La crisis, no debe olvidarse, provocó que las matriculaciones de vehículos en el mercado patrio cayeran hasta un 50% en base acumulada en comparación con las ventas en las épocas de vacas gordas.
La época de bonanza de la economía española pudo adulterar la realidad de un mercado del automóvil español que vivía por encima de sus posibilidades, como casi todo el país, pero la realidad demográfica española, el nivel de motorización y la renta per cápita indican que el frenazo experimentado por las entregas de automóviles desde 2009 ha sido desmesurado.
Este deprimente panorama es el que se le ha expuesto desde las principales asociaciones del sector (fabricantes, concesionarios, vendederores o importadores) a los dos Gobiernos que se han hecho cargo de las riendas del país durante el período de crisis.
El único objetivo era que se tomaran medidas, tanto a corto plazo como estructurales, pero siempre orientadas a sostener un negocio que representa algo menos del 10% del PIB nacional.
Las reuniones con ministerios de diferentes ramos dieron sus frutos y, primero con el Plan 2000E del PSOE, y ahora con los sucesivos planes Pive y Pima Aire, del PP, se ha logrado detener la hemorragia de ventas de automóviles, provocada, no tanto por la falta de poder adquisitivo de los consumidores, sino, principalmente, por un desplome de la confianza de éstos a causa de un miedo al desempleo.
Esta situación, según fuentes del sector, ha provocado que se acumule desde el inicio de la crisis una demanda retenida de vehículos que deben ser sustituidos en España de alrededor de dos millones de unidades.
Siete… Y los que quedan
La primera edición del Programa de Incentivo al Vehículo Eficiente (Plan Pive) dio comienzo a mediados de octubre con una dotación presupuestaria de 75 millones de euros, que permitirían impulsar la adquisición de 75.000 vehículos nuevos para lo que habría que achatarrar uno antiguo de más de diez años de antigüedad.
Parece ser que la primera tentativa de este programa tuvo un resultado satisfactorio y desde el Gobierno se apresuraron a continuar destinando dinero a incentivar la compra de coches nuevos, después de que los fondos se agotaran en menos de tres meses.
Para la segunda reválida del Pive optaron por duplicar el presupuesto, hasta 150 millones de euros, para aumentar el número de operaciones y también para prolongar el período de validez del mismo (hasta finales de 2013).
Estas metas las lograron a medias, ya que, apenas cinco meses después de la aprobación de la segunda edición del Plan, no quedaba dinero.
Esto provocó que para poder finalizar 2013 en la misma línea de crecimiento de ventas provocada por el Pive, el Gobierno tuviera que ampliar la dotación inicial hasta en dos ocasiones antes de que finalizara el año, con dos nuevos Pive de 70 millones de euros cada uno. Desde el sector se esperaba que se mantuviera el apoyo a la compra para 2014 y así fue.
A finales de enero del año pasado, se aprobaron 175 millones de euros para un Pive para todo el ejercicio, pero, al igual que pasó en 2013, los fondos no llegaron a completar el período previsto, por lo que antes de llegar a julio se aprobaron otros 175 millones.
A pesar de ser la máxima dotación de la historia en un mismo año, tampoco se llegó a terminar 2014, ya que a finales del pasado mes de octubre ya no quedaba dinero.
Esto situaba al automóvil en una posición complicada, ya que a falta de algo más de dos meses para el final de año, no había fondos para continuar el Pive, lo que podría ocasionar un fuerte parón de las ventas, máxime cuando los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para este 2015 contemplaban una partida de 175 millones para lo que sería el Plan Pive 7.
Este agujero temporal y la escasez económica llevaron al Ejecutivo a tomar una decisión que no ha contentado a todo el mundo, pero que le permitió salvar el año 2014. Así, las ayudas continuaron desde el 24 de noviembre con cargo a los remanentes de anteriores ediciones del programa de incentivo y cuando se completaran, a costa del Pive de 2015.
Esta historia de confianza del Gobierno hacia esta medida ha permitido que el mercado automovilístico se haya recuperado desde el inicio de la crisis y que ya se vaya hablando de que las ventas de turismos y todoterrenos van a superar el millón de unidades este año, cifra que todavía está lejos del volumen natural de España. Mario Armero, vicepresidente de Anfac, dijo a FleetPeople que se han registrado aumentos en las matriculaciones gracias a los planes Pive y Pima Aire, aunque aseguró que queda “mucho camino por recorrer”.
Un potencial evidente
“España tiene potencial para alcanzar 1,2 millones de vehículos. Aunque estos datos nos sitúen en una mejora general del sector y de la economía, todavía no está todo hecho y es necesario seguir con estímulos para mejorar el mercado interno. Estamos lejos de los volúmenes que como país deberíamos aspirar”, añadió.
Desde su llegada al poder, el Ejecutivo ha destinado 890 millones a siete planes de incentivo a la compra de automóviles que, una vez finalice la séptima edición, habrá impulsado la venta de 890.000 coches nuevos y el achatarramiento de otros tantos, al tiempo que habrá generado una recaudación de 2.043 millones. Todo hace pensar que al final del séptimo habrá un octavo y quién sabe si un noveno.
Estos apoyos al automóvil, a pesar de que han sido recibidos como agua de mayo por parte de las marcas fabricantes, de los concesionarios y de muchos agentes del sector, no gozan del beneplácito de la totalidad de la sociedad ni de los organismos regulatorios.
De hecho, estas partidas presupuestarias para incentivar la compra de coches han salido a la luz obviando o, diciéndolo de forma más suave, no teniendo en cuenta las recomendaciones de Bruselas que instaban a eliminar este tipo de planes de impulso.
España se ha convertido así en el abanderado de las subvenciones a la compra de automóviles después de que muchos países europeos terminaran con estas iniciativas hace varios años, lo que ha ocasionado críticas de muchos gobiernos del Viejo Continente, que no se explican cómo un país que ha estado al borde del colapso pueda permitirse el lujo de estar destinando dinero a este tipo de medidas.
Para ellos, la ecuación no sale positiva como para el Ejecutivo español.
Las altas esferas europeas no han sido las únicas que han alzado la voz para oponerse al Plan Pive. Este programa ha levantado ampollas en otros sectores industriales que se sienten discriminados ante lo que consideran una actuación injusta, ya que beneficia a una determinada área de actividad en España y no a otras.
Otro pensamiento muy extendido es que estas medidas de impulso suponen un riesgo para la libertad de mercado y para la competencia.
Asociaciones discordantes
Para rematar el póquer de voces críticas contra el Plan Pive hay que mirar dentro del sector del automóvil, puesto algunas asociaciones han mostrado una postura discordante con este programa, no tanto en lo que se refiere al fondo sino en lo relativo a la forma. Estos actores (asociaciones de vendedores, compraventas o fabricantes de motocicletas, entre otros) han defendido la ampliación de las condiciones para recibir estos incentivos y su extensión al ramo de los vehículos usados y también al de las motocicletas y ciclomotores.
Defienden que la inclusión de los vehículos usados de hasta cinco años mantendría la filosofía del programa, que busca renovar un parque automovilístico español envejecido. Asimismo, desde Anesdor (patronal de los fabricantes de motos) y las propias marcas del sector de las dos ruedas se llevan quejando amargamente desde hace años, ya que consideran que son los grandes olvidados del Gobierno en materia de ayudas a la compra.
En declaraciones a FP, el secretario general de Anesdor, José María Riaño, afirmó no comprender los motivos por los que los vehículos de dos ruedas no tienen un programa de ayudas y los de cuatro ruedas sí, puesto que, en su opinión, también se lograría el objetivo de sustituir unidades antiguas por otras nuevas, más seguras y respetuosas con el medio ambiente.
“En el caso de la moto, la renovación es todavía más necesaria, pues tenemos el parque más antiguo, con 14,1 años de media según DGT, dos años más antiguo que el parque de turismos”, añadió.
¿Ganga o anzuelo?
Uno de los principales argumentos que se ha utilizado desde el sector del automóvil a la hora defender el inicio y la continuidad de las subvenciones públicas a la compra de coches nuevos ha sido, junto con los efectos beneficiosos sobre el medio ambiente y la seguridad vial, el que supone una ayuda para el consumidor en una época de contención del gasto y de maximización del ahorro.
El cliente puede acceder a un vehículo que, como mínimo, tiene un descuento de 2.000 euros (1.000 del vendedor y 1.000 del Gobierno). Sin embargo, lo que parece ser una operación completamente beneficiosa para el cliente puede no serlo tanto.
Desde algunas marcas de automóviles aseguran que el aspecto más positivo que conlleva el Pive es que genera una sensación de oportunidad en los consumidores, lo que hace que piensen que están en un momento bueno y único para comprar un vehículo, ya que disfrutarán de determinados descuentos.
No hay que olvidar que la adquisición de un coche representa el segundo mayor desembolso que hace un ciudadano a lo largo de su vida, después de la casa, por lo que no es de extrañar que se intente aprovechar de todos los descuentos posibles antes de desempolvar la chequera.
Es verdad que los descuentos a los que se puede tener acceso en la actualidad pueden ser muy parecidos a los que hubiera en épocas prepiverianas, pero no es menos cierto que, tal y como se afirma desde las asociaciones, nos encontramos en el mejor momento para hacernos con un coche.
“Estamos en uno de los mejores momentos de la historia para comprar un coche ya que a las ayudas de los planes de incentivo debemos sumar también el fuerte esfuerzo promocional que vienen realizando fabricantes y concesionarios para conseguir impulsar las ventas. Somos conscientes de que estamos en un momento en el que el consumidor es hipersensible al precio e incluso infiel a su marca de siempre por el precio”, apuntó a FP el presidente de la Asociación Nacional de Vendedores de Vehículos a Motor, Reparación y Recambios, Juan Antonio Sánchez Torres.
La historia interminable
Una de las paradojas que acechan a los programas de ayudas a la adquisición de vehículos nuevos, como pudieran ser los anteriores planes Renove, Prever o 2000E, es que desde su génesis están ideados para que tengan un final muy cercano.
La explicación es muy sencilla.
Estas iniciativas tienen un efecto llamada muy grande y su principal objetivo es fomentar la actividad del mercado y hacer que los clientes vayan a los concesionarios. Este efecto desperezador no sería el mismo si los consumidores no tuvieran esa urgencia a la hora disfrutar de la ayuda antes de que se acaben los fondos destinados a tal efecto, ya sean 50, 100 ó 150 millones de euros.
De hecho, hasta la fecha, la totalidad de las seis ediciones del Pive, en su publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE), recogían las bases por las que se podían solicitar las subvenciones y también un período máximo para optar a las ayudas.
En línea con esta estrategia, de momento ninguna de las seis ediciones anteriores de esta iniciativa ha agotado el período máximo establecido, sino que siempre se han terminado los fondos antes, demostrando la utilidad de los topes. Sin embargo, en lo que puede ser un desliz por parte del Gobierno, desde varios miembros de la Administración se ha hablado de continuar con estas medidas, lo que hace que las personas que piensan en comprar un coche no se sientan urgidas y dilaten la operación.
La esencia del plan es que tiene una fecha y un presupuesto límites, lo que obliga a darse prisa si se quieren recibir los 2.000 euros. En los períodos entre las renovaciones de las ediciones anteriores del Pive se han sucedido situaciones que podrían ser pequeñas crisis, provocadas porque el Gobierno anunció la continuidad de las ayudas o su intención de renovación, aunque la implementación del mismo se prolongara en el tiempo, ocasionando un desplome de las ventas en dicho marco temporal.
Parece obvio pensar que el Pive no se puede prolongar en el tiempo de manera indefinida. Hay algunas voces, como el presidente de Aniacam (importadores), Germán López Madrid, que defienden su mantenimiento hasta que la edad media del parque español se iguale con la europea.
Otros se remiten a una recuperación económica y otros hablan de un volumen de ventas anual mínimo.
Lo cierto es que si se acabaran mañana mismo las ayudas, significaría que los concesionarios vuelven a ser rentables y que las ventas vuelven a su nivel normal. Y querría decir que España habría superado la crisis y que el miedo a perder el empleo no supera al deseo de comprarse un coche.