Para muchos tal vez interrogaciones retóricas, pero que como diría el maestro Dylan, al final las respuestas están en el viento.
¿Por qué el coche eléctrico, de tecnología aparentemente tan avanzada, con energía limpia, y que empieza a desarrollarse al calor de la inventiva y del impulso del creador de Tesla, es hoy tan caro? ¿No será porque todavía es un objeto de lujo que perseguimos implantando a cuentagotas en los mercados internacionales para beneficio y gloria de determinados lobbies energéticos?
¿Cómo una tecnología ya asentada no se subvenciona por los Estados para acabar de una vez por todas con el cambio climático y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos? ¿Y por qué el coche eléctrico tiene, a modo y manera de la patética secuencia con los teléfonos móviles, unas baterías de carga tan escasa?
¿No da rubor a la comunidad internacional que el coste económico y de explotación humana en muchos países africanos para la extracción del coltan, con el cual se fabrican las baterías, sea dispendiado en cargas tan leves?
¿Cómo podemos mandar un satélite a Marte y no divulgar el coche eléctrico con una batería de mil kilómetros de duración, por poner un caso?
¿Por qué no se revisa en serio el problema de los límites de velocidad? ¿Por qué no recabamos, demagogias aparte, que ha aumentado el nivel de calidad de nuestra flota de vehículos, el estado de las carreteras y, por tanto, la seguridad de las mismas?
¿Por qué no nos sentamos de verdad con tranquilidad a resolver el problema de los ciclistas?
¿Por qué no nos damos cuenta que la cohabitación no está funcionando y que las lamentables muertes de personas deberían terminarse?
¿Por qué, por su parte, los ciclistas no hacen un esfuerzo de comprensión de que andar por carretera tiene que ser respetando escrupulosamente algunas normas?
¿Por qué no revisamos de una vez por todo el incomprensible aumento de rotondas por todas las esquinas del territorio nacional? ¿Por qué tenemos que añorar el semáforo ya que está demostrada la incapacidad general para circular por las rotondas?
¿Por qué no revisamos el sistema de concesión de licencias para conducir vehículos a motor?
¿Por qué no se contempla que un solo carnet de conducir no abarca la complejidad y diversidad de vehículos y la complejidad y diversidad de trayectos y dificultades en las carreteras?
¿Por qué no nos paramos a pensar si el sistema de puntos ha funcionado o ha sido una oportunidad perdida?
¿Por qué solo hay algunas autoescuelas autorizadas para el sistema de recuperación de puntos, no son todas iguales o no están todas igualmente capacitadas?
(…)
Preguntas sin respuesta oficial.