Cuando los fabricantes de automóviles comprobaron que las políticas de la Comisión Europea giraban alrededor del acotamiento progresivo del automóvil, no lo dudaron. Iban en serio. Existen leyes, normativas y disposiciones que, por cualquier razón, se quedan en el limbo. No prosperan. No es el caso de Bruselas. La cuestión no atañe tanto al vehículo eléctrico, como a terminar con los motores de combustión interna. Y la propia Organización de las Naciones Unidas, la ONU, acaba de refrendar este propósito a escala internacional.
En la segunda Conferencia Global sobre Transporte Sostenible, celebrada a mediados de octubre en Pekín, el secretario general de la entidad y ex mandatario del Gobierno portugués Antonio Guterres ha sido claro y meridiano. Quizás como nunca antes lo había sido ningún político.
“Las prioridades son claras: eliminar gradualmente la producción de vehículos con motor de combustión interna de aquí a 2035 en el caso de los principales países fabricantes y, en 2040, para los países en desarrollo. Los barcos con cero emisiones deben ser la opción predeterminada y estar disponibles a partir de 2030, con el fin de lograr cero emisiones en el sector del transporte marítimo para 2050; En la aviación, las empresas deben comenzar a utilizar combustibles sostenibles, con el fin de reducir las emisiones de carbono por pasajero en un 65% en el horizonte de 2050”.
Aviación y barcos, a pesar de que son los grandes responsables de que el sector del transporte contribuya con un 25% de las emisiones del planeta, obtienen un trato más liviano por parte de las autoridades.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres. FOTOGRAFÍA: ONU
ONU: Acelerando el proceso
De acuerdo con Guterres, la pandemia ha acelerado los procesos de cambio, y el del transporte de modo principal, que ha visto como sus números se reducían a la mínima expresión durante los meses duros de Covid-19. “La pandemia ha dejado claro que el transporte significa más que llevar personas y mercancías desde A hacia B”, señala el alto comisionado de la ONU.
La organización entiende que los Gobiernos deben incentivar medios de transporte limpios y que tanto los ciudadanos como las empresas deben cambiar sus hábitos actuales y antiguos de moverse para reducir su impacto en la huella de carbono.
Promover la bicicleta y caminar en las áreas urbanas en lugar de utilizar el automóvil para distancias cortas y sistemas ferroviarios mejorados para media y larga distancia son dos de los puntales que ha esgrimido la ONU en la Conferencia de Pekín, algo que también ha extendido al transporte de mercancías y no solo a las personas.
En este sentido, Guterres apuesta por que las inversiones en la recuperación de los estragos de la pandemia apunten al transporte sostenible, generando empleos dignos.
“El transporte público debería ser la base de la movilidad urbana. La descarbonización debe ir de la mano de una transición justa e inclusiva para reducir las desigualdades y apoyar a las comunidades más pobres”.
La declaración de intenciones de la ONU contiene un fondo positivo, pero los plazos se antojan decisivamente cortos y la obsesión con la industria de automoción, que solo en Europa aporta 14 millones de empleos, chocante.
Si lo que se busca es mantener y crear empleos, disparar contra el 9% de la fuerza laboral de Europa no parece la mejor receta.