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Paseos: Viena y mucho más: Baden Bei Wien

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Gracias a los buenos transportes de Viena, nos fuimos a conocer la bella ciudad balneario de Baden bei Wien, 25 kilómetros al sur de la capital austríaca. Desde sus termas romanas hasta la casa donde Beethoven compuso parte de su Novena Sinfonía, todo nos habla de Europa. En el año 869 fue nombrada como Padum, y la Antigua Roma dejó su impronta latina.

El gran compositor, nacido en Bonn en 1770, se marchó con 17 años a la metrópolis imperial a ampliar estudios. Aunque regresó un breve periodo a orillas del Rin por la enfermedad y muerte de su madre, su colosal carrera la desarrolló en Viena. Desde allí, iba a Baden bei Wien a tomar las aguas. Y en la Rathausgasse, 10 se puede visitar el lugar dónde el genial sordo imaginó la música para la sublime “Oda a la Alegría” de Schiller, himno de la Unión Europea desde 1985.

Las bondades de la pequeña localidad habían atraído ya a la familia real austríaca que fijó aquí su residencia de verano, y llevó consigo a la nobleza. El Ayuntamiento barroco, hermosos parques, mansiones Biedermaier y modernistas adornan, hoy, este centro termal de 25.000 habitantes que ha sido, desde el siglo XVIII, lugar de encuentro de artistas y alta burguesía. Su esplendor se extiende hasta la zona boscosa y baja de los Alpes, que inspiró el vals de Johan Strauss (hijo) “Cuentos de los Bosques de Viena”, a principios del XX.

En el tercer milenio sigue atrayendo a políticos y escritores,  como la que fuera ministra austríaca de Asuntos Exteriores y comisaria europea en Bruselas, Benita Ferrero-Waldner,  y su marido, el profesor Francisco Ferrero Campos, exdirector del Instituto Cervantes, situado en un elegante edificio, en pleno barrio diplomático de Viena.

A 13 kilómetros de Baden, encontramos otro hito cultural; en este caso marcado por la espiritualidad: la Abadía de la Santa Cruz, Heuligenkreuz, el monasterio cisterciense más grande del mundo. Fundado en 1133 por la Orden de San Benito, sus monjes han conservado maravillosamente el canto gregoriano. El lema del Patrón de Europa, ora et labora, se convirtió en 2008 en un contrato con Universal Music, que les valió discos de oro y platino en Francia, Alemania y Austria.

Cuando nos aproximamos a sus muros, apreciamos los estilos de su azarosa historia: el románico y el gótico dan un salto al barroco, representado, sobre todo, por la columna dedicada a la Santísima Trinidad; el monumento profusamente recargado, situado en medio del gran patio. Entre los siglos XV y XVII, el convento sufrió epidemias, inundaciones e incendios provocados por las guerras turcas. La reconstrucción de parte de sus edificios trajo la eclosión barroca de su campanario o la rica ornamentación de su biblioteca.

Cerca de Viena y el Danubio encontramos otro tesoro medieval: la fortaleza de los Caballeros Teutones, en el pueblecito de Gumpoldskirchen. Los multicolores viñedos de sus alrededores recuerdan la herencia latina que se  extendió por el Sacro Imperio Romano Germánico, embrión de la futura integración europea. Tras recorrer las calles de la villa, modelo de conservación, la caída de la tarde invita a probar vinos jóvenes de la Baja Austria, en sus acogedoras bodegas.

Al día siguiente, volvemos a la capital del antiguo Imperio Austro-húngaro. Bullen los monumentos majestuosos, las bellas artes y los generosos jardines. Aún hay tiempo para cenar un escalope vienés junto a la Ópera Nacional. Broche de oro con música europea. 

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