Si ya ha visitado la Ciudad Eterna y admirado los Museos Vaticanos, déjese llevar sin horarios en su nuevo paseo. Exultante y bella, la Roma pagana de los Emperadores y la cristiana de Papas y Reyes se abrirá con generosidad. La excepción confirma la regla.
Para ver la Domus Aurea sí reservamos por internet, única forma de conocer el Palacio de Nerón. La Casa Dorada fue sepultada por el olvido que cayó sobre la memoria del excéntrico y megalómano emperador.
Gracias a las gafas 3D, pudimos flotar entre bosques de columnas, atrios de mosaicos, salones de mármoles, jardines y viñedos. La luz de la tarde nos hizo apreciar la grandeza de la sede imperial construida tras el incendio del 64. Descendemos por la colina del Palatino hasta el Coliseo, el mayor anfiteatro que se construyó sobre uno de los lagos desecados de la suntuosa villa.
Gracias a las gafas 3D, pudimos flotar entre bosques de columnas, atrios de mosaicos, salones de mármoles, jardines y viñedos.
El edificio elíptico, en el que cabían más de 50.000 personas, nos traslada a la vida de la Antigua Roma: Templos, arcos, mansiones, la Curia del Senado… Recorremos la hermosa Vía Sacra, apreciando a un lado y a otro las ruinas del Foro Romano, reflejo del esplendor del Imperio de hace dos mil años.
La caída del sol nos lleva en busca de una sabrosa pasta y otro grandioso monumento de la época clásica: el Panteón, con la columnata de su pórtico, la nave circular y la admirable cúpula del siglo II.
A la salida, en la Piazza de la Rotonda, nos saluda la fuente del delfín, construida por el papa Gregorio XIII, en el Renacimiento, y coronada, más tarde, por Clemente XI con el triunfante obelisco.
En apenas diez minutos, nos tropezamos con la hermosa y cinematográfica Fontana di Trevi, la apoteosis barroca del culto al agua de los romanos. Urbano VIII, le dio, a través de Bernini, el dramatismo del conjunto escultórico.
¡Cuán afortunada fue Roma con la rivalidad papal durante los Estados Pontificios!
Desde el siglo VIII hasta la unificación italiana de 1861, la Iglesia ejercía el poder material en los territorios del centro de la Península Itálica. La elección o el fallecimiento del Vicario de Cristo se conmemoraban con la basílica más majestuosa o el mausoleo más impactante.
Desde el siglo VIII hasta la unificación italiana de 1861, la Iglesia ejercía el poder material en los territorios del centro de la Península Itálica.
De regreso al hotel, nos asombramos ante el Altar de la Patria, el enorme templo neoclásico de mármol blanco, dedicado a Victor Manuel II, el rey de la unidad, y a los soldados de la Gran Guerra.
Al día siguiente, empezamos por las Termas de Diocleciano, que doblaban las de Caracalla. En uno de sus altos espacios, Pío IV mandó construir, en el XVI, la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles y de los Mártires para honrar a los esclavos cristianos caídos en la construcción de aquel balneario.
Solo con decir que el funeral por el gran Fellini se ofició en ese templo diseñado por Miguel Ángel, podemos imaginar la impresión ante el contraste de la fachada romana y la eclosión religiosa del interior.
Cambiamos la experiencia mística por una marcha. Desde la maravillosa escalinata de la Piazza d´Espagna vamos al Parque de Villa Borghese. La conjunción de Naturaleza y Arte nos subyuga.
Finaliza en la Terraza de Pinzio con espléndidas vistas sobre la Piazza del Popolo, y su iglesia dedicada a Santa María que encierra dos pinturas de Caravaggio.
¡Roma, eterna e interminable!