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El parque de vehículos eléctricos en Europa está experimentando un rápido crecimiento. Es el síntoma propio de un sector relativamente joven que atraviesa un proceso de maduración. Como tal, se están llevando a cabo esfuerzos para desplegar la infraestructura necesaria y lograr el alcance, eficiencia y comodidad que necesitan los propietarios. Sin embargo, existen una serie de desafíos que es crucial abordar de manera equitativa y coordinada en toda la Unión Europea.

Para entenderlo tenemos que fijarnos en la cantidad de infraestructuras de recarga de vehículos eléctricos, tanto públicas como privadas. Los datos señalan que están aumentando: la alianza ChargeUp Europe recoge en su último informe sobre el estado del sector que el número de puntos de recarga se multiplicado casi por diez entre 2015 y 2022, con una tasa media de incremento anual del 61%. Son cifras que dibujan un contexto de optimismo, pero que conviene situar en el contexto adecuado.

 

Es esencial evitar la creación de brechas entre regiones y garantizar que nadie se quede atrás en esta importante transición hacia la movilidad eléctrica

 

Este crecimiento no es uniforme en toda la Unión Europea, ya que algunos mercados concentran la mayoría de los desarrollos, mientras que otros aún están rezagados. Esta disparidad plantea preocupaciones sobre una posible división, es decir, una implementación a dos velocidades. Entre otros efectos, la situación plantea riesgos de daño ambiental en los países menos desarrollados en términos de infraestructura de carga.

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En este aspecto, es esencial evitar la creación de brechas entre regiones y garantizar que nadie se quede atrás en esta importante transición hacia la movilidad eléctrica. La expansión de la infraestructura de carga debe ir de la mano con el crecimiento del mercado de los vehículos eléctricos para asegurar una transición fluida y exitosa. Desde luego, es el mensaje clave que debemos abanderar desde las empresas y las instituciones.

 

Un mercado eléctrico, pero sobre todo multienergético

Tengamos en cuenta también que las estaciones de servicio están expuestas ahora a un cambio significativo. Me refiero a su transformación en estaciones de energía múltiple, junto con el movimiento natural de los operadores hacia flotas mixtas o híbridas. Nos dirigimos claramente a un escenario multienergético, donde la demanda de gasolina para vehículos ligeros podría caer entre un 50% y un 70% para 2035, según la firma de análisis Boston Consulting Group.

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A medida que el sector continúe madurando, se espera que las inversiones y las políticas adecuadas impulsen aún más el despliegue de infraestructuras de carga

 

¿Qué significa esto? Para entonces, suponiendo que el modelo minorista de combustible no cambie significativamente, se espera que entre el 60% y el 75% de los puntos de venta corran el riesgo de no ser rentables. De ahí la importancia porque las estaciones de servicio se actualicen e integren alternativas para las flotas emergentes.

A medida que el sector continúe madurando, se espera que las inversiones y las políticas adecuadas impulsen aún más el despliegue de infraestructuras de carga y aceleren la adopción de vehículos eléctricos en toda Europa. En definitiva, tenemos un reto por delante para asegurar un desarrollo armonioso del mercado y una transición exitosa hacia una movilidad más sostenible.


Víctor García es director general de DKV Mobility Iberia & Vat Services

 

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