos de la marca, es muy generoso en su espacio interior. Quien conozca otros coches como el Superb, que es la berlina superior de Skoda, sabrá que no hay modelo equivalente que ofrezca un aprovechamiento del espacio tan brillante.
Pues lo mismo sucede con el Kodiaq: no tiene rival en cuestión de habitabilidad interior. Las plazas delanteras son muy amplias en todas sus cotas y las traseras, más de lo mismo. El maletero, con sus 835 litros, simplemente deja en evidencia a la práctica totalidad del parque automovilístico español actual.
Y, para colmo, ¡tachán! Como por arte de magia, del fondo del maletero surgen dos asientos extra que dan vida a una tercera fila, que bien puede servir de desahogo en situaciones ocasionales o bien puede ser un recurso habitual para grandes familias con niños.
¿POR QUÉ RECOMIENDO EL KODIAQ A UNA EMPRESA?
El nuevo Kodiaq es el máximo exponente del adn de Skoda. Amplitud, diseño, tecnología y conectividad de última generación definen este nuevo modelo, con elementos tan diferenciadores como las siete plazas opcionales. Nuestro primer gran SUV aúna las características que lo convierten en el aliado perfecto para la conciliación de la vida profesional y personal de nuestros clientes. Sin olvidar nuestra cuidada estrategia de valores residuales, que con el nuevo Kodiaq nos permite ofrecer el mejor SUV de su categoría con una inmejorable relación calidad-precio.
Estas plazas son opcionales (850€) y su accionamiento es muy fácil.
Basta con usar un tirador ubicado en la pared de la zona de carga para, en un abrir y cerrar de ojos, plegar/desplegar estos asientos de forma casi automática. Cuando no están en uso, por cierto, quedan enrasados con el suelo del maletero y casi ni se aprecian.
Vamos, que si alguien busca espacio de verdad, aquí lo tiene.
Y lo mejor es que el Kodiaq apenas mide 2,7 centímetros más que un Octavia. Es decir, que con unas dimensiones exteriores nada alarmantes se obtiene un aprovechamiento del espacio realmente remarcable. Algunos rivales como el Kia Sorento o el Hyundai Santa Fe son igualmente habitables pero no mejoran el maletero, y para encontrar algo superior ya habría que pensar en un monovolumen o una furgoneta tipo VW Multivan.
Con todas las de la ley
El interior es puramente Skoda, es decir, con una buena dosis de sobriedad checa. En el grupo VAG son así: dejan lo más creativo para sus marcas premium, mientras las generalistas se tienen que conformar con diseños políticamente correctos.
Cierto es que en el Kodiaq se respira un aire de modernidad superior al de otros coches de la marca. Se nota que es de última hornada, aunque hay que hacerse a la idea de que un Skoda nunca romperá moldes como un Audi. Tampoco lo harán un Volkswagen o un Seat. Cuestión de respeto a la jerarquía de marcas.
Al margen de esto, el Kodiaq sigue la estela de sus hermanos de gama, con un interior que destila amplitud y horizontalidad, silencio de marcha y que además está hecho a base de materiales que gustan a la vista y al tacto. Todo es suave en este SUV, todo es fácil y legible, y nada esconde artificios. Es un coche funcional, pero completo y bien hecho. Está pensado para subir, conducir y hacer la experiencia de viajar lo más agradable posible. Una vez en marcha el Kodiaq se muestra igualmente confortable y relativamente ágil, pero no dinámico. ¿Qué esperábamos? ¿Que con casi 1,8 toneladas de peso fuera un coche rápido entre curvas? Lo sentimos, pero eso sólo lo sabe hacer Porsche. El Skoda va como uno espera: cómodo, aplomado y con capacidad para rodar con soltura al ritmo que va el común de los mortales.
La verdadera sorpresa ha llegado a la hora de salir del asfalto. Entre localizaciones para hacer las fotos que ilustran esta prueba, mi compañero Fernando y yo nos topamos con unos caminos que no tenían pinta de que fueran a llevarse bien con nuestro todocamino. Pero resulta que la unidad de pruebas tenía una serie de aditivos que nos iban a poner las cosas más fáciles: tracción total, amortiguación de dureza variable, modo de conducción off-road y control de descenso.
No sé si me dejo en el tintero alguna ayuda más, pero con esto sobra para circular por pistas y demás entornos de dificultad media. No es que sea un todoterreno el Kodiaq, de hecho adolece de un ángulo ventral escaso (por su larga batalla) que hace que los bajos toquen el suelo con relativa facilidad, pero de verdad que hace honor a su condición de todocamino, cosa que no se puede decir de muchos otros SUV. El conjunto motor/cambio es una apuesta efectiva: 2.0 TDI de 150 CV con transmisión automática DSG de siete velocidades. Es una mecánica cumplidora y capaz de ofrecer registros buenos, aunque no excelentes. Quizá su peso y volumen demande algún caballo extra. Pero su economía de uso es muy apropiada. Prestaciones correctas para un uso normal, poca sonoridad en el interior y mucha comodidad por el cambio automático.
Escaparate tecnológico
Entre sus novedades tecnológicas, al margen de asistentes varios a la conducción, figura una, que es al mismo tiempo la salvación del propietario obsesivo y el horror de los hijos con el carnet recién estrenado. Como parte del sistema Care Connect, que permite acceso remoto al Skoda desde el móvil, el coche da un chivatazo al dueño cuando se está rebasando la velocidad permitida.
Así que, para disgusto de los más rapidillos, desde ahora no sólo es posible que te pillen cuando te prestan el coche sino que además te puedes llevar una bronca a tiempo real. Pero la cosa no se reduce sólo a esto, ya que deja a la vista datos como los kilómetros recorridos, la autonomía y los consumos, e incluso emite alertas sobre notificaciones de área en las ciudades cuando hay restricciones de circulación por exceso de contaminación.
Más vale que nos vayamos acostumbrando a conducir en un entorno de lo más controlado.
Esto es sólo el principio.