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Paseos: Roma para paseantes (y 2)

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Si usted busca el paseo peripatético para filosofar, el observador para aprender o el flâneur de los franceses para novelar, no lo dude: su escenario es Roma.

 

Estamos junto el gran Tíber, en el Puente Milvio, en honor de la batalla del mismo nombre, que en la primavera del 312, enfrentó a Constantino y Majencio por el poder. Cuenta la leyenda que el primero adoptó el cristianismo como la religión del Imperio, porque la víspera vio la cruz en el cielo que le marcaba el camino de la victoria.

 

Caminando por las sombreadas riberas, admiraremos el monumental Palacio de Justicia, un edificio de dimensiones colosales que necesitó más de veinte años de construcción, entre finales del XIX y principios del XX. Nos recuerda uno de los grandes legados de Roma: el Derecho Romano.

 

 

Gira el móvil para ver la primera entrega de este paseo por Roma

Roma sin cita previa

 

 

Llegamos al Castello de Sant´Angello, hecho por la superposición de capas de la Historia: primero fue mausoleo del emperador Adriano, después, fortaleza papal, y, en 1800, su azotea almenada, escenario del tercer acto de la Tosca de Puccini. Atravesamos su elegante puente flanqueado por patriarcas y evangelistas, y enseguida estamos en el Trastevere, el barrio típico, centro de cultura, ocio y gastronomía muy querido por los turistas.

 

Subimos por la privilegiada colina del Gianícolo donde se nota la presencia española. La residencia de nuestro Embajador ante la República de Italia, un magnífico edificio color terracota, se encarama en el monte donde la tradición cristiana sitúa la crucifixión de San Pedro.

 

Durante el pontificado de Alejandro VI, el Papa Borja, uno de los periodos de mayor influencia española en Roma, los Reyes Católicos mandaron edificar el monasterio de San Pietro Montorio. En su antiguo claustro se encuentra uno de los tesoros del Renacimiento: el Templete de Bramante.

 

 

Si usted busca el paseo peripatético para filosofar, el observador para aprender o el flâneur de los franceses para novelar, no lo dude: su escenario es Roma.

 

 

El arquitecto se inspiró en la Antigüedad clásica para diseñar, a escala reducida, el templo precursor de la Basílica del Vaticano, con su columnata de granito y mármol.

 

Todo un lujo para los becarios de la Real Academia de España que, desde sus ventanas, casi pueden tocar su cúpula. Fue creada en 1873 para fomentar el genio nacional “en la ciudad que será eternamente la metrópoli del arte”.

 

Hoy es un centro de las corrientes más vanguardistas del mundo iberoamericano, con sus exposiciones y conciertos.

 

Hay que tomar aire para subir al punto más alto de la colina donde está el monumento a Garibaldi, héroe de la patria, rodeado de pinos y vegetación del paraje natural. Y también hay que respirar hondo para admirar las impresionantes vistas panorámicas de Roma, desde el mirador del Gianícolo.

 

Atardece. A lo lejos nos parece escuchar a Cavaradossi entonando la emocionante aria E lucevan le stelle.

 

 

Gira el móvil para ver ‘E lucevan le stelle’

https://www.youtube.com/watch?v=TU5roitYI1s

 

 

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